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Paz y Ciencia

martes, 23 de septiembre de 2014

H. Arendt: "La Condición Humana"



Hannah Arendt es considerada una eminente politóloga, célebre por sus estudios acerca del totalitarismo y el mundo judío. Sin embargo, una faceta menos conocida, pero tan importante como la anterior, son sus ideas acerca de la Filosofía de la Historia y el papel tradicional-teológico judaico como verdaderas fuentes de sentido de laCondición Humana. A este respecto debemos remitirnos a las intuiciones, pocas veces analizadas explícitamente en sus escritos, que subyacen en la mayoría de sus textos mayores; A este respecto, son de especial interés: Los intentos de repensar la especificidad de la políticaLa apuesta por el pensamiento no-sistémico -en el sentido de la denuncia de los grandes sistemas de pensamiento clásicos y modernos-, Los fenómenos de culpabilidad y responsabilidad ante la barbarie del nazismoLa trivialidad del malLa figura del exiliado y el exilioLa reivindicación de la memoria en una época de fugacidad de los tiemposCercanía a lo místico judío y al pensar poético.

La "Condición Humana" según Hannah Arendt

La obra más popular de Hannah Arendt, con permiso de Los orígenes del Totalitarismo, y la que, sin duda, le ha reportado más notoriedad es: La Condición Humana. Los planteamientos básicos de tal intento de análisis ontológico del ser humano han devenido clásicos a la hora de replantear la pregunta kantiana "Qué es el hombre" desde una fenomenología más abierta y no-sistémica. De hecho, la Condición Humana parte de una voluntad que se ha denominado "Realismo respetuoso" que, en contra de una idea sistémica y teórica de la Filosofía, pretende meramente describir la Realidad en sus experiencias primordiales. Esta voluntad, le hace asumir otra intuición fundamental: "el pensamiento mismo nace de los acontecimientos de la experiencia viva y debe mantenerse vinculado a ellos como los únicos indicadores para poder orientarse"; a la práctica supone un rechazo de la "Filosofía Política" -así como de las Ciencias Sociales- como tal y una auto-denominación como teórica de la Política. Más adelante veremos que estos posicionamientos responden a una particular concepción de la Filosofía de la Historia.

Centrándonos más específicamente en la Condición Humana, debemos resaltar su "arquitectura teórica" básica. En primer lugar, Arendt establece tres dimensiones básicas de la Condición Humana: labor, trabajo y acción. Tales dimensiones son propias de todo individuo en toda sociedad, por detención u omisión. Arendt describe las dimensiones propias de la Condición Humana en tanto que Antropología Filosófica, es decir, los fundamentos filosóficos básicos que hacen caracterizar nuestra especie como plenamente humana.

Arendt define la labor como la dimensión ligada a la necesidad, al ciclo de repetición de la naturaleza, esto es, la labor produce todo lo necesario para mantener vivo al organismo humano y a la especie. Se caracteriza por no dejar nada tras de sí: sus productos están destinados a ser consumidos y desparecen casi tan rápidamente como se han producido. De este modo, laborar y consumir no son más que dos etapas del siempre repetitivo ciclo de la vida biológica. Pertenece asimismo a la labor su no visibilidad y su carácter apolítico. Tal dimensión caracteriza una actividad propia; en este caso, la del uniforme y cíclico "animal laborans".

Otra dimensión de la condición humana: el trabajo, a diferencia de la labor, es productivo: sus resultados están destinados no tanto a ser consumidos como a ser usados -tienen un cierto carácter duradero-. Frente a la característica repetición del laborar, el trabajo como fabricación produce la pura variedad inagotable de cosas, por tanto con una existencia relativamente estable, que constituyen el mundo en que vivimos, el artificio humano. Esta misma estabilidad, durabilidad de los productos del trabajo es lo que posibilita la objetividad. Sólo por haber erigido un mundo relativamente independiente de objetos a partir de la naturaleza y por haber construido este ambiente artificial, podemos considerar la naturaleza como algo objetivo. Tal dimensión caracteriza una actividad propia; en particular: la del homo faber. Elhomo faber consigue esta durabilidad y objetividad antedicha al precio de ejercer una cierta violencia para con la naturaleza, creyéndose así su dominador con potestad de crear y destruir, no sólo la propia naturaleza, sino también su mismo artificio.

Finalmente, la tercera y última dimensión de la Condición Humana: la acción hace referencia a la libertad. Así, frente a la circularidad de la labor y la proyectabilidad del trabajo, la acción se distingue por su constitutiva libertad, por su carácter invariablemente impredecible. Las acciones en el mundo, a pesar de tener un comienzo determinado, nunca tienen un fin predecible y menos aún unas consecuencias cerradas. Es imprescindible la acción para hacer del mundo artificial fabricado un verdadero hogar -Heimat según los planteamientos que hereda Arendt de Heidegger-, cuya estabilidad perdure y sobreviva al siempre cambiante movimiento de las vidas humanas, en tanto trascienda la simple funcionalidad de los bienes de consumo y la utilidad de los objetos de uso. Es gracias a la acción y a la palabra que el mundo se revela como un espacio en el que es posible la vida en sus sentido no biológico. La acción no tiene sentido en la soledad de uno mismo, al contrario, su verdadera naturaleza le obliga a ser interpersonal e inédito en un mundo ya preestablecido de otras relaciones humanas, algunas de las cuales no son propiamente políticas; Estamos en la dimensión humana de la ” Política “. Aprovechamos este punto, para hacer un breve, aunque trascendental, inciso: Arendt concibe la política cómo la negación explícita de la Violencia. Así, la relaciones anti-políticas que constituyen la opresión y la violencia son una negación explicita de la política y en tanto tales, no pueden ser jamás objeto de la acción.


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