PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

domingo, 1 de julio de 2012

Transferencia, Contratransferencia y Relación Real





Quoi, toujours? Entre moi sans
cesse et le bonheur!
G. de Bernal


Qué tengo que elegir, entre yo mismo sin ninguna atadura o la felicidad. Rodrigo Códoba Sanz.
.
El amor auténtico se encuentra siempre hecho.
En este amor un ser qued adscrito de una vez
para siempre y del todo a otro ser.
Es el amor que empieza con el amor. 
Ortega y Gasset.

El segundo problema importante del psicoanálisis es la transferencia, y es quizá el más importante en la vida humana. Si nos preguntamos por qué ha habido personas que sacrificaron sus hijos al Moloch, por qué adoraron ídolos como Hitler y Mussolini, y por qué dieron su vida por un ídolo ideológico, se trata en todos estos casos del mismo fenómeno: la transferencia. Ahora bien, el concepto analítico freudiano de la transferencia es demasiado estricto. Para Freud, y todavía para la mayoría de psicoanalistas, quiere decir -y eso dice la palabra- que se transfiere un afecto, referido antes a una persona sigificativa de la infancia, padre o madre; como dicen, se "catectiza", se transfiere al psicoanalista. Lo cual, en gran medida, es cierto.
Harry Stack Sullivan ponía como ejemplo de la transferencia un caso en que una paciente, a la que había analizado durante una semana, al despedirse, el día siguiente, le dijo: "Pero doctor, ¡si no tiene barba!". En realidad, Sullivan no tenía más que un bigotito. Y ella, durante una semana había creído que tenía barba, En efecto, él era tanto el padre para ella que, en sentido literal, le había transferido el rostro de su padre verdadero, con barba. Veía en él, incluso físicamente, la imagen de su padre, porque, a causa de sus sentimientos que se tuvieron de niño a una persona significativa. Pero quizá no sea esta la esencia de la transferencia, quizá no sea lo más importante.
La transferencia, en sentido general, indica la necesidad de tener alguien que asuma la responsabilidad, una madre que ofrezca amor incondicional, un padre que elogie y castigue, que enseñe y amoneste. E incluso lo necesitará el que no haya tenido nunca padre ni madre, el que no haya sido nunca hijo para nadie, en tanto no haya llegado a ser plenamente humano, plenamente independiente. Si queremos comprender la necesidad de estas personas a las que considerar guías, protectores, o dioses, no basta pensar en la niñez. Debemos tener en cuenta la entera situación humana, en la cual el hombre está tan desamparado, tan confuso -en gran medida, por los errores que la cultura le impone sobre la vida-, tan atemorizado y tan inseguro, que es un anhelo general humano tener alguien a quien poder escoger como ídolo, de quien poder decir: "Este es mi dios; este es el que me ama, el que me guía y el que me recompensa, porque yo no puedo depender de mí mismo".
La transferencia se debe a un defecto de libertad y, en consecuencia, a la necesidad de encontrar un ídolo que adorar, en el cual creer para vencer el miedo y la inseguridad ante el mundo. (Nota de Rodrigo C.: Este es el hilo conductor del trabajo clave de Fromm titulado "El Miedo a la Libertad"). En cierto sentido, el hombre adulto no está menos desamparado que el niño. Podría estar menos desamparado llegando a ser un hombre plenamente indendiente y desarrollado, pero, en caso contrario, está tan desamparado, en efecto, como un niño, pues se ve rodeado por un mundo sobre el cual no tiene ninguna influencia, que lo deja en en la inseguridad y el miedo y, por eso, mientras que el niño, digamos, por motivos biológicos, busca un adulto, busca al padre y a la madre, la persona mayor busca un ídolo por motivos históricos y sociales.
El afecto, por ejemplo, de un neurótico o de un irrealista se transfiere tanto a un psicoanalista como a un profesor, a la mujer, a un amigo o a un personaje público. Yo definiría la transferencia en psicoanálisis como la relación irracional con otra persona que puede analizarse en el procedimiento analítico, mientras que la transferencia en otras situaciones es al misma, según la racionalidad de la persona, pero no es susceptible de análisis, no está en la mesa de operaciones.
Si alguien se impresiona por el poder, si alguien quiere ser protegido por una persona poderosa, nos encontramos co la misma adoración y la misma sobreestimación de un psicoanalista, un profesor, un politico, un sacerdote, o cualquier otra figura. Se trata siempre del mismo mecanismo. Solo en el psicoanálisis puede analizarse este tipo particular de ídolo irracional, que corresponde a una necesidad del paciente.
La transferencia no es simplemente una repetición, sino que se debe a la necesidad de (apoyarse en) otra persona (que supla un vacío o defecto). Por ejemplo, si yo me siento débil, inseguro, con miedo al peligro y con miedo a decidir, puedo querer encontrar alguien que sea seguro, resuelto y fuerte y me sirva de refugio. Y, naturalmente, lo estaré buscando toda la vida. Puede ser la clase de jefe que busque, o el profesor si soy estudiante, y eso es lo que veré en el psicoanalista. En cambio, si soy muy narcisista y creo que todo el que me critique es un solemne idiota, creeré que el psicoanalista es un idiota, mi maestro es un idiota, y todo el mundo es un idiota. Todos estos son fenómenos de transferencia, aunque solo reciban tal nombre en psicoanálisis.
El analista y el analizando se encuentran realmente en dos planos diferenciables: el plano de la transferencia y el de la contratransferencia. En cuanto a esta, digamos que el analista mantiene también toda clase de posturas irracionales ante el paciente. Tiene miedo al paciente, quiere que este le elogie, que le ame. Pues eso está mal, no debiera ser así. Mediante su propio análisis, debiera haber alcanzado un estado en que no necesite únicamente amor, pero en realidad no siempre ocurre así.
Me parece un error creer que todo lo que ocurre entre el analista y el paciente es transferencia. Este es solo un aspecto de su relación. Hay otro, el más importante: el hecho de dos personas que conversan. En esta época de teléfono y radio, quizá no se tome muy en serio, pero para mí es una de las cosas más serias: una persona habla a la otra. Y no hablan de cosas triviales, sino de algo muy importante, a saber, la vida de esta persona.
Aparte, pues, de transferencia y contratransferencia, hay un trato entre dos personas, y el paciente que no sea psicótico tendrá una idea de cómo es el otro, y el psicoanalista tendrá una idea de cómo es el otro, y el psicoanalista tendrá una de idea de quién es el paciente, y no todo es transferencia. En "técnica" psicoanalítica, importa mucho que el analista, por decirlo así, marcha constantemente por dos vías: se ofrezca como objeto de transferencia y la analice y se ofrezca tambièn como persona real, respondiendo como persona real.

Erich Fromm: "El Arte de Escuchar". Paidós, 2012, Barcelona. Pp.: 122-125.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

muchas gracias por este artículo, hacía tiempo que buscaba info sobre la transferencia, y de casualidad la encontré aquí. un gusto leerte, rodrigo!

Yanett dijo...

Explícito pero concreto. Felicidades