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Paz y Ciencia

martes, 16 de septiembre de 2014

Un Romance entre Winnicott y Lacan



ENTRE WINNICOTT Y LACAN

En el capítulo XXIII (pg. 338-9) Lacan habla de la cesión del objeto y la conecta directamente con la función del objeto transicional, término acuñado por Winnicott. Cito (pg.339): "Este objeto que él llama transicional, se ve bien qué lo constituye en esa función de objeto que yo llamo el objeto cesible".
En el siguiente capítulo, el que hoy nos convoca, Lacan se refiere de nuevo a la función del objeto transicional. Cito (pg 355): "Para funcionar auténticamente como lo que se considera que es en la teoría clásica, o sea, el objeto en juego en la ruptura del vínculo con el Otro, a este objeto primero que llamamos el seno le falta su vinculo pleno con el Otro. Por eso he destacado fuertemente que está vinculado de un modo más cercano al sujeto neonatal. El seno no es del Otro, no es el vínculo del Otro que hay que romper, es como mucho el primer signo de dicho vínculo. Por eso tiene relación con la angustia, pero también por eso es la primera forma del objeto transicional en el sentido de Winnicott, la forma que hace posible su función. Por otra parte, no es, en este nivel definido por el a, el único objeto que se ofrece para desempeñarla".
Para introducir esta referencia, un poco de historia enraizada con la obra de Donald Woods Winnicott (1896-1971): Fue un médico, pediatra y psicoanalista inglés que tuvo un lugar reconocido en el campo psicoanalítico aunque no fundó ninguna escuela. Único varón de una familia metodista, él mismo afirmaba que era como un hijo único con varias madres y con un padre muy ocupado por su trabajo de comerciante y sus responsabilidades como alcalde de Plymouth.
Durante la primera Guerra Mundial sirvió como médico en la marina, luego se especializó en pediatría. En 1923 se casó, inició su primer análisis con James Strachey y se orientó hacia la psiquiatría y el psicoanálisis. Ese año empezó a trabajar en el Padington Green Children's Hospital donde ejerció durante 40 años.
Se apoyó en las teorías de Freud pero para el estudio de las psicosis, se basó en Ferenczi y en M. Klein (con quien controló sus casos entre el 35 y el 41). A diferencia de Freud dio a la madre la función central en el desarrollo del niño y otorgó al padre funciones de protección de la relación madre hijo. Señaló las insuficiencias del complejo de Edipo y cuestionó las formulaciones de Freud y Klein sobre la pulsión de muerte.
Winnicott decía que la preocupación por el otro aparecía para el bebé como una experiencia que reunía la madre objeto y la madre ambiente, madre poseedora del objeto parcial que satisface las necesidades y madre que protege y cuida. Desde una perspectiva próxima a la psicología del yo, Winnicott considera que si el yo está bien construido puede dominar las pulsiones del ello. El yo puede hacer frente a la angustia producida por la emergencia pulsional y luego aceptar la responsabilidad.
En 1935 fue aceptado en la Sociedad Británica de Psicoanálisis de la que fue su presidente del 56 al 59 y del 65 al 68.
Durante la II Guerra Mundial trabajó para el proyecto de albergues para niños evacuados, que le permitió estudiar los efectos de la separación de los padres. Impulsó la creación de ambientes de acogida agradables en los hogares de acogida. Winnicott observó que la mayoría de niños que tenían conductas antisociales habían carecido de un hogar satisfactorio, por ello necesitaban un ambiente adaptado y estable durante unos años.
Entre el año 39 y el 62 realizó distintos programas, de orientación a padres para la BBC que tuvieron muy buena acogida. Sus textos interesaron a distintos profesionales fuera del ámbito psicoanalítico.
Formó parte del Middle Group que se ubicó como grupo intermedio en la polémica que hubo entre las dos representantes del psicoanálisis con niños de la época (Melanie Klein en Berlín y Ana Freud en Viena). En el año 1954 planteó la disolución de esos grupos pero su petición no prosperó.
Interesado por los estudios de Darwin y la cuestión de la supervivencia, desarrolló su concepción sobre el proceso de maduración y la función de la madre, la cual debia garantizar un ambiente facilitador para la adaptación del bebé.
El espejo materno
Para Winnicott, en el desarrollo emocional, el rostro de la madre sería el precursor del espejo. El niño siente si la madre lo ve y conecta con él. Cuando el niño mira la cara de la madre se ve a sí mismo, se ve como le ve la madre. Si la madre pierde el rol de espejo, el niño mira pero no se ve, y el recién nacido ve reflejado el estado de ánimo de la madre o sus defensas. Si la madre no reacciona a la mirada de su hijo pierde la capacidad de ser algo en lo que mirarse. El bebé que aún no es, a partir de lo que la madre refleja lo es potencialmente porqué ella lo anticipa. Si esto falla, el niño tendrá dificultades en separarse, quedando pendiente de los estados maternos.
Los fenómenos y los objetos transicionales
Winnicott construye una madre ideal que sabe responder a todo lo que el bebé necesita, una madre, siempre presente y no deseante. Crea una relación que colma. Su hipótesis central es que el lactante no existe fuera de la relación con la madre. Y los problemas con este vínculo pueden llevarle a conductas antisociales como forma de compensación ante la falta de esta madre "suficientemente buena". La psicosis es definida por Winnicott como un fracaso de la relación con la madre que no le permite organizar su self verdadero de manera sana y estable.
