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Paz y Ciencia

sábado, 13 de noviembre de 2021

Psicópatas

 


Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Psicoterapeuta. Zaragoza Gran Vía Y Online. Teléfono: +34 653 379 269 Website: www.rcordobasanz.es                Instagram: @psicoletrazaragoza

A la mayoría de la gente le atraen y a la vez le repelen las imágenes de asesinos fríos y sin conciencia que pueblan películas, programas de televisión y titulares de prensa. Con su flagrante violación de las normas sociales, los asesinos en serie se hallan entre los ejemplos más espectaculares del universo de la psicopatía.

Los individuos que poseen este trastorno de la personalidad se dan cuenta de las consecuencias de sus actos y conocen la diferencia entre el bien y el mal, pero son personas carentes de remordimientos e incapaces de preocuparse por los sentimientos de los demás. Quizá lo más espeluznante sea que, muchas veces, para sus víctimas son sujetos completamente normales.

Este retrato de esos seres está basado en veinticinco años de investigación científica y describe con todo detalle un mundo de estafadores, violadores y demás criminales que engañan, mienten y manipulan allá por donde pasan.

¿Están los psicópatas locos o son simplemente malvados? ¿Cómo podemos reconocerlos? ¿Cómo podemos protegernos de ellos? Este libro proporciona respuestas a estas y otras preguntas mediante información contrastada e interpretaciones sumamente esclarecedoras.

Robert D. Hare es doctor en Psicología y profesor de esta misma materia en la Universidad de Columbia Británica.

Algunas de las cosillas que aprendí leyendo este libro que no tienen porque ser ni ciertas ni falsas ni todo lo contrario:

