El afecto puede curar la depresión y tristeza, como decíamos antes.
En personas adultas también. Es casi siempre reversible. Se cambian y curan los circuitos neuronales atrofiados. El efecto mágico de las palabras está siempre a nuestra disposición.
El afecto es la medicina del cerebro.
A los niños depravados de afecto hay que proporcionarles familias de acogida que les demuestren amor.
La terapia más eficaz es la narrativa, para cambiar la vivencia del pasado. Decirles que lo que les ha pasado no les hace personas menos dotadas, con menos valor. Que pueden dar y recibir amor.
martes, 22 de marzo de 2016
Las palabras que transforman el cerebro
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