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Paz y Ciencia

viernes, 10 de diciembre de 2021

Donald Winnicott. Niños y Jóvenes




Winnicott al igual que todos los psicoanalistas teóricos y clínicos, está interesado en conocer los procesos y fenómenos involucrados en la constitución, desarrollo y funcionamiento que ocurren en el aparato psíquico de un individuo, así como también sus posibles patologías (Stutman, 2017).

A lo largo de su carrera, Winnicott desarrolla un pensamiento propio de gran relevancia en el ámbito psicoanalítico, a partir de diversos conceptos provenientes tanto de la influencia kleiniana como de posturas más ortodoxas dentro de la obra psicoanalítica. Concuerda con que gran parte de los trastornos psicoemocionales de los niños encontraban su origen en la primera infancia. No obstante, su explicación acerca de la causa de estos trastornos no la localizó en el complejo de edipo; su explicación al respecto se basa en las experiencias vinculares de los primeros meses de vida (Naxete, 2017).

Uno de los grandes aportes de Winnicott es profundizar en el conocimiento sobre el desarrollo psíquico del bebé. Su teoría queda expuesta en su publicación de 1945, “Desarrollo emocional primitivo”.

Su obra se centra en la relación diádica madre-hijo, considerando al padre un sostén para el mantenimiento del núcleo familiar. La madre es una figura fundamental en el desarrollo psicológico del menor, siendo la conducta emocional de ésta la que va a determinar si el el bebé puede alcanzar su verdadero self al servirle de yo auxiliar (Castillero, 2017).

“no existe bebe sin su madre”

Su teoría contempla varios aspectos:

a. No-integración y dependencia absoluta

Esta emocionalidad primitiva correspondería al estado del niño al nacer, encontrándose en un estado de no integración y de dependencia absoluta con la madre o figura sustituta, de quien requiere sus cuidados para sobrevivir. Winnicott explica que el individuo al nacer se encuentra en una relación de dependencia absoluta con su madre y en la medida que va creciendo se dirigirá hacia una forma de ser personal con características únicas. Esto último ocurrirá en la medida que la madre-ambiente lo facilite y lo haga posible (ambiente facilitador).

b. “Madre suficientemente buena”

Continuando con su teoría del desarrollo, Winnicott reflexiona acerca de lo fundamental de la existencia de un ambiente facilitador y de una madre suficientemente buena. Serían estos dos conceptos cruciales al intentar explicar los requisitos necesarios para que el bebé se desarrolle saludablemente. Lo suficientemente buena implica fallos y pequeños lapsos de ausencia inevitables en un comienzo, que frustrarán mínimamente al bebé, pero que contribuirán a su desarrollo psíquico. Las ausencias muy breves (no poder recurrir automáticamente a la satisfacción inmediata del bebé) o los fallos pequeños (no siempre conocer la razón del llanto o demanda de su hijo) progresivamente permitirán que se incorpore la continuidad existencial del objeto y del sí mismo, es decir, poco a poco el bebé logra tolerar estos fallos y ausencias sin la sensación de desgarramiento inicial, pues va incorporando el hecho de que la madre siempre estará y él no se desintegrará ante la frustración (Naxete, 2017).

c. Funciones maternales

Holding y Handling

Otro aspecto que toma muy en cuenta es el holding o conducta de sostenimiento de la madre hacia el bebé, que permite que este adquiera seguridad y que se siente amado permitiendo que integre la representación de sí mismo y de los demás (Castillero, 2017).

En la medida que esto ocurre, el psiquismo del bebé va alcanzando mayores niveles de integración y personalización. En la medida que transcurre el tiempo y se van dando los requisitos mencionados, el bebé va percibiéndose como una unidad cada vez más diferenciada de la madre, comprendiendo además que su cuerpo le pertenece, lo cual implica la integración además de su propio esquema corporal, reconociendo que hay sensaciones que son sólo de él. Para esto último, es esencial el handling de la madre, es decir la manipulación que hace del cuerpo de su bebé al bañarlo, cambiarlo, vestirlo, entre otros lo cual responde a la correspondencia entre fantasía y realidad, en la medida que la madre pueda adaptarse a las necesidades bio-emocionales del bebé. Poco a poco devendrá la desadaptación gradual que permitirá el ingreso del principio de realidad al psiquismo del bebé (Naxete, 2017).


 Presentación objetal

Es el modo de presentación del objeto, accesibilidad, disponibilidad, posibilidades de manipulación y utilización, que determinan cómo se le presenta la realidad al bebé (Riveros, 2013):

· El bebé (siempre posibilitado por la madre) comienza a relacionarse con el mundo a través de determinados objetos.

· La madre provee al bebé los elementos de la realidad con qué construir la imagen psíquica del mundo externo (juguetes y objetos de apego).

d. Ilusión de Omnipotencia

Una vez que se dan las variables anteriores y el niño logra la integración del sí mismo y se apropia paulatinamente de su esquema corporal, desarrolla una ilusión de omnipotencia. El niño por tanto fantasea con que él es capaz de crear a los objetos que lo satisfacen. En este proceso necesario marcado por la ilusión de omnipotencia, el bebé cree que la madre siempre estará o aparecerá cuando él lo necesite. Esto último también es fundamental para el desarrollo de un psiquismo sano, es decir, el bebé debe estar en una posición de satisfacción tal, que le permita fantasear con su omnipotencia en relación a los objetos.

Será por tanto esta ilusión de omnipotencia la que creará el objeto (pecho-madre que aún no están diferenciados de la unidad psique-soma del bebé) al que luego con el tiempo y la personalización podrá amar como objeto diferenciado. Lo cual compete a la fantasía y realidad, en la medida que la madre pueda adaptarse a las necesidades bio-emocionales del bebé, poco a poco devendrá la desadaptación gradual que permitirá el ingreso del principio de realidad al psiquismo del bebé.


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