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Paz y Ciencia

martes, 8 de abril de 2014

Acerca del Nombre del Padre en Lacan


Acerca   del    Nombre-del-Padre   en   Lacan

                                                                                          por Dra. Marta Gerez-Ambertín

              Planteo el enigma : «El padre, qué es hoy para el  psicoanálisis ?», enigma fundamental para el psicoanálisis por cuanto  hace al fundamento de la teoría y la clínica psicoanalítica  en tanto los desarrollos de Freud y Lacan se edifican sobre la pregunta por la cuestión del padre.
      Freud  abrió las vías  para interrogar en torno al lugar del padre en psicoanálisis  desde el mito moderno de "Totem y Tabú",  y es casi en las postrimerías de su obra, en "Moisés y la religión monoteísta" - 1938- donde responde que el padre es un artificio, una creación, una abstracción,  un  "progreso de la espiritualidad" en tanto su función estriba en la instauración de la ley que regula el acceso  a lo permitido y lo infranqueable de lo prohibido. Lacan, que  continúa la vía abierta por Freud  respecto al enigma del padre, también ubica a éste como un artificio, esto es, una construcción, algo que fundamentalmente surge como un efecto mediato,  nunca   inmediato.
      Freud afirmaba “pater semper incertus est”, la madre, en cambio,  es “certíssima”.  Corresponde, pues,  interrogarnos  porqué el padre en psicoanálisis está  allende cualquier operación de constatación de filiación  -más allá de todo test-; y es que en tanto artificio de la filiación mantiene siempre una incógnita imposible de despejar hasta sus últimas consecuencias... siempre habrá, del lado de la función paterna, un no todo significable y descifrable.
      Este complejo lugar del padre en psicoanálisis se complementa con las puntualizaciones freudianas respecto al  de la madre como  Otro primordial e innombrable, justamente opuesto al  del padre  que  surge en torno al artificio de la palabra,  se estructura en tanto nombre (Nombre-del-Padre), y en tanto nombrante. Un nombrante que, paradójicamente, “no tiene nombre... propio”  porque lo fundamental de su creación implica que la incógnita que acompaña a su función nunca podrá ser definitivamente despejada... y eso es lo que hace que Dios y el padre sean...  inconscientes.  Ruptura fundamental  aquí  entre el psicoanálisis y las religiones.
      Una vía regia para trabajar esto  en la obra de Freud se abre en   "Proyecto de psicología para  neurólogos"  -1895- a partir del siguiente enunciado "[...] entendimiento (verstandigung o comunicación) y el inicial desvalimiento del ser humano es la fuente primordial de todos los motivos morales". La conjunción de lenguaje -que sostiene la función del padre- y el desvalimiento  -que hace posible  la vigencia del Otro primordial-  abren las pistas  al  decurso del Complejo Edípico: lo inconmensurable de das-Ding y lo conmensurable de la función del padre que contornea y pone límites (desde su ley de la palabra)  al circuito articulable del deseo que deja como in-satisfecho el acceso al cuerpo mortífero -y no por ello menos anhelado- de la madre. Es así como el Edipo, en su estructura, es la fuente de todos los motivos morales o, más bien, específicamente éticos, por las paradojas que la codicia de la-Cosa y su bien, confrontados a la ley del padre, despiertan en la subjetividad.
      Sin embargo, hasta aquí, y en el trayecto de nuestros enigmas la cuestión del padre en psicoanálisis, encontramos algunas vías de respuestas: el padre como creación y artificio se crea en torno a lo nombrante  que surge del lenguaje y la palabra; así esta función, que se erige alrededor de un significante, es un referente y un ordenador fundamental que  posibilita construir el lugar del sujeto en la cadena generacional en tanto la función del padre como ordenadora  coloca la numeración posible en la serie generacional.
      Borges  explicita mejor mi desarrollo en su poema "Junin" :
                                         "Soy, pero también el otro, el muerto,
                                           el otro de mi sangre y de mi nombre;[...]
      Con dos pinceladas metafóricas Borges traza el trazo del padre, el padre es un donador a quien se le adeuda filiación y genealogía:uno no nace de sí mismo, el cachorro humano no se hace él mismo, tampoco  es sólo el fruto del vientre materno, nace de un Otro, el que otorga la sangre y el nombre. Se puede testear la sangre, pero, paradójicamente, del lado del nombre siempre ha de quedar una incógnita no despejable del lado del muerto, del padre muerto, aquel  cuyo lugar posibilita el soporte de filiación y genealogía en tanto encadena al sujeto a una historia que lo inscribe en la serie generacional.
      Un  psicoanalista, maestro y amigo, justamente cordobés de nacimiento y radicado en México, el Dr. Néstor Braunstein, dirá en "Sobre deudas y culpas"