  • El lector no debería sumir que un sujeto es un psicópata simplemente por el hecho de que su contexto sea similar al que se describe en este libro.
  • Los psicópatas son depredadores que encandilan, manipulan y se abren camino en la vida sin piedad, dejando una larga estela de corazones rotos, expectativas arruinadas y billeteras vacías. Con una total carencia de conciencia y sentimientos por los demás, toman lo que les apetece de la forma que les viene en gana, sin respeto por las normas sociales y sin el menor rastro de arrepentimiento o piedad.
  • El fracaso a la hora de distinguir entre delincuentes que además son psicópatas de los que no lo son tiene terribles consecuencias para la sociedad.
  • Es probable que uno se tropiece dolorsamente con un psicópata a lo largo de su vida. Por nuestro bienestar, psíquico y financiero es crucial que sepamos identificar al psicópata, protegernos de él y minimizar el daño que nos pueda hacer.
  • En mi opinión, aunque en los últimos cincuenta años se han escrito muchos libros y cientos de artículos sobre la psicodinámica de la psicopatía, no han avanzado mucho en la comprensión de este trastorno.
  • Su juego es la autogratificación a expensas de la otra persona. Muchos pasan algún tiempo en la cárcel, pero muchos otros no. Todos toman más de lo que dan.
  • Para hacerse una idea de la magnitud del problema que tenemos delante, consideremos el dato de que en Estados Unidos hay al menos dos millones de psicópatas; en Nueva York viven por lo menos cien mil. La psicopatía nos toca prácticamente a todos.
  • La prevalencia de la psicopatía en nuestra sociedad es la misma que la de la esquizofrenia.
  • Las expresiones más obvias de la psicopatía comprenden la violación flagrante de las normas sociales.
  • Los psicópatas están en un gran porcentaje entre los perfiles que describen los medios de comunicación (asesinos en serie, violadores, ladrones, timadores, maltratadores, criminales de cuello blanco, tiburones de la Bolsa, abogados perniciosos, barones de la droga, jugadores profesionales, miembros del crimen organizado, médicos a los que han retirado sus licencias, terroristas, líderes espirituales, mercenarios y hombres de negocios sin escrúpulos).
  • Los asesinos psicópatas no están locos, según los cánones legales y psiquiátricos. Sus actos no son el resultado de unas mentes trastornadas, sino de una racionalidad calculadora combinada con una incapacidad escalofriante para tratar a los demás como seres humanos pensantes y sensibles.
  • Es cierto que las infancias de algunos psicópatas se caracterizaron por la carencia emocional y material o los abusos físicos, pero por cada psicópata adulto con una infancia penosa nos encontramos otra con un hogar aparentemente cálido, con hermanos normales, capaces de amar y cuidar a los demás. La mayoría de las personas que han tenido infancias terribles no se convierten en psicópatas o asesinos.
  • Si no somos capaces de distinguirlos, estamos destinados a ser sus víctimas, como individuos y como sociedad.
  • La distinción entre asesinos trastornados y asesinos cuerdos pero psicópatas no está tan clara.
  • A veces, se usa el término sociopatía porque es menos probable que se confunda con psicoticismo o locura que la palabra que usamos nosotros: psicopatía.
  • Muchos clínicos han asumido por error que trastorno de personalidad antisocial y psicopatía son sinónimos. La mayoría de los criminales no son psicópatas.
  • El Psychopathy Checklist se usa ahora en todo el mundo para ayudar a los clínicos a distinguir, con una eficiencia razonable, los auténticos psicópatas de las personas que simplemente se saltan las normas.
  • Síntomas clave de la psicopatía:
    • Emocionales/interpersonales
      • Mente simple y superficial.
      • Personalidad egocéntrica y presuntuosa.
      • Falta de remordimientos o culpa.
      • Falta de empatía.
      • Persona manipuladora y mentirosa.
      • Portador de emociones superficiales, banales.
    • De desviación social.
      • Impulsividad.
      • Poco control de su conducta.
      • Necesidad de excitación.
      • Falta de responsabilidad.
      • Problemas de conducta en la infancia.
      • Conducta antisocial de adulto.
  • Una característica es que muchas veces se muestran como si no les importase que les descubran.
  • Los psicópaas tienen una visión narcisista de la vida. Se creen el centro del universo, seres superiores a los que se debiera permitir vivir según sus propias normas.
  • Se presentan muchas veces de manera arrogante y fanfarrona, seguros de sí mismos, dogmáticos, dominantes y chulos. Les encanta tener el poder y control sobre los demás y parecen incapaces de creer que los otros tienen opiniones válidas.
  • Raramente se avergüenzan de sus problemas legales, financieros o personales.
  • Muestran una increíble falta de interés por los devastadores efectos que sus acciones tienen en los demás. No se arrepienten en absoluto del dolor y la destrucción que han causado y afirman que no hay razón para preocuparse.
