La impresión que tengo es que cuando se trabaja con Winnicott o se le lee, transmite un conocimiento generalmente ambiguo (que puede entenderse de varios modos o admitir distintas interpretaciones, dar motivo a dudas, incertidumbre o confusión) que se distingue por la riqueza de su contenido, necesitando un espacio para comprenderlo. Esto es producto indudablemente de su experiencia clínica y de su resultante teoría, pero lo que más lo caracteriza es su personalidad tan singular, incluso en lo inesperado, capaz de comunicar una experiencia viva (poiesis) que integra aspectos de profundidad subjetiva y cognitiva, que brotan espontáneamente, priorizando la comunicación de inconsciente a inconsciente.
Justamente esto se sustenta en su metáfora de la cara, en la cual no se pueden encontrar dos iguales, excepto en los gemelos. Cuando se anima este rostro no solamente es una expresión física, sino una expresión del alma: psicológica, afectiva, emocional y espiritual, donde la distintividad se incrementa aún más.
Lo esencial del proceso y de la experiencia analítica, sin excluir los aspectos generales y comunes al conocimiento del ser humano, conscientes e inconscientes, es descubrir y compartir -analista y paciente- mutuamente, la distintividad, la mismidad y la identidad de cada uno y de la relación, en una continuidad y en un espacio. De aquí surge, igualmente, la evidencia del psicoanálisis como ciencia antidogmática.
El hallazgo de Winnicott de un espacio intermedio, transicional o potencial fue una contribución trascendente en que la experiencia cultural encuentra su lugar en la teoría y en la praxis; cuya base es el juego que va a tener una significación indudable vinculada a la imaginación y a la existencia de la vida creativa. Las experiencias de cada ser humano, serán enriquecidas por la relación del vínculo cultural, por su pasado, su presente y su futuro.
En cuanto al objeto, su uso es más importante que el objeto mismo, de donde surge que la paradoja es aceptada, tolerada y respetada y por tanto no resuelta. Si se fugara hacia lo intelectual podría resolverse, perdiendo el valor de la paradoja en sí misma.
La importancia de todo esto requiere que los conceptos, elementos o teorías no se sobredimensionen ni se disminuyan dentro de lo que es la multiplicidad factorial en la sanitud y en la patología.
Su contribución tiene especial importancia para el infante, el niño y el adolescente, sin exceptuar a los adultos, lo mismo que una extensión social. Las distorsiones de la temprana experiencia vital pueden contribuir a aspectos psicopatológicos como ideas fijas, adicciones, perversiones, etc. Cuando se reclama con demasiada fuerza la credulidad de otros, forzándolos a participar en una ilusión que no es la propia, dentro del área de lo subjetivo y objetivo devendrá la enfermedad. El niño adquiere capacidad para reconocer el objeto como su no-yo, su naturaleza y ubicación; lo mismo que para crear, idear, imaginar y producirlo; así como para iniciar un tipo afectuoso de relación de objeto y reconocer la realidad. La experiencia infantil está íntimamente vinculada al dormir y al sueño. Lo que determina la raíz del simbolismo es el viaje del infante de lo puramente subjetivo a lo objetivo, de progreso hacia la experiencia.
Para que un infante pase del principio del placer al de la realidad, más allá de las identificaciones primarias, necesita una madre suficientemente buena, quien atiende las necesidades del infante, enseñándole a enfrentar los fracasos y a tolerar los resultados de la frustración, que tienen un límite tolerable. La madre tiene una preocupación tranquila, su éxito depende más de la devoción que de la inteligencia. La tarea de la madre es gradualmente desilusionar al infante, pero habiéndole dado suficiente oportunidad para la ilusión. Desde el comienzo de la vida el ser humano está interesado se enfrenta a lo que es percibido objetivamente y lo que es subjetivamente concebido. Esto es lo que permite al niño su creatividad primaria y su percepción objetiva, basada en el test de realidad. La ilusión que hay una realidad externa corresponde a la propia capacidad del infante para crearla.
Los aspectos negativos de las relaciones y su fracaso tienen que ver cuando los padres no están disponibles, con muchas separaciones que se viven como traumáticas. Al suceder esto es como si la madre estuviera muerta desde el punto de vista del niño; es indispensable un momento de cólera, que puede durar minutos, días u horas. El único espacio que tiene es de la ausencia, la muerte o la amnesia, el vacío completo. Cuando el límite no es sobrepasado la madre todavía vive.
