PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

viernes, 20 de julio de 2012

Los Elementos de Construcción de la Excepcionalidad



Ahora que he introducido las tradiciones en las que se basa el estudio, señalo una cuestión preliminar: la identificación de una serie de unidades, o elementos formativos, en los que se puede basar el análisis de la execpcionalidad. Para empezar, me gustaría enumerar tres unidades principales o elementos formativos y una serie de procesos. No es nada misterioso; las unidades iniciales son personas, objetos físicos no humanos y entidades simbólicas; y los procesos son los del desarrollo humano. Desde este simple fundamento, me propongo construir un edificio que sea suficiente para explicar lo ordinario, lo extraordinario y los diversos estadios intermedios.
En primer lugar, las personas. Todos nosotros somos personas: entidades que existimos en el mundo natural, poseemos una determinada apariencia y experiencia, sentimientos, deseos y necesidades concretas. Las personas mantienen toda clase de relaciones entre sí -se desean unas a otras, se temen, buscan comunicarse entre sí- y se frustran cuando esta comunicación no es efectiva.
En segundo lugar, los objetos físicos no humanos (en adelante, objetos). Las personas estamos rodeadas por un sinfín de entidades: objetos simples de guardería como biberones y muñecas; objetos naturales complejos como elefantes, abejorros y árboles de hoja perenne; y también objetos artificiales e intrincados, como caballitos de madera y CD-ROM. A pesar de sus diferentes orígenes y apariencias, todos estos objetos funcionan conforme a las mismas leyes metafísicas. Técnicamente, los seres humanos son también objetos físicos, pero es muy útil -y científicamente justificable- disntiguir entre objetos humanos y los demás objetos físicos del mundo.
En tercer lugar, las entidades simbólicas. Los seres humanos tenemos la cualidad peculiar de que nos gusta crear símbolos y darles sentido: palabras, gestos, imágenes, números y otros muchos signos que se refieren a objetos físicos y naturales. (Es en esta peculiaridad más que en ninguna otra por al que nos diferenciamos de los animales no humanos. A veces, estos símbolos son materiales, como en el caso de los mapas. En otras ocasiones, se trata de algo más etéreo, como en el caso del lenguaje hablado o de las operaciones matemáticas que se llevan a cabo dentro de la cabeza. A veces, los símbolos están solos -como una pieza de escultura de Henry Moore-. Mientras que en otros casos forman parte de un elaborado sistema -como ocurre en el caso del lenguaje informático-.
En última instancia, los símbolos están asociados a determinadas prácticas adultas o de "ámbitos" -artes o disciplinas que se valoran por la cultura y que pueden ser dominadas por medio de aprendizajes establecidos-. Así pues, el dominio de la ley depende de los signos lingüísticos; las matemáticas se basan en símbolos numéricos y abstractos; los músicos se relacionan con notaciones que incluyen instrucciones sobre la expresividad y la dinámica de la obra musical.
Por último, los procesos evolutivos. Podría darse el caso, como sucede con muchos animales, de que los seres humanos hubieran nacido más o menos formados. También podría haber ocurrido que, aunque no estuvieran totalmente formados. También podría haber ocurrido que, aunque no estuvieran totalmente formados, los seres humanos se desarrollasen conforme a un programa fijo que no es alterado por los altibajos de la experiencia.
Pero resulta que este no es el caso. Desde el momento de la concepción, el embrión se ve afectado por las condiciones fisiológicas del útero y, en adelante, los hechos particulares de un entorno concreto ejercen un efecto profundo en lo que el organismo deviene. De igual modo, sin embargo, el organismo -la persona- no es una hoja en blanco; los seres humanos venimos equipados no solo con finos sistemas sensoriales y capacidades para percibir a través de los sentidos, sino también con fuertes inclinaciones para centrarnos en determinadas experiencias, extraer determinadas inferencias y atravesar determinadas fases cognitivas, afectivas y fisiológicas.
Al utililizar el término evolutivo, acentúo el hecho de qu eel crecimiento de toda persona refleja una interacción constante y dinámica entre un organismo, con sus programas internos, y el entorno, cuyas propiedades constituyentes nunca son totalmente predecibles. Además, resalto que estas interacciones dinámicas continúan a lo largo de la vida activa, dando forma y significado a la existencia del individuo y a sus logros definitivos.
En los capítulos siguientes, trazo el desarrollo de este conjunto persona-objeto-símbolos, tanto en la persona ordinaria como en la persona extraordinaria.

http://youtu.be/k1-TrAvp_xs Lacrimosa -Mozart-
http://youtu.be/vIgX450Rd68 Requiem -Mozart-
http://youtu.be/rdT5LzSpWeM Don de Fluir -Jorge Drexler-





Howard Gardner: "Mentes Extraordinarias". Kairós, 2011. Autor de "Inteligencias Múltiples". Promueve una revolución a la hora de "medir" la inteligencia con el CI, que solo atiende a habilidades verbales y numéricas. Promueve que hay muchas inteligencias, por ejemplo: la creativa, la de disposición espacial, la matemática, la del lenguaje... Esto tiene evidentes implicaciones en la forma de enseñar y diseñar los curriculum. Basta ya de adoctrinar en cuestiones que los niños y adolescentes olvidan al día siguiente del examen. Por una educación creativa, de cooperación, de coparticipación, por una educación en valores humanos, en enseñar cuestiones emocionales, es decir, ayudar a que las criaturas puedan comprender qué pasa en su mundo y en su cuerpo, al margen de la clase de biología pertinente. Como dice Claudio Naranjo en uno de sus libros: "Cambiar la Educación para Cambiar el Mundo". Rodrigo Córdoba Sanz.




< >> Virginia Woolf: Las Olas, fantástica.

No hay comentarios: