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Paz y Ciencia

sábado, 16 de mayo de 2020

El observador de uno mismo sin ser juicioso




Para convertirse en un observador de sí mismo, de los demás y del mundo hay que tener una mentalidad de principiante, de alguien que reconoce que no sabe y que quiere saber. Y esto no es posible sin el interés que despierta la curiosidad.

En el mindfulness, este espíritu curioso está presente durante toda la práctica y uno no juzga la experiencia que está teniendo como buena o como mala, como agradable o desagradable, como correcta o incorrecta o como deseable o indeseable. El practicante del mindfulness no lleva puesto el "gorro de juez" que dictamina según unas determinadas referencias o a una particular visión del mundo, sino que lleva puesto "el gorro de explorador". Por eso, incluso si durante la práctica del mindfulness tiene una experiencia incómoda, no la etiqueta como desagradable, sino que la observa con curiosidad en un intento por conocer su verdadera naturaleza. Todo, absolutamente todo, se explora y contempla con el mismo interés, sin apegarse a lo que resulta agradable y sin mostrar aversión hacia eso que se experimenta como desagradable. Y por eso también quien lo practica poco a poco va librándose de las redes de la mente dualista con sus apegos a lo que gusta y sus aversiones a lo que disgusta.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Nº Col.: A-1324
Teléfono: +34 653 379 269
Instagram: @psicoletrazaragoza
Página Web: www.rcordobasanz.es



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