El ser humano no está libre de la tensión entre la realidad interna y la externa; el alivio de esta tensión es proporcionada por el área intermedia de experiencia que no es perturbada; la continuidad del área del juego de un niño, es indispensable para la iniciación de una relación entre éste y el mundo.
La transición de un estado de ser emerge con la madre a un estado de ser en relación a la madre como algo fuera y separado. De la dependencia a la independencia. El infante depende de su madre en su ausencia, cuya representación permanece con él por cierto período de tiempo. Cuando éste es mayor, se perturba y pierde el objeto su significado. El juego creativo es aliado del soñar y del vivir, vinculado a objetos reales, pero no al fantaseo (masturbación mental), a la disociación y a la no existencia. En éste la realidad no existe.
El psicoanálisis se da en la superposición de dos zonas de juego: la del paciente y la del terapeuta. Son dos personas que juegan juntas. La labor del terapeuta se orienta a llevar al paciente de un estado en que no puede jugar a uno en que le es posible hacerlo. Cuando un paciente no puede jugar, el terapeuta debe esperar antes de interpretar fragmentos de conducta. El fin es un jugar juntos que enriquece y que incluye una actitud social. El momento importante es en el cual el paciente se sorprende a sí mismo. La interpretación inoportuna, fuera de la madurez del material es adoctrinamiento y autoritarismo y produce sumisión. La resistencia surge de la interpertación ofrecida fuera de la zona de superposición entre el paciente y el analista que juegan juntos. Cuando aquél carece de capacidad para jugar, la interpretación es inútil o provoca confusión. Cuando hay juego mutuo, la interpretación puede llevar adelante la labor terapéutica. Ese juego tiene que ser espontáneo como la interpretación mutuativa que traduce la capacidad inconsciente de ambos para jugar creativa y significativamente.
En el juego no se admiten intrusiones y lo que interesa es la saludable distancia. No es una realidad psíquica interna ni externa. Muestra una capacidad para soñar en un marco elegido de fragmentos de la realidad externa. Hay un desarrollo que va de los fenómenos transicionales al juego. De éstos al juego compartido y a la experiencia cultural. Implica confianza y pertenece al espacio potencial que al principio era el existente entre el bebe y su madre. El juego compromete el cuerpo. La excitación corporal y los instintos para Winnicott son el principal peligro tanto para el juego como para el yo. Entiendo que es cuando la armonía natural se perturba. De tal manera que tendríamos que hablar del juego saludable y creativo y del patológico vinculado este último al game y al fantaseo. La seducción explota los instintos del niño, estimulando su aniquilamiento o su imposibilidad, y sólo por excepción aspectos compensatorios.
El juego es una actividad creadora y en búsqueda de la persona, contiene una paradoja que se debe aceptar, tolerar y no resolver. Se ubica en el espacio potencial. A mi entender el juego no solamente se vuelve creador y descubre a la persona en esa forma, mostrando lo mejor de ella, sino que lo creador pudiera estar vinculado al descubrimiento no solamente de aquellos aspectos creativos o productivos sino también destructivos (Tánatos terapéutico) que podrían ser utilizados en lo inmediato o en el futuro, a través del insight y de la experiencia que este descubrimiento pudiera generar. De esta manera el juego estaría más al servicio de la totalidad del individuo. Y no sólo vinculado al tiempo inmediato, sino en lo posterior o trascendente. Si el juego es lo que sorprende y descubre lo inesperado, me parece que no solamente el juego sería lo creador. Lo mismo que decir que únicamente en el juego es posible la comunicación. Es una aspiración exclusivista que me hace cuestionarla. La creatividad esencial es una característica de la vida y del vivir en su totalidad.
Existen personas con escaso sentido de la realidad, pero existen otras con tanta firmeza en la realidad percibida de manera objetiva que están enfermas en el sentido contrario: de no tener contacto con el mundo subjetivo y con el enfoque creador de la realidad.
