Cuando una persona decide acudir a consulta suelen confluir varios aspectos, la demanda no suele ser nítida, siendo el motivo de consulta una mascarada inconsciente de un malestar latente.
Por ejemplo estoy pensando en una persona que sufrió abusos físicos en su infancia, un divorcio de sus padres cuando él era un niño, su padre era alcohólico y el paciente guarda un profundo resentimiento hacia él.
Fue creciendo viviéndose, pensándose y construyendo, en definitiva, su identidad difusa en base a sentirse raro y extraño. Siempre tuvo un buen corazón, corolario de los afectos simbólicos que había "inoculado" la madre. Se "juntaba" en el recreo con un chico con problemas de psicomotricidad graves y se aisló de los demás. También se refugió en su mundo psíquico, con los fantasmas del miedo al padre y la vivencia de sentirse extraño, típico en algunos hijos de padres separados.
Después, cuando llegó a los 18 años empezó el consumo de drogas, la vida nocturna, la impulsividad, la tristeza, la ansiedad y la dependencia instrumental y emocional de su madre.
Las relaciones sentimentales no cuajaban, él se sentía extraño y no podía deshacerse del hábito del consumo que corrió un peaje importante en su psique alterando sus funciones psíquicas, por ejemplo a nivel de reflejos, de control de impulsos y de estabilidad.
Su inteligencia y sntido común le ayudó a seguir adelante, una inteligencia que a efectos prácticos puede parecer fracasada pero decidió desengancharse él solo de la droga y pedir ayuda tras más problemas con parejas.
Este es un ejemplo, contado a grosso modo, de que son muchas las variables intervinientes en un malestar psíquico, en este caso, la droga, la pérdida y el abandono de su padre, una grave enfermedad de la madre y una historia de pérdidas con sus parejas le alertaron de que tenía que "organizarse la cabeza".
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