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Paz y Ciencia

viernes, 12 de septiembre de 2014

Sartre y el Psicoanálisis



Una de las frases más mencionadas del filósofo existencialista y literato francés Jean Paul Sartre (1905-1980) dice:
‘Uno es lo que hace con lo que uno es. No importa lo que la historia ha hecho con el hombre, sino lo que el hombre hace con lo que la historia ha hecho con él.‘ 

Pero se suele citar a su primer o segundo párrafo por separado, y efectuar algún desarrollo (psicológico, ético u otro) a su respecto. Esto es un error, pues es su primer párrafo el que le da sentido al resto de la frase, que no puede ser antojadizamente separada. Porque Sartre consideró que el ser humano está ‘condenado a ser libre‘, es decir, arrojado a la acción y responsable plenamente y sin excusas de aquella, concibiendo a la existencia humana como existencia consciente y al ser humano como un ser que debe hacerse a sí mismo. Por ello, ese “hacerse” alude a una cuestión de elecciones ‘históricas‘ y conscientes, basadas en la propia experiencia. Porque Sartre siempre rechazó la noción de “lo inconsciente”, particularmente la planteada por Freud, arguyendo que lo inconsciente era un criterio “característico del irracionalismo alemán”. Opinando que lo inconsciente era irracional, oponiéndose a que un sistema filosófico se fundara fuera de la razón (es decir, nunca comprendió la esencia del psicoanálisis), y por tanto, a una psicología que se basara en un “irracionalismo”.
No hay para Sartre ningún enigma oculto. Todo está en la conciencia. Pero pese a ello, puede haber “misterios a la luz del día”, pues conciencia y conocimiento no son forzosamente la misma cosa. La conciencia es conciencia de algo, a la vez que conciencia de si, y por ende, conciencia de la libertad que ella es. La conciencia de la libertad es la angustia, y la angustia de la libertad nace de la indeterminación, de la imprevisibilidad. Cualquier elección, cualquier acto de libertad situacional, responde a un proyecto y todo proyecto se define por su fin, no por sus causas antecedentes. Es una elección consciente, aunque no reflexiva. Luego, hay que conocer y conocerse. Fue así como Sartre propuso un ‘psicoanálisis racionalista‘, al cual llamó ‘Psicoanálisis Existencial‘. Dijo que: “Un ser humano adulto no puede ni debe estar defendiendo sus defectos en base a hechos ocurridos durante su infancia, eso es mala fe” (un autoengaño del paciente) “y falta de madurez” (otra prueba de su citada incomprensión, pues no se trata de ‘defender‘ defectos, sino de develar los factores inconscientes que generan “defectos”). Su sistema (un método fenomenológico para estudiar “el proyecto original” de una persona, esto es, revelar la totalidad de su impulso a ser; su relación original consigo misma, el mundo y el Otro en la vida de las relaciones internas y de un proyecto fundamental) se basaba en una profunda autocrítica del sujeto. El propósito del psicoanálisis existencial no es la “cura”, como en Freud, sino la captación del propio ser en todas sus posibilidades. No es liberarse del pasado sino reconocer que esa libertad siempre existe. Por lo tanto, el autoconocimiento del psicoanálisis existencial implica reconocer que la propia situación es la de una libertad enfrentada a la libertad de los demás y es responsable de tal situación. Implica, además, admitir la libertad, para “convertirse radicalmente”, pasando de ese modo concreto de ser a otro. Y “el infierno es la mirada del otro” (en la medida en que uno se deje mirar “infernalmente”, nos parece). Al respecto, vale recordar que Carl G. Young (1875-1961) destacó las “críticas prematuras y superficiales” que le eran efectuadas al psicoanálisis en su época, objetando a los “falsos supuestos de orden filosófico” que imposibilitaban su comprensión (tales como “el dogma de la identidad de la conciencia con la psique”). En particular, la de la existencia del inconsciente: la naturaleza extraconsciente de ciertos procesos psíquicos; lo no sabido: “historias” que están ocultas, que tienen vida propia y actúan en forma autónoma, generando una respuesta emocional, que puede ser intensa y aún sorprendente, también para uno mismo. Acreditada por los sueños (su interpretación), la técnica de la libre asociación de ideas (provistas de sentido), los actos compulsivos o sintomáticos y los actos fallidos propiamente dichos, siendo que todos ellos representan puertas de entrada al inconsciente. Y esto, nos permitimos aseverar, es una evidencia empírica validada por la práctica clínica. No así una construcción teórica irracional, no siendo la idea del acto psíquico inconsciente, como creía Sartre, contradictoria en si misma. Ello así, independientemente de que uno esté de acuerdo o no con todo o parte de la teoría psicoanalítica (bien estudiada, se entiende, para no caer en un charlatanerismo vano), parece difícil negar que el mensaje de Freud siempre fue poco placentero, dado que investigó las zonas más oscuras de la psique humana, afirmando que “mientras no comprendamos nada, nada podremos conseguir”. Aquellas zonas que Sartre nunca atinó a comprender, por lo cual su “psicoanálisis existencial” no sólo no es psicoanálisis, sino que nunca sirvió clínicamente para nada.

Diario El Litoral

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