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Paz y Ciencia

jueves, 6 de marzo de 2014

Meditar



Me ha costado cuatro décadas comprender que el hombre empieza a vivir en la medida en que deja de soñar consigo mismo. Que empezamos a dar frutos cuando dejamos de construir castillos en el aire. Que no hay nada que no tenga su cepa en la realidad. Cuanto más se familiariza uno con la realidad, sea cual esta sea, mejor. Al igual que el niño que está aprendiendo a montar en bicicleta logra montar de hecho cuando se sumerge a fondo en esta actividad y, por contrapartida, se cae al suelo cuando se para a considerar lo bien o mal que lo está haciendo, así nosotros, todos, en cualquier actividad que llevemos a cabo. En cuanto comenzamos a juzgar los resultados, la magia de la vida se disipa y nos desplomamos; y ello con independencia de lo alto o bajo que haya sido nuestro vuelo. Esto es, en esencia, lo que enseña la meditación: a sumergirse en lo que estás haciendo. "Cuando como, como; cuando duermo, duerno": dicen que fue así como un gran maestro definió el zen.

Pablo d´Ors: "Biografía del Silencio". Ed.: Siruela

1 comentario:

Rafael dijo...

Hay un proverbio sufí que dice lo siguiente: "La verdad se funde como la nieve en la mano de aquel cuya alma no se funde como la nieve en la mano de la Verdad".