-Actualidad Psicológica Nro. 208, abril 1994- : "Deuda genealógica. Existir en la sociedad es estar inscripto en ella en relación con el nombre de los antepasados. Lo habitual en nuestras culturas es recibir el nombre del padre. Occidente vive en la tradición emanada del derecho romano. La existencia es humana en tanto que enganchada en algún árbol genealógico. Recibir un nombre establece desde el principio el deber de portarlo. Se debe y es deuda, Schuld; los traductores de Freud pondrían guilt, culpa. La vida, perdón por la obviedad, depende del símbolo y los romanos ya establecían que había un doble nacimiento, físico, de la madre, y político, del padre. Ex padre natus.  Sobra aclarar que el nacimiento es también un efecto de la Ley que preside las alianzas. Nada nace sin la palabra".
      Llegamos así, en este viaje en pos de los enigmas del lugar del padre en psicoanálisis a otra estación de arribo, estación que no sólo permite responder que el padre es artificio, sino también agregar:  artificio ordenador y referente de genealogía y filiación, aunque la incógnita de su función no se agota sino que mantiene y se sostiene en el enigma de una incógnita no despejable. Así,  dirá Lacan:  "El padre tiene tantos nombres que no hay uno que le convenga. No de nombre que sea nombre propio, sino el Nombre como existencia"  -"El Enmascarado"-. Nuevamente Borges viene en nuestro auxilio,  su escritura allana el camino de formulaciones que, desde el psicoanalisis, parecen meras abstrusidades.   En el poema  "Al hijo"  dirá :
                        "No soy yo quien te engendra. Son los muertos.
                        Son mi padre, su padre y sus mayores;
                        Son los que en un largo dédalo de amores
                        Trazaron desde Adán y los desiertos
                        De Caín y de Abel, en una aurora [...]
                        [...] Siento su multitud. Somos nosotros
                         y entre nosotros tu , y los venideros...
      Estamos en condiciones, creo, de continuar  nuestra indagatoria sobre el padre. Hasta aquí hemos destacado al padre en psicoanálisis como un lugar (el de un significante) y una función (lógica), y es que  mantuvimos  especial cuidado para  no entramparnos con las formulaciones antropológicas o psicológicas, ya que en psicoanálisis no se trata del padre como persona, personaje o sujeto, ni de las posibles formas en que se ejerce el rol de padre y se sostiene su status: el padre no es una persona ni un sujeto, ni un rol, sino únicamente un significante que opera como mojón, ancla,  esto es, punto de capitón que permite detener el movimiento errático del efecto sujeto. La función paterna, como Nombre-del-Padre, posibilita una función de anclaje; de no ser por tal función el efecto sujeto sería el de una deriva constante   -en tanto el sujeto es vacío y se define por un significante que lo representa para otro significante-   lo que aparece como un observable clínico en la dispersión subjetiva, frecuente no sólo en psicosis sino también altamente frecuente en neurosis.
      Lacan puntualizará que la falla de la función del Nombre-del-Padre no puede  vincularse a la simple carencia paterna referida a la persona del padre,   " [...] el padre tonante, el padre bonachón, el padre todopoderoso, el padre humillado, el padre engolado, el padre irrisorio, el padre casero, el padre de picos pardos [...] " -"De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis". Escritos II. Pág. 559-560-.   En todo caso la falla de su función, ya sea por su eventual desfallecimiento en neurosis o su forclusión en psicosis, ha de vincularse siempre al significante "ser padre"  en lo que refiere al Nombre-del-Padre. Es en el Seminario III donde encuentra una metáfora muy clara sobre ese significante, el de la carretera principal: "La carretera principal es un ejemplo de la función del significante en tanto que polariza,  agrupa un haz de significaciones [...]" -pág. 416-. Esto nos permite afirmar que, en suma, el significante Nombre-del-Padre es un significante polarizante, sin él, sin el efecto de su abrochamiento en la cadena significante, el sujeto queda errabundo.
      Tal significante funciona como carretera principal ya que en torno a él  se ordenan los múltiples caminitos por donde circula la dispersión imaginaria y el efecto de lo real del goce del sujeto. Pero no se trata del ordenamiento que emana de una orden -trabajé esta cuestión más precisamente en  mi  libro "Las voces del superyó"-,  sino que se trata  de una orden que emana de una legalidad, aquella que adviene de la función que cumple la ley de la palabra que vehiculiza el padre, ley de prohibición de incesto y parricidio. Así, en torno al padre  en psicoanálisis, no se trata de carencia o exceso de padre, de carencia o exceso de papá, se trata de la función que el significante Nombre-del-Padre inscribe para poner límites al goce que embarga a la madre y al hijo.
      Lacan, al trabajar el artificio del padre dice que por tal se entiende un significante sustituído a otro significante.  No es necesario complicarse la vida para captar lo que quiere decir con esto, basta simplemente con leer  la fórmula de la metáfora paterna -especificada en "De una cuestión preliminar..."  y en el Seminario V-   para entender que el significante sin respuesta posible del deseo de la madre es sustituído por el del Nombre-del-Padre. Tal metáfora produce un plus de significación, una respuesta  -si bien una respuesta no única sino pluralizable e inagotable-, en suma,  una respuesta posible a la falta del Otro por las múltiples coartadas que propone el falo imaginario
(-
j):

