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Paz y Ciencia

miércoles, 27 de octubre de 2010

Psicoterapia y Existencialismo: Rogers y Campos de Concentración

[...]En psicoterapia lo importante es la relación humana entre el doctor y el paciente. Lo importante parece ser el encuentro personal o, en términos de Jaspers, la "comunicación existencial". "El encuentro cálido, subjetivo y humano entre dos personas", dice Carl Rogers, "es mucho más efectivo para facilitar el cambio que el más preciso conjunto de técnicas que se derivan de la teoría del aprendizaje o del condicionamiento operante". En otro lugar, dice también Rogers: "el cambio de personalidad si inicia por las actitudes que adopta el terapeuta, más que primariamente por su conocimiento, sus teorías, o sus técnica... Puede ser una nueva manera de experimentar, de una experiencia más inmediata y fluida, con mayor aceptación, que es la característica esencial del cambio terapéutico, más que, por ejemplo, el beneficio de la comprensión o de la lenta penetración de la relación de transferencia, o el cambio en el concepto de sí mismo".

[...]Ahora bien, el que no puede agarrarse a un punto final, a un futuro, a un punto de apoyo corre peligro de dejarse colapsar interiormente. Quizás, en vez de recurrir a largas consideraciones y exposiciones teóricas, sea más adecuado mostrar, mediante un ejemplo concreto, cómo este colapso físico-psíquico, que se produce cuando se ha bloqueado la dirección normal de la existencia humana hacia un futuro, afecta a las funciones vegetativas. A comienzos de marzo de 1945, había tenido un sorprendente sueño. Una voz que decía ser profética le dijo que podía preguntarle cualquier cosa, porque podía responderlas todas. Y preguntó a la voz cuándo iba a acabar para él la guerra. La respuesta fue: el 30 de marzo de 1945.
El treinta de marzo caía cerca, pero nada parecía que la voz pudiera tener razón. El 29 de marzo, mi camarada se puso febril y delirante. El día 30, quedo inconsciente. El 31 de marzo murió; se lo llevaron fiebres tifoideas. El 30 de marzo, el día en que perdió la conciencia, la guerra había literalmente terminado para él. No nos equivocamos si suponemos que, debido al desencanto que le había producido el curso real de los acontecimientos, el "biotono" (Ewald", la inmunidad y la capacidad de resistencia del organismo, se vinieron abajo y la infección hasta entonces latente en su interior se desarrolló con suma facilidad.

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