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Paz y Ciencia

lunes, 25 de octubre de 2010

Una viñeta clínica

Me escribe una persona que el post Psicoterapia y Espíritu le ha hecho reflexionar sobre algo que relataré ahora intentando mostrar su modo de ver el mundo. Cada persona intepreta las señales de la realidad de una manera diferente, lo patológico según el psicoanálisis es envolver de subjetivismo el contacto con la realidad, lo que Bion llamaba "objetos bizarros", distorsiones que vienen de estratos profundos de la psique.
Esta mujer que se comunica conmigo por teléfono e internet desde hace un año ha sido diagnosticada de TLP, esto ha reificado su identidad, la ha hecho fija, inmutable e inalterable. Haciéndole un flaco favor. Es un parapeto donde se escuda, por otro lado proyecta de forma que considera que los demás están "locos o peor que ella" y no le quito razón, porque este mundo para una persona que se ve tan herida y erosionada en su narcisismo como ella puede filtrar la realidad de modo que los objetos externos, es decir, las personas significativas se conviertan en extrañas. Lo que en psiquiatría llaman un "extrañamiento de la realidad" y un "extrañamiento con respecto a sí mismo", dos facetas bien diferenciadas.
Esta persona ha sido dada de alta con un seguimiento en su tratamiento conductual, sin embargo ese tratamiento no ha podido incidir en el modo en el que percibe a las personas de su medio ambiente.
Es clínicamente demostrable que los pacientes límite tienen problemas en las relaciones interpersonales, tienen una sensibilidad muy fina y rica, así como una percepción de los detalles muy precisa que a veces se desdibuja. Esta mujer, inteligente, con dos carreras, luchadora y trabajadora está viviendo algo muy interesante de destacar.
Cuando una persona sale de una etapa vital donde ha existido un distanciamiento de la realidad y un encierre en el mundo subjetivo para abrirse al mundo, lo que los psicólogos conductuales pueden llamar "socializarse", se sienten raros, el dolor y el sufrimiento forma parte de su vida y eso les ha hecho aprender y madurar en cierto modo. Están más curtidos podríamos decir.
La situación que trato de transmitir es relativamente común en estos y otros tipos de pacientes, en cuestiones donde el amor está por en medio sufren un bloqueo significativo. Son personas (es una generalización en aras a ser didáctico) que han interiorizado un concepto de sí mismos pobre, muchas veces por traumas, abusos o negligencias familiares. Esto es muy frecuente en estos pacientes, Dolores Mosquera, Vicente Rubio, Gunderson, Kohut y otros expertos en trastornos de identidad así lo avalan desde distintos enfoques epistemológicos.
En la clínica estos pacientes tienen una conexión lábil o adhesiva, idealizan y devaluan al paciente y tienen un fuerte miedo a penetrar en su psiquismo, un miedo a ahondar en su sufrimiento, eso les hace pensarse vulnerables. Por lo que hay que hacer más peso en el sostén emocional que en la interpretación o la confrontación que serían técnicas para etapas posteriores.
Siguiendo a Frankl, que últimamente lo estoy profundizando y degustando con mucho goce, debo decir que tal vez estas personas no se sientan libres, en el sentido de poder constuir un proyecto vital donde ellos mismos sean los conductores de sus vidas, suelen estar sometidos a los estímulos interpersonales siendo dependientes del estímulo.
Pueden mantener una relación como escapatoria a nivel sexual, como una forma de droga, o beberse 5 cervezas en 10 minutos. Son personas impulsivas, pero con una gran capacidad de sensibilidad y de reflexión sobre su mundo interno. Esa riqueza psíquica, recordemos a Winnicott cuando dice que la ausencia de síntomas es el punto de partida de la salud, les distancia cognitivamente de las otras personas, que pueden ser vistas como planas. Estas personas pueden cambiar su estado de ánimo varias veces a lo largo del día y pueden tener serios problemas emocionales y cognitivos.
Sin embargo, el enfoque que se ha hecho del tratamiento de estas personas ha sido teñido de un pesimismo profundo, un eco de la incompetencia a nivel de la contratransferencia de los terapeutas o analistas.
Hay que centrar los esfuerzos en pulir las aristas de la personalidad de estas personas y desarrollar su potencial de crecimiento mental, su autorrealización y ayudarles a sentirse libres, no sólo de sus síntomas sino de una manera que Frankl diría noológico, es decir en cuanto al sentido y significado de la vida, en cuanto a la voluntad de sentido.
Estas personas, cuando entran en crisis, se encuentran como otra suerte de pacientes como las ratas de Martin Seligman, psicólogo americano que hizo unos experimentos de psicología experimental que explicaré brevemente. A una rata la sometían a descargas eléctricas imprevisibles, de forma que el pulsador no anunciaba ni retiraba la descarga, esas ratas, al no existir contingencia entre su conducta y los resultados de su medio ambiente acababan deteriorándose, su sistema inmunológico fallaba e incluso desarrollaban cáncer. Cuando esto lo ampliaron a otras tres ratas unidas al sistema eléctrico y la rata podía controlar con el pulsador las descargas de las otras tres, aún siendo ella sometida a descargas sobrevivía más tiempo porque (se infiere) podía predecir su conducta, esto es, podía eliminar las descargas de las otras con un clic en la tecla. Recuerdo un cuento según el cual unos mineros quedaron encerrados en la mina sin salida, les dijeron que tenían oxígeno para una hora. Un minero controlaba el tiempo con el reloj, cuando faltaba media hora de oxígeno él dijo que faltaban 45 minutos, cuando faltaban 15 minutos él dijo que restaba 30 minutos. Y así sucesivamente, dio esperanza a sus compañeros, ¿quién creen que sobrevivió?
El logos es esperanza también, Frankl arma su teoría distanciándose de Freud, Adler en base a su experiencia en los campos de concentración que le hace reflexionar que es la búsqueda de sentido a la existencia lo que proporciona una guía en el camino. El que estas personas se vean sometidas a situaciones emocionalmente penosas debido al contacto con el otro les hace esclavos de sus pasiones y les encierra en un mundo en el que reverberan sus propios fantasmas.
Por ello hay que invitarles a construir una nueva biografía, un nuevo comienzo, reestructurar su identidad y apuntalar sus hábitos conductuales y cognitivos sanos, pero hay que remarcar que estas personas son mucho más profundas de lo que una psicoterapia técnicamente rigurosa puede alcanzar. La conexión emocional es muy importante para el progreso del paciente. Tener una experiencia emocional correctora es algo que les aportará una forma de ver la realidad diferente y esto ayuda a vivir el mundo como menos desolado y triste sino con un afán de crear y vivir plenamente, siendo agentes activos de su cambio.

