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Paz y Ciencia

viernes, 29 de octubre de 2010

La vida merece la pena de ser vivida

Esta frase puede aparecer en un texto de Perls, de Maslow, de Frankl o de Winnicott. Este último fue psicoanalista, pero se escurrió de los modelos imperantes creando una propia escuela que no consideraba rígida y que invitaba a que se fuera expandiendo y adaptando a la época y al paciente.
Pero es importante el tronco común que les une, Winnicott en una pequeña biografía que encontré lo representaban como "psicoanalista humanista" o tal vez fuese "psicoanalista existencialista". En verdad el objetivo de la psicoterapia humanista y de Winnicott como otros psicoanalistas es trabajar la salud, potenciar la parte creativa de la persona que sufre y avalar sus percepciones así como validar su dolor. Poco a poco, como dice Hugo Bleichmar, ahora en la Universidad de Comillas, es el crecimiento mental lo que contribuye a que se lleve a cabo la curación. Hugo Bleichmar es un psicoanalista de corte más clásico, que conoce a Winnicott y da seminarios de profundidad pero su formación es clásica, sin embargo él ha integrado las neurociencias y el cognitivismo en su teoría, su mujer, Dio Bleichmar ha hecho lo propio centrándose más en los niños y las relaciones con sus padres. Abarcando toda la clínica.
La vida merece la pena de ser vivida de forma creativa, se trata de un aforismo winnicottiano que dice lo que otros han pensado, Winnicott consideraba que había que hablar de lenguaje vivo y lenguaje muerto, consideró que el lenguaje kleiniano era muerto y así lo dijo, con la consiguiente retaliación de la SPB. Él lucho por hacer ver a sus interlocutores y pacientes que el ser humano trasciende la enfermedad, que es mucho más que eso, por ejemplo dijo la ausencia de síntomas es el punto de partida para la salud.
Su objetivo era la riqueza psíquica, la capacidad de aceptar sin resolver las paradojas de la vida y llevar una vida creativa que llenara al sujeto, como Maslow hablara de experiencia cumbre y autorrealización, de personas creativas no de personas enfermas. Todos ellos consideraban que sacar a delante el potencial existencial y el proyecto de vida que les produjera satisfacción podría ser beneficioso para su desarrollo vital y esto redundaría en toda la dimensión humana. Todo esto sin ceñirse a realizar un trabajo dirigido a la psicopatología como se enseñaba desde el siglo XIIX: Griesinger: Las enfermedades mentales son enfermedades del cerebro. Se puede entresacar grandes lecturas de los postulados de Freud, por ejemplo el hecho de hacernos ver que hay un sótano oscuro allá abajo pero como él dice, queda por estudiar el resto del edificio y esto es lo que han hecho sus sucesores variando el estilo, forma y filosofía de la psicoterapia para estar más cercanos al dolor, más próximos a la persona que sufre y ayudar con autenticidad y de manera genuina a la persona que sufre un problema determinado de carácter psicológico.
Se trata, entonces de tener en el punto de mira la salud y el desarrollo pleno del individuo, dejando atrás los conceptos de centrarse en la psicopatología, esto hay que saberlo detalladamente pero es más pleno el trabajo como consideran los autores citados y yo mismo cuando la relación emocional que se desarrolla entre paciente y terapeuta alcanza unos grados cálidos de confiabilidad, compromiso, confianza y constancia.
Como decía Michel Foucault de la teoría se infieren técnicas que hay que aplicar como instrumentos. Es sólo eso. Más allá hay que construir un espacio vivo y creativo, las contribuciones de la arteterapia pueden resultar interesantes para incluir con alguna suerte de pacientes.

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