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Paz y Ciencia

jueves, 9 de enero de 2020

Anatomía del Miedo

No hay especie más miedosa que la humana”. Así comienza el viaje por los caminos misteriosos y terribles de una de las emociones humanas universales: el miedo. En este viaje, que comienza en la neurología y termina en la ética, aparecen los miedos normales y los miedos patológicos: se investiga por qué unas personas son más miedosas que otras; se analizan los miedos domésticos, los políticos y los religiosos; y, por último, se revisan las terapias más eficaces para luchar contra el temor.
El miedo es un modo de percibir el mundo, surge de la interacción entre lo que siente el sujeto y lo que el sujeto percibe como amenazador. Hay personas más miedosas que otras, parece ser que hay una cierta predisposición hacia la afectividad negativa. Tomando como ejemplo a grandes autores como Kafka, Camus, Virginia Woolf o Rilke, nos acercamos a “personalidades vulnerables”, personas con una propensión a experimentar una gran variedad de emociones negativas- miedo, odio, tristeza- incluso ante la ausencia de estímulos directos. Pero los genes no determinan comportamientos complejos. La afectividad negativa funciona como matriz emocional, es parte del temperamento, que va concretándose mediante hábitos aprendidos, se va convirtiendo en carácter.
Hasta aquí ha sido un libro de psicología. En la segunda parte del libro entramos en el campo de la ética con la aparición de la valentía. El ser humano anhela vivir sin miedo. Marina considera que es la valentía la que define nuestra esencia. La valentía se mueve en el campo de la inteligencia creadora, nos separa de los animales, de la selva.
Todas las culturas han elogiado el valor, al principio estaba unido a la figura del guerrero, pero luego se fue democratizando. En un recorrido por la filosofía- Sócrates, estoicos, filósofos medievales y los “Siete Samuráis” de Akira Kurosawa- llegamos a la conclusión que el valiente es el que hace el bien: un acto de valor es aquel que se realiza con integridad, fortaleza y lealtad. A la que unimos el afán de emprender cosas grandes y no embarrarnos con minucias. Esto debe estar acompañado de tesón para realizarlas y acabarlas.
Esta idea moralizadora de la valentía no viene de la realidad sino de un proyecto, un modelo de vida propuesto por la inteligencia. Es el salto de la psicología a la ética. Forma parte del Gran Proyecto Ético defendido por Marina desde la publicación de su Ética para náufragos. 

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