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Paz y Ciencia

viernes, 13 de julio de 2012

Vinculos Bipolares


VÍNCULOS BIPOLARES

El bipolar fue educado en la escuela de la receptividad y el conformismo y este modelo lo lleva a sus diferentes vínculos. Este anclaje, que debe superar, reside en la creencia imaginaria de "no poder".

El paciente debe aprender que es tan negativo para su cura el desmadre maníaco como el conformismo melancolíco y encontrar, entre ambos extremos, su camino intermedio, junto a la convicción de que esto no es solo viable sino también posible.

La persona debe aprender que la bipolaridad no es una enfermedad crónica a la cual hay que resignarse, sino una oportunidad para integrarse en una ambivalencia saludable, y que su tarea consiste en adquirir una autoestima cierta, que le de amparo, seguridad y certeza. Y esto solo puede conseguirse si rompe la dependencia, la sensación de condena y se enfrenta sin miedo con el hacerse cargo de su propia vida.
Pero el punto es que el paciente bipolar, a causa de sus marcas infantiles, es esencialmente dependiente y en su vida la dependencia se manifiesta en una continua y exagerada demanda de afecto, cuidado y atención, demanda que siente que corresponde que sea satisfecha, en parte por la gran necesidad de que de ella tiene y en parte por su disposición a sacrificarse, a su vez, por la otra persona. Sin embargo, solo tiene una posibilidad mínima de corresponder del mismo modo a la otra presona, porque no puede percibir fácilmente las necesidades del otro. Por lo tanto, lo que consolida son relaciones de compensación; este es el planteo: "Me sacrififico por ti, pero a cambio me tienes que aceptar y amar".
Simultáneamente, y para sostener la dependencia, el bipolar se desvaloriza y se posterga, lo que trae aparejado el surgimiento de sentimientos hostiles que muchas veces, se descargan en actos agresivos. Ambas direcciones de necesidad y hostilidad dibujan una relación tormentosa, tan usual en la vida afectiva del bipolar.
Otro rasgo que pone en evidencia la dependencia es el carácter adictivo de las relaciones que las personas bipolares entablan. Tal carácter se forjó desde la infancia, en un tiempo en el cual la autoestima era regulada exclusivamente por suministros externos y, por lo tanto, se tenía una necesidad vital de ellos. Esto significa que el recibir era interpretado por el niño como ser tomado en consideración, ser valioso, y el no obtener como ser indigno y desestimado.
Esta interpretación simplista, con el tiempo, llevó al sujeto -dominado por este patrón registrado en su inconsciente- a la pérdida consistente de la propia valoración personal ante la falta de reconocimientos externos. Para detener esta vivencia (semejante al temor a la aniquilación) el Yo está dispuesto a todo. Habitualmente no pude contener la impulsividad y el desborde, entonces desarrolla cualquier tipo de comportamiento, sin mirar normas y prohibiciones, con tal de obtener lo que anhela e inpedir que lo invada la sensación catastrófica de disolución de su identidad.
Este tipo de reacción -infantil. caprichosa y explosiva- es una marca de los comportamientos bipolares: el hecho de que muchas veces la tendencia maníaca contenida brota de pronto ante una frustración. Estalla, para el sujeto, casi inesperadamente, y de modo inexplicable para los otros que lo rodean.
Esto hace que el paciente sienta que posee una bomba de tiempo dentro de sí, que puede estallar en cualquier momento y que no está en sus manos controlar. Para defenderse puede intentar establecer protecciones y contramedidas exageradas con la finalidad de evitar la explosión. Esto le da cierta seguridad transitoria, pero no solo no resuelve la cuestión de base sino que puede contribuir a su incremento, ya que únicamente posterga la descarga sin darle la energía que contiene un cauce sustritutivo adecuado.
Llevada esta dinámica a la vida de relación, podemos observar que muchos pacientes bipolares trasladan su creencia de "llevar una bomba" a sus comportamientos y despliegan actitudes de distancia que suelen parecer de no compromiso pero que, en realidad, esconden miedo a lastimar a quienes ama y necesita. En muchos otros casos, el desasosiego de la posible eclosión se convierte en irritabilidad y mal humor.


Eduardo H. Grecco: Despertar el Don Bipolar. Un camino hacia la curación de la inestabilidad emocional. Kairós, 2011, Barcelona. Pp.:126-128


Tengamos en cuenta que Grecco habla de un amplio espectro, refiriéndose a la inestabilidad emocional, ciertas patologías caracteriales, de hecho, él considera que la bipolaridad es una enfermedad caracterial, tienen amplia relación con las cuestiones que hilvana Grecco, por ejemplo, el trastorno de inestabilidad emocional subtipo impulsivo, el trastorno límite, en cierto modo. Ahora se entienden estas nomenclaturas en lo dimensional, con lo cual esos solapamientos son un continuum. Rodrigo Córdoba Sanz.

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