PEACE

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Paz y Ciencia

martes, 5 de octubre de 2010

John Bowlby

[...] Así pues, hemos de animar al paciente a explorar, aunqueofrezca resistencia, y ayudarle también en la búsqueda, llamando su atención sobre rasgos de la historia que parezcan relevantes y apartarle de los que se muestren insignificantes y capaces de distraer la atención de los más importantes. Con frecuencia se deberá centrar la atención del paciente sobre su simultáneamente, simpatizar con el aturdimiento, la ansiedad y el dolor que también implican. Con respecto a todo ello quiero hacer constar que estoy de acuerdo con quienes opinan que el papel del psicoterapeuta ha de ser activo. Pero para ser eficaz ha de reconocer que no puede ir más deprisa que su paciente y que al llamarle la atención sobre temas dolorosos demasiado insistentemente, despertará su miedo y recibirá su cólera o un profundo resentimiento. No ha de olvidar, por último, que por plausibles e incluso convincentes que puedan parecerle sus propias conjeturas, en comparación con el paciente se halla mal situado para conocer los hechos y que, a la larga, lo que el sujeto honradamente cree es lo que ha de aceptarse al final.
Aquí nos hallamos ante la cuestión, inmensamente importante, de la propia perspectiva y de los propios valores del psicoterapeuta en relación con el paciente y sus problemas; ya que cualesquiera que sean los puntos de vista y actitudes del psicoterapeuta influirán las actitudes propias del paciente, aunque tan sólo sea a través del proceso, en gran medida inconsciente, del aprendizaje observacional (identificación).
En este proceso, la experiencia del paciente acerca del comportamiento del terapeuta, del tono de su voz y de cómo enfoca un tema es al menos tan importante como cualquier cosa que diga. Así pues, si tiene en cuenta la teoría del apego, un pscoterapeuta transmitirá, en gran medida a través de medios no verbales, su respeto y simpatía por los deseos de amor y cuidados que tiene el paciente con respecto a sus familiares, su ansiedad, su rabia y quizá su desesperación por haber sido frustrados y/o denigrados sus deseos, no solamente en el pasado, sino también quizá en el presente y la aflicción y la pesadumbre a los que quizá en el presente y la aflicción y la pesadumbre a los que quizá dió lugar la pérdida de un ser querido durante su infancia, e indicará su comprensión acerca de que similares conflictos, expectativas y emociones pueden estar también activas en la relación psicoterápica. Así pues, tanto mediante comunicación no verbal como verbal, un psicoterapeuta transmitirá también su respeto por el deseo del paciente de explorar el mundo y adptar en la vida sus propias decisiones, y le animará a ello mientras que, al mismo tiempo, reconoce que puede albergar una creencia, profundamente arraigada, derivada de la insistencia de otros, de que es incapaz de lograrlo. En estos intercambios cotidianos, el psicoterapeuta manifiesta inevitablemente un cierto modo de conducir las relaciones interpersonales y ello no puede sino influir en cierto grado sobre el punto de vista del paciente. Así por ejemplo, en lugar de los que puede haber sido un patrón de búsqueda de defectos, castigos y venganza o de coacción por inducción de sentimientos de culpa, o de evasión y mixtificación, introduce otro modelo en el que se ha realizado una tentativa para comprender el punto de vista de otra persona y para negociar abiertamente con ella. En determinados momentos de la psicoterapia, el análisis de estos diferentes sistemas de tratar a la gente y sus probables consecuencias individuales pueden resultar útiles. Durante estos análisis, un psicoterapeuta planteará preguntas y proporcionará información, mientras que, de nuevo, deje al paciente que adopte él mismo sus decisiones.
Págs. 182-183 Conferencia Formación y Pérdida de Vínculos afectivos. J. Bowlby. "Vinculos afectivos: Formación, desarrollo y pérdida." Ed. Morata.

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