Nombre-del-Padre      .       Deseo de la madre       A         o          A
Deseo de la madre                           x                      j                   - j                                                                        
                                                     ( ? )

      La fórmula de la metáfora paterna dice que sin el significante Nombre-del-Padre, la pregunta por el deseo de la madre deja sin respuesta al sujeto, pues lo único que aquella puede querer de él como Otro primordial es el apego, el todo con ella para  colmarla y colmarse, es decir,  renunciar a  cualquier otro destino y colmar el goce mortífero. En cambio el padre, como significante que hace sustitución, instaura variedad y serialidad de respuestas a la falta de la madre y del Otro y, fundamentalmente,  posibilita al sujeto un destino sexuado  y la alternativa de responder  al deseo del Otro
(A) con señuelos (-
j  ) y no con el " ¡¡presente!!", que deja al sujeto enclaustrado y a merced del goce del Otro. De modo pues que el saber no sabido del inconsciente implica responder con señuelos ( -j   ) porque hay pérdida de goce.
      Cabe aclarar en lo que hace a la manera en que presentamos la segunda alternativa de resolución de la metáfora paterna como tachadura del Otro (A) y negativización del falo (-j), que es la manera para pensar, ya desde los seminarios V y VI,  los caminos abiertos por Lacan para  poder arribar en 1963  al pasaje  del singular Nombre-del-Padre a su pluralización Los Nombres-del-Padre (clase única del seminario interrumpido "Los Nombres del Padre  del 20-11-1963). Porque si son múltiples las respuestas posibles a la inconsistencia del Otro, el padre como significante que aglutina los significantes, ya sea como punto de almohadillado, el padre como carretera principal, el padre como muerto y como Totem, el padre como anudante del complejo de castración en el Edipo, en suma el padre como Nombre no refiere sino auna función que rodea a una pluralidad: el Edipo, el síntoma, la mujer, etc, variedades posibles de los Nombres-del-Padre, aún cuando la función padre siga soportando lo fundamental, esto es, brindar al sujeto un  significante  que cumple la función de soporte aglutinante para responder en torno del deseo del Otro.
      Esta articulación que hago posibilita  aventurar algunas respuestas  para entender porqué Lacan invita, en la  clase única del seminario interrumpido "Los Nombres del Padre", a recorrer puntualmente toda su formulación de la metáfora paterna y el Nombre-del-Padre para arribar a la pluralización de los Nombres-del Padre.  Intentemos su itinerario:
- "Si el  complejo de Edipo tiene sentido, es  precisamente porque plantea como fundamento de nuestra  instalación entre lo real y lo simbólico, así como de nuestro progreso, la existencia de aquel que tiene la palabra, de aquel que puede hablar, del padre. Para decirlo todo, lo concreta en una función  que en sí mismo es problemática. La pregunta qué es el padre? está planteada en el centro de la experiencia analítica como eternamente irresuelta, al menos para nosotros, analistas"- Seminario IV. "La relación de objeto" Pág. 374. (l9-6-l957).
- "[...]de lo que se trata es de la función del nombre del padre, que ocupa el nombre del padre en la cadena significante [...] no hay sujeto si no hay significante que lo funde [...]. - Seminario V . " Las formaciones del inconsciente"  (22-1-l958)
- "Es en un accidente de este registro {de la cadena significante.  M. Gerez Ambertín}y de lo que en él se cumple, a saber la preclusión del Nombre-del-Padre en el lugar del Otro, y en el fracaso de la metáfora paterna, donde designaremos  el efecto que da a la psicosis su condición esencial, con las estructuras que la separan de la neurosis"  -"De una cuestión preliminar. Escritos. Vol 2. Pág. 556. (1958)
- "Para ir ahora al principio de la preclusión (Verwerfung) del Nombre-del-Padre, hay que admitir que el Nombre-del-Padre redobla en el lugar del Otro el significante mismo del ternario simbólico, en cuanto que constituye la ley del significante"  - "De una cuestión preliminar..." Escritos. Vol 2. Pág. 559. (1958)
- "[...] qué es un Padre? Es el padre muerto, responde Freud pero nadie lo escucha, y en la medida que Lacan lo persigue bajo el capítulo de El Nombre-del-Padre [...] -"Subversión del sujeto"  Escritos. Vol. 2. Pág. 792. (1960)
- "Freud no descuida el Nombre-del-Padre. Al contrario, habla muy bien de él en "Moisés y la religión monoteísta"- de modo ciertamente contradictorio en opinión de  quien no tomase a Totem y Tabú por lo que es, es decir un mito -diciendo que en la historia humana el reconocimiento de la función del Padre es una sublimación esencial a la apertura de  una espiritualidad"Seminario VII  "La ética del psicoanálisis"   Pág. 219. (Clase del  23-3-1960)
"[...] Qué quiere decir el mito de Edipo, sino que el deseo del padre hizo la ley?" Seminario X. "La angustia"  (Clase del 16-1-1963).
- "Pero Freud nos revela que es gracias al Nombre-del-Padre que el hombre no permanece atado al servicio sexual de la madre, que la agresión contra el Padre está en el principio de la Ley y que la Ley está al servicio del deseo que ella instituye por la prohibición del incesto".-"Del  Trieb de Freud"  Escritos .Vol 2. Pág. 831.  (Enero l964)
- "Además [...] hay gente que puede decirme - sigue sabiendo, pero cómo si tú todavía tienes que decir lo que sabes de los nombres del padre-.  Seminario XVII  "El reverso del psicoanálisis" Pag. 115. Clase (11-3-197O).

