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Paz y Ciencia

domingo, 10 de octubre de 2010

Distancia entre terapeutas y pacientes

Uno de los problemas que tiene que ver con lo que Milan Kundera llamara "levedad del ser" es el trastorno límite de personalidad, con una prevalencia del 2% de la población.
Ya he tratado este tema otras veces en este blog pero me resulta apasionante y la clínica aporta cada vez más luz, no así tanto las publicaciones que suelen quedarse en un nivel de representación del problema más bien superficial aunque hay escritos que son casi sublimes por su intención poética, por ejemplo cito a Dolores Mosquera o a Vicente Rubio Larrosa, la primera psicóloga y el segundo psiquiatra, ambos son didácticos y conocedores profundamente del TLP desde una vertiente de la psicología cognitiviva y sistémica (Mosquera) y una perspectiva psiquiátrica (Rubio).
Sobre autores extranjeros no hay que dejar de citar a Winnicott, Kohut, Nemirovsky, Gunderson, Millon y otros.
Al leer estos textos sucede algo que he podido contrastar con las lecturas de algunos curiosos pacientes.
La experiencia interna, quizás los textos psicoanalíticos son más proclives a ellos pero en una jerga no apta para el lego, queda al margen de las descripciones, explicaciones y tesis que proponen los artículos.
Esto podemos extrapolarlo sin duda a otras dolencias "del alma", como por ejemplo la esquizofrenia, el trastorno bipolar, la depresión, la ansiedad, etc.
Es común que los aquejados de algún problema psíquico busquen en internet o librerías el Santo Grial de su existencia. Cuando se les ha dado un diagnóstico se encuentran con que lo que leen no corresponde a su experiencia interna, me refiero a esos pacientes que, como dice la cita, son "locos" que reflexionan como filósofos.
El vacío y la distancia entre la comunicación de los libros y la experiencia interna con el paciente es un abismo notable que hay que salvar informando al paciente que esos libros, generalmente, están destinados a los profesionales, que comparten una terminología común propia de su formación. Es como si yo ahora mismo me pongo a leer física de nivel superior, pues probablemente necesite la supervisión de un físico para aclarar ciertos conceptos.
Esta distancia también se puede dar en las consultas, cuando los profesionales no hablan claro, sino refugiados en ese falso self profesional que supone emplear un lenguaje engolado lleno de jeroglíficos teóricos y asunciones metapsicológicas. Lo que llega al paciente es la simplicidad de conectar con su experiencia íntima, que el terapeuta, sea psiquiatra o psicólogo pueda representar las vivencias, sensaciones y texturas sentimentales del paciente. Es decir, que el paciente y el terapeuta hablen un lenguaje comprensible adaptado al nivel cultural. Hay que reconocer que esto no es siempre fácil pero para ello el empleo de las metáforas y los cuentos puede ser un buen recurso aunque a más de uno lo segundo le suene un poco infantil.
Fruto de ese furor por saber y dilucidar el secreto de su existencia sufriente, el paciente se puede meter en foros y asociaciones, que refuerzan su sentido de pertenencia y por otra parte pueden contribuir a interferir en el progreso del tratamiento si no se comenta con el profesional.
La distancia se aumenta cuando el marco teórico del profesional es rígido, en tal caso la dificultad para acomodarse al discurso del paciente es mayor y la posibilidad de conectar y ser entendidos empeora.
Muchos pacientes se quejan de estos problemas en tratamientos previos. En que no se han visto comprendidos, que no se han abordado criterios importantes para ellos. Tenemos que pensar que las teorías no deben dirigir un tratamiento, por muy sofisticadas que sean, sino más bien el sentido común arropado del discurso del paciente, de sostener su deseo y dejar que hable para poder escucharlo y comprenderlo.
Se me ocurre como imagen de esto comentado, lo que una paciente me relató, fue al médico de familia y este no desvió la mirada del ordenador en toda la entrevista, este error común propio de estar cansado o quemado, o simplemente no disfrutar del trabajo, hizo que la paciente se cambiara de médico.
Si cuando nos solicitan ayuda no atendemos a la demanda y no establecemos un camino compartido para recorrer de forma dialogada, estaremos haciendo teoría y esto es un reducto de necedad para el terapeuta y un insulto para el paciente.

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