  • La falta de remordimiento o culpa de los psicópatas está asociada con una notoria habilidad para racionalizar su conducta y así zafarse de la responsabilidad de sus acciones.
  • Aunque a veces admita haber llevado a cabo actos delictivos, minimizará en gran medida o incluso negará las consecuencias de los mismos en los demás.
  • En un giro irónico, se ven a sí mismos como las víctimas reales.
  • Una profunda fala de empatía, parecen incapaces de “ponerse en la piel” de los demás, excepto en un sentido puramente intelectual. Los sentimientos de los demás no son de su interés.
  • Ven a la gente como meros objetos que les pueden dar gratificaciones.
  • La indiferencia a ser descubierto es extraordinaria.
  • Parecen sufrir una especie de pobreza emocional que limita el rango y la profundidad de sus sentimientos. Suelen aparecer como seres fríos y sin emociones, pero hay ocasiones en que muestran sentimientos, aunque apagados.
  • No suelen pasar mucho tiempo sopesando los pros y los contras de un curso de acción o considerando las posibles consecuencias.
  • Tienden a vivir al día y a cambiar de planes frecuentemente. No le dan mucha importancia al futuro. No les preocupa lo que suceda mañana. De hecho, tampoco les importa mucho el pasado.
  • Tienen la cabeza caliente y tienden a responder a la frustración, al fracaso, a la disciplina y a la crítica con repentina violencia, amenazas y ataque verbal. Se ofenden muy fácilmente. Sus estallidos, que pueden ser extremos, son generalmente de poca duración y una vez acabado el episodio actúan como si nada hubiese pasado.
  • Tienen una gran necesidad de excitación: desean vivir en la cuerda floja o “al límite”.
  • La mayoría empiezan a mostrar importante problemas de conducta a una temprana edad.
  • Una temprana crueldad con los animales es normalmente un signo claro de problemas emocionales y de conducta.
  • La crueldad con los otros niños también es parte de esa incapacidad para experimentar la empatía necesaria para aplacar los instintos que tenemos de infligir dolor a los demás, aunque estemos enfadados.
  • Son gente promiscua y tienen muchos hijos, algunos de los cuales puede heredar la predisposición al trastorno.
  • Si el crimen es la descripción del puesto de trabajo, el psicópata es el candidato perfecto.
  • Si rascamos en la superficie de la población de recursos de cualquier prisión encontraremos una especie de código moral, no necesariamente el código de la ciudadanía normal, pero de todas formas un código, con sus normas y obligaciones.
  • Ser un delincuente no significa necesariamente que no se tenga conciencia.
  • No muestran lealtad a grupos, códigos o principios más que al de “ser el número uno”.
  • Cerca de un 20% de reclusos, hombres y mujeres, son psicópatas; son responsables de más del 50% de los crímenes más graves que se cometen.
  • La estructura de la personalidad de los psicópatas supone un peligro para la sociedad.
  • Se las arreglan para llevar a cabo el doble de actos violentos y agresivos que los otros delincuentes, fuera y dentro de la cárcel.
  • Su violencia es insensible e instrumental, y su reacción suele ser de indiferencia. Y se puede precicpitar fácilmente con hechos de la vida cotidiana.
  • La tasa de reincidencia de los psicópatas es el doble que la de los otros delincuentes. La tasa de reincidencia de actos violentos es el triple de la de los otros delincuentes.
  • La investigación demuestra que muchos de los que disminuyen su actividad delictiva con la edad siguen teniendo la misma personalidad esencial. La diferencia es que aprenden a satisfacer sus necesidades de manera menos antisocial que antes.
  • George Bernard Shaw: “Los defectos del ladrón común son exactamente las cualidades del financiero”.
  • A diferencia de los delincuentes de cuello blanco “ordinarios”, los psicópatas engañan y manipulan no sólo a aquellos que les pueden proporcionar grandes sumas de dinero, sino también a sus amigos, familia y sistema judicial.
  • Distorsionan fácilmente la realidad incluso cuando saben que los demás están al corriente de sus fechorías.
  • Sus maniobras se ven facilitadas por la credulidad de la gente, personas que confían demasiado en la bondad del hombre.
  • Periodista: “No hay delito más humillante para el americano que ser un estúpido”.
  • Muchos psicópatas nunca ingresan en la cárcel ni en ningún otro centro. Son tan egocéntricos, insensibles y manipuladores como el resto; sin embargo, su inteligencia, su familia, sus habilidades sociales y sus circunstancias les permiten construir una fachada de normalidad y obtener lo que desean con relativa impunidad. Prefiero darles el apelativo de psicópatas predelincuentes.
  • A los psicópatas que piensan a lo grande no les faltan las oportunidades.
  • Fiscal: “Las cárceles federales para los ricos y privilegiados son una desgracia nacional”.
  • Todos somos vulnerables. A poca gente se la puede considerar tan sofisticada y perceptiva como para no caer en las maquinaciones de un psicópata.