      Tal pluralización que no se podría haber sostenido sin la formulación lógica que Lacan había formulado en el seminario inmediato anterior al interrupto, esto es, el Seminario X de "La Angustia" (1962-3). Y es que allí había quedado claro que la angustia  emerge  donde los recursos del sujeto para contornear al objeto a fracasan. ¿Qué son los Nombres-del-Padre sino modos posibles para   bordear el objeto a, modos posibles para poner límites a la-Cosa que a-Cosa?
      Ustedes que siguieron este recorrido sobre la pregunta “El padre, ¿qué es hoy para el psicoanálisis?”  ncontraron diversas respuestas posibles, pero atendiendo a ellas como artificio, como función, lugar, significante aglutinante, metáfora, carretera principal, respuesta  al deseo del Otro, contorno  al objeto a seguramente  se irán a sus casas con una pregunta: si el  significante Nombre del Padre  no se confunde con la persona del padre, ¿qué permite el sostenimiento de su función hoy? Dejo en Lacan la respuesta quien puntualizará : "¿Qué es un padre? Esta pregunta es una forma de abordar el problema del significante del padre, pero no olvidemos que también se trata de que los sujetos acaben convirtiéndose a su vez en padres. Plantear la pregunta ¿qué es un padre? es todavía algo distinto que ser uno mismo un padre, acceder a la posición paterna. Veamos. Si es cierto que para cada hombre el acceso a la posición paterna es toda una búsqueda, no es impensable decirse que en verdad, al fin y al cabo, nadie lo ha sido nunca por entero".
      Esa enunciación  enfatizada por  Lacan "nadie lo ha sido nunca por entero", no sólo tranquiliza los desesperados esfuerzos por ser todo-padre en el que se empeñan obsesivamente algunos sujetos, sino que reafirma que la inconsistencia del Otro hace imposible serlo todo. Sin embargo,  hoy,  en los confines del milenio y ente la vertiginosa caída de emblemas e ideologías  no dejamos de insistir desde el psicoanálisis : si bien la función del padre en psicoanálisis, toda no puede sostenerse,  como anudante del sujeto a la ley  -lo que hace posible el sostenimiento del sujeto del deseo-  es condición  y posibilidad del destino sexuado del sujeto. La ley que se sostiene en  las variaciones posibles de los Nombres-del Padre es la única que pondrá coto al asedio incansable del goce del Otro que bajo las formas más monstruosas del sacrificio, amenazan, en este fin del siglo,  con la desaparición del sujeto  en un intento por objetivizarlo, todo esto, y paradójicamente, al amparo de la tentación de todos y  cada uno de los habitantes de este tan vapuleado planeta.

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