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Paz y Ciencia

jueves, 25 de noviembre de 2010




La piel es lo más profundo que hay en el hombre. Paul Valéry

Alegría y tristeza son dos emociones normales que pueden llevar al paroxismo, elación, manía o hipomanía y depresión. Ambas pueden presentarse y así es como normalmente sucede, en el mismo indivivuo. La persona con estos síntomas han sido estudiadas en los años 40 por Melanie Klein escribiendo trabajos muy interesantes que han tenido buena acogida entre los kleinianos y el grupo intermedio ha cogido con cuidado y tamizado el material que ella presentaba. Probablemente fue más fértil que Anna Freud, su competidora del psicoanálisis británico. Ha tenido más repercusión y se estudia más profundamente. Klein hablaba de la posición esquizo-paranoide y de posición depresiva.
La posición esquizo-paranoide en su numenclatura tiene un origen en Fairbairn, otro psicoanalista y probablemente su cuño procede del deseo de Melanie por ser médico, sueño que se truncó por las vicisitudes de la época. Ella se centró en el psicoanálisis creando escuela y creando un dogma muy férreo. Klein, en la posición esquizoparanoide considera que el bebé ataca al pecho de la madre, la devora y siente envidia y odio por ella, tiene los objetos fragmentados, no es capaz de integrar que esa mamá es la que también le cuida, le acuna, etc. Durante la posición depresiva se integran los objetos y aparece la culpa, cuestión que le lleva a la reparación del daño. Los lacanianos han pensado que esto era teoría especulativa poco contrastable en niños de o-4 meses en la posición esquizoparanoide y de 4 meses en adelante en la depresiva. La verdad es que nos aporta una mirada interesante para valorar también a los adultos que pueden reflejar esos estados emocionales, infiriendo, claro está, la posición en la que se encuentra. Por ejemplo una persona con trastorno borderline o bipolar pasa primero por una posición esquizoparanoide y luego por la posición depresiva. Esto se traduce en que al principio rige la desconfianza, el desafío, la envidia y el odio y después la depresión traducida en culpa o preocupación como prefería Winnicott. La clínica es muy rica y hay cantidad de aportes para las miradas clínicas, creo que aunar todas las versiones posibles enriquece al psicoanalista-psicoterapeuta.

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