En su teoría debemos dar por supuesto un elemento masculino y femenino separados, uno del otro en muy alto grado. El masculino está respaldado por el instinto y establece relaciones en forma activa o pasiva. En cambio el elemento femenino se relaciona y se convierte en el pecho y en la madre, dado que el objeto es el sujeto y en esto no puede haber impulso instintivo alguno. Personalmente, me parece difícil aceptar la desinstintivación de hechos en la vida.
El elemento masculino hace, en tanto que el femenino es. El pecho es un símbolo no de hacer sino de ser. La relación de objeto respaldada por el impulso instintivo corresponde al elemento masculino de la personalidad no contaminada por el femenino. El estudio del elemento femenino nos conduce al ser, al autodescubrimiento, al sentimiento de existir y a la capacidad para desarrollar un interior, ser un recipiente, ser capaz de introyección y proyección y de relacionarse con el mundo en términos de una u otra y cuando encuentra el pecho, lo que ha encontrado es la persona. Se puede desarrollar trasmitiendo la deseabilidad de un buen pecho y de la función materna que simboliza. Otros están condenados a crecer con una bisexualidad torcida de su condición biológica. El elemento masculino está vinculado con los objetos; ambos, femenino y masculino están vinculados con la disociación en hombres y mujeres. El elemento femenino está en relación con la identidad que proporciona una base para ser y luego para el sentimiento de persona.
Si sabemos esperar el paciente llega a una comprensión en forma creadora. Interpreto para que el paciente conozca los límites de mi comprensión. El principio es él, de que él y sólo él conoce las respuestas. La organización psiconeurótica sería una forma de defenderse de que irrumpa el aspecto psicótico impidiendo el cambio hacia este estado. Hay diferencias entre la relación de objeto y el uso de objeto. Si se le desea usar, es indispensable que ese objeto sea real, parte de la realidad compartida y no un manojo de proyecciones. De esa manera es indispensable darse cuenta de la naturaleza del objeto. Muchas madres pueden llevar al bebe del relacionarse, al uso y otras no. Uno se alimenta del pecho y de la persona y no se ha convertido en fenómeno separado. El otro se alimenta de una fuente que no es yo. La paradoja y la aceptación se basa en que el bebe crea el objeto, pero que éste estaba ahí separado, para que se le crease. Nunca desafiaremos al bebe a que responda a la pregunta ¿creaste tú eso o lo encontraste?
La destrucción del objeto es lo que lo coloca fuera de la zona de control omnipotente del sujeto. Aquél desarrolla su propia autonomía y vida y si sobrevive ofrece su contribución a éste en resonancia con sus propiedades específicas. El objeto será entonces destructible y prescindible: "Tienes valor para mí por haber sobrevivido a tu destrucción por mí". El principio de realidad envuelve al individuo en la ira y la reacción destructiva. En el análisis los cambios que se producen se deben más a la supervivencia del analista que a los ataques del trabajo interpretativo.
La agresión es una reacción al encuentro con el principio de realidad. El impulso destructivo crea la exterioridad. La secuencia de las relaciones es la siguiente: el sujeto se relaciona con el objeto, el objeto está a punto de ser hallado por el sujeto en lugar de ser ubicado por éste en el mundo. El sujeto destruye al objeto. El objeto sobrevive a la destrucción. El sujeto puede usar el objeto. El objeto siempre es destruido. Es el telón de fondo inconsciente para el amor a un objeto real fuera de la zona de control omnipotente del sujeto. Implica un valor positivo de la destructividad. Esta, más la supervivencia del objeto a la destrucción, ubica al objeto fuera de la zona creada por los mecanismos proyectivos del sujeto. Se crea un mundo de realidad compartida que éste puede usar, que puede devolverle una sustancia que no es yo.
Freud con la sublimación indicó el lugar en que la experiencia cultural adquiere sentido. Para mí, la experiencia cultural no tiene una sola fuente de sentido, es la resultante por lo menos de dos lugares, si no de muchos más. Freud se dedicó a la experiencia cultural per se, a la que se llega a por múltiples caminos. La cita de Tagore para mí, "En la playa de interminables mundos los niños juegan" se refiere al hombre y a la mujer, pero no solamente en el nivel de relaciones sexuales, físicas y de creación de bebes, sino de los interminables coitos de lo que significa la humanidad, la civilización, el sentimiento universal, la intuición, la cultura, es decir todo lo que representan los elementos significativos del ser humano, que van desde lo instintivo a lo axiológico y todo ello no solamente se refiere a los niños sino al niño que llevamos dentro todos los adultos. Yo diría que prioritariamente el juego no es una cuestión de realidad psíquica interna ni de realidad exterior, pero que incluye estos aspectos.
