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Paz y Ciencia

miércoles, 20 de abril de 2011

Teoría de la locura

Un compañero psiquiatra, que navega cultural y epistemológicamente por parecidos senderos a mí, él quizá es más psicoanalista clásico y un excelente profesional, me ha enviado este borrón, al estilo de Goya, esos bocetos de incalculable valor, esos estudios previos a la consecución final de la obra de arte, esos pedazos o snippets winnicottianos. Lo comparto con ustedes:

TEORIA DE LA LOCURA




La palabra locura abarca un arco de tensión en cuyos extremos se encuentran la genialidad y la enfermedad mental. En un determinado segmento hablamos de estar loco o de hacer locuras como de algo grato, envidiable, supremo; de actos conducta que implican una creatividad que en su máxima expresión presentan características o rasgos de genialidad. En el otro polo, hablamos también de estar loco o de hacer locuras en función del grado de desorden o caos mental que presenta la persona. Así pues, el término locura –y por ende, el sustantivo loco–, precisa (o mejor: exige) conocer el contexto de una conducta o comportamiento humano para poder discriminar el sentido de la locura: la locura como genialidad o como enfermedad mental.



En esencia, locura –en su acepción saludable– equivale a creatividad, siendo su máxima expresión el raptus genial. Una persona bien integrada psíquicamente, esto es, que presenta un adecuado balance entre la realidad y la fantasía, que posee suficiente imaginación, capacidad para jugar (para explorar los asuntos de la vida) y sentido del humor, puede decirse que es una persona que posee riqueza psíquica, esto es, locura sana. La forma de expresión de estas personas es la naturalidad y la espontaneidad, a diferencia de los que se conducen por la vida de forma mecánica, estereotipada, rígida, defensiva, con sumisión o acatamiento. En suma. la locura sana supone tener vida propia, supone crear nuestra propia visión del mundo. Donald Winnicott lo dice así: <>



La otra acepción asimila el concepto de locura a la categoría de trastorno psíquico, o lo que más específicamente se denomina en psiquiatría: a las psicosis. En esta línea, al loco se le ha llamado demente, alienado, enfermo mental o psicótico. En la antigüedad la locura se asociaba al pensamiento mágico, y a lo sobrenatural, posteriormente al loco se le encerró en los asilos o manicomios, hasta que en el siglo XX tuvo lugar la gran revolución de la locura: de un lado, por el psicoanálisis, porque plantea que la locura tiene sentido; del otro, la psicofarmacología, al introducir los neurolépticos en 1952 ha variado completamente la evolución y el pronóstico de las psicosis, cuyos grandes cuadros son la paranoia, las psicosis maniaco-depresivas y la esquizofrenia. Su etiología depende de factores genéticos, neurobiológicos y ambientales, como la falla del sostén materno en la primera infancia. Desde un punto de vista psicodinámico la locura es una forma de existencia, es un proyecto imaginario. Supone una interpretación de la realidad que se ofrece como verdadera, siendo que los valores de verdad o falsedad rigen para la denotación, mientras que los valores de verosímil o inverosímil rigen para la connotación o interpretación de la realidad. La locura patológica implica imponer la propia visión del mundo. Lejos de suponer una aportación creativa a la vida, supone una imposición irreductible.



<>. Ciertamente, su forma de entender o de interpretar el mundo (su mundo interno) lo hace externo, lo hace propiedad de la realidad empírica o cotidiana. Así, el delirio, que es el síntoma que define a las psicosis, es una interpretación errónea de la realidad a la que se dota de certidumbre. De ahí que Jaspers dijera: <>, esto es, locura patológica. Por contra, de la locura sana, el viejo sabio Maimónides dijo: <>.



Javier Lacruz Navas

Psiquiatra

Pueden encontrar más trabajos suyos y más extensos en http://www.elgestoespontaneo.com/, sitio dedicado a la obra de Winnicott y otros.

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