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Paz y Ciencia

jueves, 24 de marzo de 2016

¿Quién dijo obsesión?

Respirar profundamente no es necesariamente meditación, no está adscrita a ninguna religión.
Para desechar los pensamientos intensivos, esos parásitos molestos que se repiten automáticamente como mal tras podemos hacerles frente.
La distracción, hace que se pare el bucle pernicioso.
Les comento una parábola:
Un abad quería transportar una taza de porcelana a otro monasterio para encontrarse con un viejo amigo. Después de pensar durante horas y días cómo hacerlo... decidió que se llevará en un corte mullido. Le dio la consigna al cochero para que fuera lento y evitara baches.
Cuando la porcelana llegó a su destino, fue corriendo al monasterio para encontrarse con su amigo, otro abad. Fue a ofrecerle el corte con un temblor notable en las manos y pensando que se podía caer.
Cuando se la ofrecía un negocio la cogió y la partió en mil pedazos.
Esas prisas, esas preocupaciones, el insomnio del abad se convirtió en alivio. Si no evaluamos tanto todo lo que sucede como bueno o malo, aceptaremos la vida como es y estaremos a gusto en cualquier condición. Nos volveremos menos perturbables, mucho más maduros.

Rodrigo Córdoba Sanz
Zaragoza Psicólogo y Psicoterapeuta
N. Col: A-1324

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