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Paz y Ciencia

sábado, 9 de octubre de 2010

"La neurosis como fracaso del desarrollo personal"

Para la discusión de este tema he preferido seleccionar unos pocos aspectos a tratar de abarcarlo en toda su amplitud, en parte porque los he estado estudiando y en parte porque pienso que son especialmente importantes, pero principalmente porque no se los ha tenido en cuenta.
En el marco de referencia que hoy se da por sentado, la neurosis es, en un sentido, un estado patológico y descriptible que existe en el presente, una especie de mal, enfermedad o dolencia dentro del modelo médico. Pero al mismo tiempo, hemos aprendido a verla desde una perspectiva dialéctica, simultáneamente como una especie de avance, un torpe tanteo, tímido e inseguro, que bajo la égida del temor más que del coraje, tiende a la salud y a una condición humana más plena y que ahora abarca tanto el futuro como el presente.
Todas las pruebas de que disponemos, en su mayoría pruebas clínicas, aunque también ya de otras clases de investigaciones, nos indican que es razonable suponer, en prácticamente la totalidad de los seres humanos, y con certeza en casi todos los recién nacidos, la existencia de una voluntad activa hacia la salud, un impulso hacia el crecimiento o la actualización de las potencialidades humanas. Sin embargo, nos enfrentamos inmediatamente con la triste realidad de que muy pocos lo logran. Sólo una pequeña parte de la población alcanza la identidad o individualidad, la plena humanidad, la autorrealización, etc., incluso en una sociedad como la nuestra que es, relativamente una de las más afortunadas sobre la faz de la tierra. Ésta es nuestra gran paradoja. Si tenemos el impulso hacia el desarrollo de la plena humanidad, ¿por qué, entonces, no acontece más a menudo? ¿qué lo impide?[...]

[...] Este es un distanciamiento radical del modelo clínico, un distanciamiento que llega con mucho retraso. En un sentido literal, neurosis significa una enfermedad de los nervios, una reliquia perfectamente prescindible en la actualidad. Además el uso de la etiqueta "enfermedad psicológica" pone a la neurosis en el mismo universo del discurso que las úlceras, lesiones, invasiones bacterianas, huesos rotos o tumores. Pero hoy ya sabemos que es mejor considerar a la neurosis como relacionada con las alteraciones espirituales, la pérdida de significado, las dudas acerca de los objetivos de la vida, el dolor y la ira por la pérdida de un amor, el concebir la vida de otro modo, la pérdida del coraje o de la esperanza, la desesperación ante el futuro, el disgusto por uno mismo, el reconocimiento de que malgastamos nuestra vida, de que no tenemos posibilidades de amor o alegría.
Todos estos son apartamientos de la plena humanidad, de la plena eclosión de la naturaleza humana. Son pérdidas de la posibilidad humana, de lo que hubiera podido ser y tal vez todavía pueda ser. La higiene y la profilaxis física y química tienen una pequeño hueco en este campo de la psicopatogénesis, pero nada son en comparación con el papel mucho más poderoso que desempeñan los condicionantes sociales, económicos, políticos, religiosos, educativos, filosóficos, axiológicos y familiares.
Abraham Maslow: "La personalidad creadora". Kairós.

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Maslow tiende a realizar una lectura de la clínica de la neurosis desde el punto de vista humanista, del cual es ferviente defensor y pionero. Junto con él confluyen otros autores, como Laing. Laing reflexiona: "Si este proceso metanoico se confirma por otros, que es lo que yo sospecho que es, una fuente de curación abierta a veces sólo a aquellas personas cuyo tratamiento consiste en negarles esta posibilidad, no podría existir un malentendido más trágico e irónico"
Laing R.D.. 1967. El estudio de la familia y los contextos sociales en relación al orígen de la esquizofrenia. En: Ronald.D. Laing y M. Schatzman. 1972. Esquizofrenia y presión social. Tusquets. Barcelona
Para Laing la enfermedad es un intento de curación de la persona, se refiere a la psicosis en particular.
Maslow destroza años de investigación psicoanalítica para posicionarse desde un punto de vista más social, considerando la estructura donde se desenvuelve la persona. Como Winnicott valora la creatividad como una forma de vida que proporciona bienestar y a la larga salud. Las leyes que el propio individuo tiene, su red social y familiar, su entorno en definitiva es algo muy apreciado por esta corriente de los sesenta-setenta donde de alguna manera tangencial también podríamos incluir a Thomas Szasz con dos trabajos excelentes: "El segundo pecado" y "El mito de la enfermedad mental", también es de destacar, aunque este último que voy a citar tiene relaciones más íntimas con la política: "Nuestro derecho a las drogas". Un libro que hay que saber leer porque muchas personas y familias sufren por los efectos destructores de la psique y de la vida social de las drogas.
Esta corriente humanista considera que los diagnósticos no son prácticamente necesarios, tienen una mirada vitalista, de confianza en el potencial humano para reparar su dolor y para crecer mentalmente. Algunas de estas ideas se recogen todavía hoy y tiene su eco en autores de otros modelos como el señor Winnicott, omnipresente en este espacio. Winnicott, como Rogers y Maslow considera que lo fundamental es trabajar con la parte sana de la persona, con sus potenciales de salud y trabajar con ella según una fuerte relación emocional que sea en sí misma reparadora de los daños y carencias que haya podido desarrollar la persona con un problema psicológico. 
El humanismo se mantiene en niveles mínimos y estables en la propuesta de los psicoterapeutas siendo el psicoanálisis, la psicoterapia  dinámica, la psicoterapia cognitivo-conductual y la sistémica las más estudiadas hoy en día.
Con fuerza está reapareciendo el fenómeno de la gestalt, la psicología de la forma, que tiene una vocación también humanista y una formación ecléctica e integradora donde confluyen modelos y teorías distintas.
El humanismo considera que el ser humano tiene una tendencia innata hacia la curación y necesita un catalizador para que se pueda revertir el proceso que le ha hecho entrar en una dinámica sufriente. La verdad es que con frecuencia se olvida la grandísima capacidad del ser humano para encontrar la salud, y el terapeuta, abierto a la experiencia y vivencias del consultante debe considerar este presupuesto, la tendencia innata, en la mayoría de las ocasiones, a la salud. El ser humano es rico, es plástico y tiene recursos que pueden permanecer latentes durante la enfermedad (si es que se puede hablar de enfermedad en psicología). Yo considero que dentro de este potencial de salud existe una gran cantidad de miedo, inhibiciones y problemas ambientales así como intrapsiquicos que demoran el progreso y evolución del individuo. Por esto Winnicott propuso el atender a la persona en una atmósfera suficientemente buena donde se pueda desarrollar su maduración emocional a través de un espacio de juego, de creatividad y de desarrollo del potencial, que pueda lograr la autonomía y la independencia, que se pueda adueñar y levantar su deseo y pueda tener un discurso propio.
Rodrigo Córdoba Sanz

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