  • La mentira patológica y la manipulación no son aptitudes reservadas a los psicópatas. Lo que les hace diferentes es la facilidad con la que mienten, la dominación del engaño en sus vidas y la insensibilidad con la que lo llevan a cabo.
  • El psicópata es como una persona con daltonismo que ve las cosas en tonalidades grisáceas, pero que ha aprendido a manejarse en un mundo de colores. Ha aprendido que la señal roja de los semáforos es la que está arriba.
  • Responden a las palabras emocionales como si fuesen neutrales.
  • Tienen un modo particular de responder a las preguntas: nunca dejan clara la respuesta. A veces, simplemente, no responden.
  • Molière: “Las personas puede ser inducidas a creer cualquier cosa con tal de que se le sazonen con alabanzas”.
  • La psicopatía no brota repentinamente, sin anunciarse, en la edad adulta. Los precursores del perfil descrito en los capítulos precedentes se revelan ya en la primera infancia.
  • La evidencia clínica y factual indica que la mayor parte de los padres de hijos diagnosticados como psicópatas son dolorosamente conscientes de que algo marchaba mal incluso antes de que el niño comenzar la escuela.
  • La “biblia” de la diagnosis psiquiátrica es el DSM-IV, de la American Psychiatric Association.
  • Si la intervención puede tener alguna oportunidad de éxito será si se lleva a cabo en la infancia. En la adolescencia, las posibilidades de cambiar los patrones de comportamiento del psicópata en estado embrionario son reducidas.
  • No puedo 
  • encontrar ninguna evidencia de que la psicopatía sea el resultado directo de factores sociales o ambientales en la infancia.
  • La tesis que yo defiendo es que la psicopatía surge de una compleja y poco entendida interacción entre diferentes factores biológicos y fuerzas sociales. Los elementos necesarios para el desarrollo de la psicopatía son proporcionados en parte por la naturaleza y posiblemente por algunas influencias biológicas desconocidas en el desarrollo del feto y del recién nacido. Como resultado, la capacidad para desarrollar controles internos y conscientes y para hacer “conexiones” emocionales con los otros es muy reducida.
  • Nuestra sociedad se está moviendo en la dirección de permitir, reforzar e incluso valorar algunos de los rasgos patológicos enumerados en el Psychopathy Checklist (impulsividad, irresponsabilidad, falta de remordimientos, etc.), nuestras escuelas pueden estar creando un microcosmos muy peligroso. Una “sociedad camuflada”, donde los verdaderos psicópatas se pueden ocultar muy bien para continuar sus caminos de destrucción y autogratificación.
  • ¿Qué es lo que he hecho mal como padre para criar a un hijo así? La respuesta es: posiblemente nada.
  • La evidencia cotidiana nos lleva a pensar que el comportamiento de los padres no tiene nada que ver con ello.
  • El comportamiento de los padres puede no ser responsable de los ingredientes esenciales del trastorno, pero es posible que tenga mucho que ver con el desarrollo y la expresión del síndrome. Qué duda cabe de que un ambiente social y físico desfavorable o una mala educación por parte de los padres puede exacerbar problemas potenciales.
  • Antes de poder desarrollar programas de tratamiento y control efectivos para los psicópaas debemos identificarlos correctamente.
  • ¿Por qué parece que nada funciona? Una asunción básica de toda psicoterapia es que el paciente necesita y desea que le ayuden. Los psicópatas no sienten que tienen problemas emocionales o psicológicos y no ven razón para cambiar su conducta para adaptarse a unos estándares sociales con los que no están de acuerdo.
  • Desafortunadamente, estos programas terapeúticos sólo proporcionan al psicópata mejores estrategias para manipular, engañar y utilizar a la gente.
  • Saemos que la conducta de muchos psicópatas mejora con la edad.
  • Un buen psicópata puede hacer bailar a cualquier al ritmo que le plazca.
  • Nuestra mejor defensa es entender la naturaleza de estos depredadores humanos.
  • Las personas que viajan solas suelen ser objetivos preferentes de los psicópatas.
  • Los psicópatas son muy habilidosos a la hora de detectar y explotar los puntos débiles de la gente, en apretar los botones adecuados. Su mejor defensa será conocerse a sí mismo: saber cuáles son sus puntos débiles y estar alerta cuando alguien apunte a ellos.
  • Tienen una fuerte necesidad de control psicológico y físico.
  • En gran medida, las 
  • personalidad de los psicópatas están “grabadas en piedra”. Existe poca probabilidad de que cualquier cosa que hagamos produzca cambios fundamentales y perdurables. Algunos algunos “maduran” un poco con los años y, a consecuencia de ello, es más fácil vivir con ellos, en la mayoría de casos siguen siendo los de siempre.
  • Tenemos que aprender a socializarlos, no a resocializarlos.
  • Si fracasamos en resolver el misterio de la psicopatía, el coste financiero y social puede ser impresionante.

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