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Paz y Ciencia

domingo, 11 de octubre de 2009

La realidad social

Continuando con el post anterior quisiera hablar de un modelo que se creo en los 60, la antipsiquiatria, con el libro homónimo de Cooper, Laing, Esterson, Thomas Szasz y "El mito de la enfermedad mental", se pueden sumar los textos del MRI de Palo Alto de California con Don Jackson, Gregory Bateson y Paul Watzlawick de representantes, un continuador actual es Giorgio Nardone con su terapia breve estratégica. Estos libros tenían un componente de denuncia del establishment, cuando se realizaban choques insulínicos, electroconvulsiones, camisas de fuerza y celdas acolchadas de aislamiento.
No era un modelo humano de tratar al enfermo y estas personas le dieron demasiado vuelo a la contracultura y la palabra antipsiquiatría dejo como destructora su obra cuando es creativa e innovadora, así como necesaria en aquella época.
La familia fue el objeto de estudio para entender donde había crecido ese paciente enfermo de esquizofrenia y que relación tenía la crianza y la educación con su personalidad. Si hacemos referencia a la clínica puede darse el caso de que dentro de la familia haya algún padre con patología psiquiátrica, o bien darse un sistema de comunicación esquizofrenógena. Estos postulados fueron desplazados por la ciencia dura y tachados de radicales pero fermentó un poso de denuncia y REFLEXIÓN para entender como Sechehaye en "La realización simbólica", como se podía curar a un esquizofrénico que la institución o instituciones habían dado por imposibles.
Esto se da ofreciendo un marco de confianza, un medio ambiente suficientemente bueno y una intervención holística, en todos los planos de la familia. Es bien difícil hacer un tratamiento individual y que el Paciente Identificado siga sufriendo de esa Alta Emoción Expresada (así es como se llama la variable ahora). Históricamente, y se ve en la clínica actual y más aún en los historiales de pacientes en años anteriores el paciente esquizofrénico tiene trastornos ideativos, o del pensamiento, del lenguaje, "afectividad aplanada" y otras delicias de Kraepelin, Schneider, Bleuler y otros. Pero la praxis clínica, la conexión real con estas personas nos ofrecen la posibilidad de entender que han crecido en ocasiones en ambientes desorganizados y que el espejo en el que se han mirado para crecer les ha reflejado una imagen distorisionada de su self. Véase "El yo dividido" de Laing y el abundante número de referencias al falso self de los pacientes con esquizofrenia. El falso self, recordemos, es una parte del self de carácter defensivo que se forma por imposición, por instigación o por no verse cubierta las necesidades, es un self protector que no hace alusión a la esencia de la persona, al potencial de salud. Y bien es cierto que en psicopatología se habla poco de la salud que reside en la persona. Este es el trabajo del analista el rescatar esa parte sana y hacerla crecer.
Ayer leía un concepto de Luis Cencillo: El Injerto. Consiste en inocular una parte del self en el paciente para poder sostenerse, esto tiene, según mi parecer un componente de falso self adaptativo que recuerda al trabajo de Heinz Kohut.
La "realidad social" es la fuente donde crece un individuo y no se puede aislar como a un hígado, esto es importante. La propuesta actual es el enfoque bio-psico-social. Reflexionemos sobre ello porque estamos atravesados por un discurso anticuado sobre la persona que sufre y existen grandes resistencias a entender que el sujeto no nace solo y crece solo. Esto es evidente. Un saludo.

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