LA VIDA NO VIVIDA ES UNA ENFERMEDAD DE LA QUE SE PUEDE MORIR. Carl Gustav Jung
El Camino de los Sueños
Marie L. von Franz, entrevistada por Fraser Boa
En su forma negativa, el animus, el hombre interior de la mujer, es una fuerza maligna que destruye la vida. Separa a la mujer de su propia feminidad. La aparta del calor humano y la delicadeza, aislándola en un mundo sin sentido, martirizada por manos invisibles. Se siente víctima, atrapada por circunstancias externas o un destino cruel. A la larga quizás llegue a creer que su terrible soledad no tendrá alivio en este mundo y se sumergirá en fantasías de muerte. El siguiente poema fue escrito en un estado de posesión de un animus de este tipo y expresa la pavorosa soledad de una mujer separada de su feminidad:
Busco, pero el desierto me rodea;
Tengo sed, pero no hay agua que me sacie;
Lloro, pero no hay brazos que me estrechen;
Anhelo, pero no hay seno que me amamante;
Ansío, pero no hay leche que me alimente;
Necesito, pero no hay falo que besar;
Siento sólo la explotación de mis amigos;
Temo que la muerte sea igual.
El complejo paterno puede crear un infierno en el inconsciente de la mujer. Su autoridad puede ser absoluta, impidiéndole efectivamente el contacto con su espíritu creativo. Este sueño muestra la masculinidad de una mujer en una forma altamente crítica, revelando cómo el animus la tortura y empuja a un amargo aislamiento:
Estoy sentada en el suelo de una lejana cabaña, cepillándole el pelo a un gato. No lo veo, pero sé que tiene pelaje anaranjado porque saco pelos del cepillo. Detrás mío una mujer habla por teléfono. Estoy sentada junto a un hombre que no reconozco, pero en el sueño sé que es mi padre. Es alto, fuerte, de pelo corto. Es jefe de policía y vivimos en la delegación de un remoto destacamento.
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