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Paz y Ciencia

sábado, 26 de abril de 2014

La Paradoja en Winnicott


La paradoja en Winnicott

En 1971 Winnicott publica Realidad y Juego. En su introducción advierte que es una ampliación de su hipótesis de 1951 formulada en Objetos transicionales y fenómenos transicionales. Allí pone el acento sobre lo que califica como “un descuido de los psicoanalistas” para hacer referencia a que había sido mal interpretado.
Donald Winnicott llama la atención sobre el hecho de que los psicoanalistas se habían dedicado al estudio de la naturaleza humana -o bien, como efecto de las relaciones interpersonales o bien, por la acción de la realidad interior- soslayando el estudio de determinada zona de la experiencia individual. Así, orienta todo su esfuerzo a la demostración de la existencia de una tercera área. Se trata de un área de transición entre el yo y el no-yo; entre la realidad psíquica, que es personal e interior y la realidad exterior o compartida; entre la creatividad primaria y la percepción objetiva basada en la prueba de realidad. El objeto transicional, que no es más que el signo tangible de ese campo transicional de experiencia, había pasado desapercibido en su singularidad, se había visto reducido a la suposición de que era un objeto más. ¡Otro objeto más! ironiza Pontalis en el prólogo a la edición francesa.
Winnicott señala que en esos 20 años la experiencia cultural no había encontrado su verdadero lugar en la teoría psicoanalítica; así, es evidente que lo que él estudia no es el trozo de tela o el osito del bebé, sino su uso. Con este movimiento, vira el centro de atención del objeto usado hacia el uso del objeto y hacia la paradoja que implica. Si la adaptación de la madre al bebé es lo bastante buena (good enough), se produce en el niño una ilusión: existe una realidad exterior que corresponde a su propia capacidad de crear. “Nunca le preguntaremos: ¿concebiste tú esto o te fue presentado desde fuera?” (Winnicott, 1951:321) “Mi contribución consiste en pedir que la paradoja sea aceptada, tolerada y respetada, y que no se la resuelva.” (Winnicott, 1971:14)
Cita a la que si prestamos especial atención, veremos que contiene cuatro verbos, ninguno de ellos es “buscar”. En este sentido, advertimos una diferencia importante con los que “buscan” provocar activamente paradojas. Para Winnicott no se trataba de provocarla o buscarla, sino de aceptarla, tolerarla, respetarla y no resolverla cuando ésta se presentaba.
Para sostener esta afirmación me referiré a un artículo en el Winnicott alude a la aplicación clínica del concepto de falso self. Allí hace mención a un paciente que en una oportunidad le dijo: “Solo me sentí esperanzado cuando usted me dijo que no tenía ninguna esperanza, y continuó con el análisis” (Winnicott, 1960:198). Se trataba de un paciente que había pasado por la experiencia de un análisis fútil, basado en el self falso, cooperando con un analista que creía que ese era su self total. En ese contexto la intervención de Winnicott apunta al “reconocimiento de hechos importantes, realizados con claridad en los momentos oportunos”. Se trata de no suponer la existencia de una persona donde no la hay. Reconocer una persona que no ha experimentado el sentimiento de estar vivo permite que esta comience a sentirse “real”. He ahí la paradoja. ¿Cómo no relacionarlo con la función del analista “lo bastante bueno” que tiene la capacidad de identificarse con el paciente y que aporta la intervención en el momento en que el paciente la “necesita”? Momento inaugural de una zona de confianza que hace posible la aparición de lo “informe” (“lo no preconcebido por otros”).
Winnicott formula una pregunta con la cual nos encontramos a lo largo de su Playing and Reality ¿qué es lo que hace sentir vivos a los seres humanos?, ¿en qué consiste lo específicamente humano? Del mismo modo que desvía el interés por los objetos hacia su uso, desplaza el acento puesto en las obras de arte (los productos creados) hacia la creatividad misma y el acto creador no intencional. Es aquí donde ubicará el eje del sentimiento de estar vivo: en la apercepción creadora, informe, espontánea, genuina, original. Winnicott afirma que para abordar el tema del vivir creador -variable de una persona a otra- no alcanza con estudiar la realidad psíquica o la realidad exterior, ambas son más o menos constantes, siendo la una determinada biológicamente y la otra de propiedad común (Winnicott, 1971: 138) y propone ubicar la creatividad en la tercera zona de experiencia, el espacio transicional. El contraste está dado por el hecho de que este espacio potencial no se constituye por un orden de determinaciones específicas, sino por una paradoja. Precisamente, lo fundante de los fenómenos transicionales es la imposibilidad de discernir determinación alguna.

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