La salud mental para Winnicott tiene como base el cuidado materno y las faltas de este derivan de manera directa en problemas psicopatológicos. La empatía de la madre Winnicottiana le permitiría adaptarse de manera casi total a las necesidades de su hijo. Para pasar de la dependencia absoluta a la relativa y desarrollar su independencia. La madre debe sostener físicamente al bebé y con sus cuidados permitir la base de la fuerza del yo. Si el proceso se hace en la "buena" dirección se produce la progresiva separación entre el yo y el no-yo. Separación que la madre "suficientemente buena" debe garantizar con sus cuidados.
Winnicott escribe en el 51 "Objetos y fenómenos transicionales" en Escritos de pediatría y psicoanálisis, artículo que en el año 60 Lacan tradujo y publicó en la revista: La Psychanalyse, que dirigía en París. En este artículo describe la secuencia de acontecimientos que suceden a los recién nacidos: desde llevarse el puño a la boca (para estimular la zona erógena oral) hasta la afición a jugar con un objeto especial (al que se convierten en adictos). Son dos grupos de fenómenos relacionados, aunque separados en el tiempo.
Además de la satisfacción y excitación oral que produce ese objeto, Winnicott analiza su naturaleza, la capacidad del niño para reconocer un no-yo, su ubicación, la capacidad del niño para crearlo, inventarlo, o producirlo, y la iniciación de un tipo de relación objetal afectuosa.
Designa como "fenómenos transicionales" a la zona intermedia de la experiencia entre el pulgar y el juguete, entre el erotismo oral y la relación objetal, entre la actividad creadora primaria y la proyección. Los balbuceos de los niños, las melodías que se cantan para dormirse y el uso que hacen de los objetos que no son parte de su cuerpo y que no son aún reconocidos como pertenecientes a la realidad externa, entran en esa zona intermedia. Son fenómenos que tienen una importancia vital para el bebé en el momento de dormirse y son una defensa contra la ansiedad. Según Winnicott los "objetos transicionales" son sanos y universales. Podemos considerarlos como el falo materno en potencia que al principio era el pecho.
En cierta medida describe un proceso de alienación del sujeto al Otro, y en la separación aparece esta zona intermedia que es un vacío donde vienen los objetos transicionales. Zona intermedia entre la incapacidad y la capacidad creciente del pequeño para reconocer y aceptar la realidad. Lo que le interesa a Winnicott es la primera posesión y la zona intermedia que hay entre lo subjetivo y lo que es percibido objetivamente; entre el pecho de la madre y el pecho mágicamente introyectado.
El patrón de los "fenómenos y objetos transicionales" se manifiesta de 4 a 6 meses, hasta los 8 a 12 . Estos patrones pueden acompañar al niño durante la infancia: el oso de peluche, una parte de la sábana o manta, un pañuelo,… pueden ser requeridos cuando se va a dormir, cuando se siente solo o se deprime.
Algunas características: es un objeto "afectuosamente acunado, excitadamente amado y mutilado"; es una primera posesión acompañada o no de fenómenos autoeróticos, por ejemplo: con una mano se chupa el pulgar y con la otra coge el objeto externo; a medida que el niño empieza a utilizar sonidos organizados, es posible que aparezca una palabra destinada al "objeto transicional"; a veces no hay "objeto transicional" salvo la madre misma; este objeto no debe cambiar a menos que el niño lo cambie y está destinado a perder su carga y quedar relegado, a medida que se desarrollan los intereses culturales.
No se trata de un objeto interno como lo es el objeto kleiniano. Tampoco es, para el pequeño, un objeto exterior. Si la madre es "suficientemente buena" hay una coincidencia entre lo que la madre aporta y lo que el pequeño es capaz de concebir. Así da al niño la ilusión de que existe una realidad exterior que se corresponde con la necesidad de crear del pequeño, la madre se adapta (casi al 100%) a las necesidades del niño y le permite la ilusión de que las cosas que él crea existen realmente: "el bebé se alimenta de un pecho que forma parte de él y la madre da leche a un bebé que forma parte de ella." Si el objeto exterior (pecho, figura materna, cuidados ambientales...) es malo o falla, el objeto interior deja de tener significado y no existe el "objeto transicional".
Para Winnicott la madre "suficientemente buena" (que no tiene porqué ser necesariamente la madre verdadera) es la que va adaptándose activamente a las necesidades del pequeño que va tolerando la frustración. La madre se adapta gradualmente de un modo menos completo y el niño afronta de forma creciente los fallos de la madre. Si todo va bien, el niño puede sacar provecho a la frustración.
Luego vendrá para la madre la tarea de desilusionar al niño, proceso gradual en el que el destete ocupa un lugar preliminar y continúa siendo la misión de padres y educadores. Los fenómenos en torno al destete son los que introducen la gradual y necesaria desilusión del niño; no solamente se trata del final del amamantamiento.
La ilusión es, para este autor, la función principal del objeto y de los fenómenos transicionales que constituyen la base de la iniciación de la experiencia. En esa zona intermedia entre la realidad interna y externa que se conserva a lo largo de la vida. Ubica las experiencias que corresponden a las artes , a la religión, a la vida imaginativa y a la labor científica y creadora.
Este es pues el desarrollo que hace Winnicott del "objeto transicional", y al que Lacan alude para hablarnos de ese "objeto elegido por su modalidad de ser especialmente cesible, de ser originalmente un objeto soltado".

Bibliografia

  • Jaques Lacan. El seminario 10: La Angustia. Paidos. Buenos Aires. 2006
  • Donald Winnicott. Obras escogidas. Vol. I, "Escritos de pediatría y psicoanálisis". RBA.
  • Donald Winnicott. Realidad y juego, Gedisa, Buenos Aires, 1972

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