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Paz y Ciencia

lunes, 1 de septiembre de 2014

Dialéctica Interno-Externo en Psicoanálisis


El lector actual de obras psicoanalíticas puede recurrir al constructo interior-exterior para ordenar a los distintos autores en lo que respecta a cuestiones básicas (más correcto sería decir existenciales) referidas a la evolución del psiquismo. Si bien Freud (1905) (empujado por la ciencia decimonónica en la que se formó) partió de los determinantes internos como el principal motor del psiquismo –pulsión–, hoy en día no se da tal importancia a dichos elementos. Más bien al contrario, de tener que tomar partido por alguno de los polos en el debate “interior-exterior” en lo que respecta al desarrollo de la personalidad, el psicoanálisis moderno se sitúa más bien en el exterior. Esta postura teórica ha contribuido a una relectura crítica de las obras de los psicoanalistas clásicos que ha tenido como consecuencia la puesta en duda de algunos puntos clave del psicoanálisis ortodoxo (especialmente en el campo de la metapsicología), y ha generado una serie de avances en lo que respecta a la técnica terapéutica, la cual se orienta hoy más como una relación de dos personas que como un análisis de un sujeto por parte de un experto. Podemos comprobar (por poner sólo dos ejemplos claros) cómo M. Klein siempre primó el valor de la fantasía y lo pulsional en el interior del psiquismo, en oposición a Erikson, abanderado de una óptica claramente interactiva del desarrollo infantil (debemos aceptar que es cada autor el que hace primar una visión frente a la otra, cuando se trata de la misma realidad).

Podemos guiarnos por otro constructo teórico bipolar definido en uno de sus extremos por una lógica lineal, determinista, y en el otro por una concepción dialéctica de la causalidad. Sirva como ejemplo la concepción distinta del complejo de Edipo que encontramos en Freud (1921) y en Lacan (1953-54) Si el primero plantea una teoría sobre la concatenación de esquemas representacionales del niño respecto a sus progenitores (pudiendo discriminar siempre causas y efectos), el segundo nos muestra más bien una serie de posiciones que van tomando alternativamente los miembros de la familia respecto a cierto significante (sólo abarcable desde una óptica dialéctica). Obtenemos así un segundo eje que podríamos llamar causalidad lineal-causalidad dialéctica.

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