Poema El Loco de Leopoldo Maria Panero


He vivido entre los arrabales, pareciendo

un mono, he vivido en la alcantarilla

transportando las heces,

he vivido dos años en el Pueblo de las Moscas

y aprendido a nutrirme de lo que suelto.

Fui una culebra deslizándose

por la ruina del hombre, gritando

aforismos en pie sobre los muertos,

atravesando mares de carne desconocida

con mis logaritmos.

Y sólo pude pensar que de niño me secuestraron para una alucinante batalla

y que mis padres me sedujeron para

ejecutar el sacrilegio, entre ancianos y muertos.

He enseñado a moverse a las larvas

sobre los cuerpos, y a las mujeres a oír

cómo cantan los árboles al crepúsculo, y lloran.

Y los hombres manchaban mi cara con cieno, al hablar,

y decían con los ojos «fuera de la vida», o bien «no hay nada que pueda

ser menos todavía que tu alma», o bien «cómo te llamas»

y «qué oscuro es tu nombre».

He vivido los blancos de la vida,

sus equivocaciones, sus olvidos, su

torpeza incesante y recuerdo su

misterio brutal, y el tentáculo

suyo acariciarme el vientre y las nalgas y los pies

frenéticos de huida.

He vivido su tentación, y he vivido el pecado

del que nadie cabe nunca nos absuelva.

1 comentario:

Anónimo dijo...

sublime broder
buena muy buena
grax por tu aporte