La capacidad del bebe para utilizar un símbolo de unión permite la separación y el beneficio de ella. El de la separación que no es tal sino una forma de unión. "¿Qué es la vida misma?" pregunta Winnicott. No es la satisfacción instintiva lo que hace que un bebe empiece a ser, a sentir que la vida es real, a encontrarla digna de ser vivida. La persona debe ser anterior a su uso del instinto. Cuando se habla de un hombre, se habla de él junto con la acumulación de sus experiencias culturales que constituyen el todo, una unidad. Yo estoy de acuerdo con esto, pero con una condición que es la de integrarlas con el instinto. Una cultura sin instinto y sin pasión no es cultura.
La falta de enfermedad psiconeurótica puede ser salud, pero no es vida necesariamente. Las experiencias de vida y muerte son las que aseguran la continuidad de la raza humana que va más allá de la existencia personal y constituyen una continuidad directa del juego.
Winnicott sintetiza su tesis principal en estos puntos:
1. La ubicación de la experiencia cultural es el espacio potencial que existe entre el individuo y el ambiente. La experiencia cultural, para mí, comienza con el making love que tiene como una de sus manifestaciones el juego.
2. La utilización de este espacio determina las experiencias vitales que surgen en las primeras etapas de su existencia.
3. Desde el principio el bebe vive experiencias de máxima intensidad en el espacio potencial que existe entre el objeto subjetivo y el objeto percibido en forma objetiva. Entre el yo y el no yo. Yo y objeto, fuera de control omnipotente.
4. Todos los bebes tienen experiencias placenteras o displacenteras, favorables y desfavorables. El espacio potencial se da en sentimientos de confianza del bebe a su madre que empieza a ser introyectada.
5. Continuidad a contigüidad.
La capacidad para formar imágenes es debida a la capacidad para confiar. Para mí, igualmente del desconfiar. Valoración de la vida antes que la salud de los seres humanos.
El espacio potencial que existe entre el individuo y el ambiente separa al bebe y a la madre, durante el amor materno que otorga la confianza humana. Es la tercera zona del vivir creador y cultural del hombre. Las otras dos, una, la interna, es determinada biológicamente y la otra, la externa, de propiedad común. Este espacio depende de la experiencia que conduce a confiar entre el bebe y la madre, entre el niño y la familia, entre el individuo, la sociedad y el mundo. Por el contrario, su explotación lleva a una condición patológica y persecutoria. Yo creo que tanto la vida interior como exterior es cultura.
Winnicott le da una categoría de fijeza tanto a la realidad interna como a la externa, cosa que a mi entender es relativa. Al espacio potencial le da un tipo de énfasis en su variabilidad. Sugiere que en los seres humanos no hay separación, sino una amenaza de ella y que la tercera zona está en el mundo de la realidad compartida que varía de individuo en individuo.
La contribución de Winnicott proporciona insights significativos y trascendentes que provienen de un analista pediatra, con una experiencia clínica y con una contribución surgida de esta experiencia y de la suya personal que nos conduce a realidades que verificamos en nuestra labor cotidiana como analistas en ese espacio de intimidad y de todo lo que surge de la otredad (del uso de un objeto), de la importancia de la realidad externa.
La negación de la separación y del sentido de pérdida, la negación del recuerdo, de la nostalgia, de la no-realidad de presencia y la realidad de ausencia fueron elementos clínicos inspiradores para Winnicott que condujeron a que la ilusión creativa resultara vital a la existencia subjetiva del objeto presente, así como la ilusión destructiva en el lugar de la subjetividad omnipotente. Estas paradojas definen los límites del espacio potencial. La creación subjetiva y la destrucción subjetiva son ambas necesarias para la aceptación de la subjetividad y de la realidad.
Winnicott metaforiza las experiencias clínicas con una elaboración cognitiva y crea significados simbólicos y la capacidad de comunicar, debido a la cercanía, al clima emocional de su experiencia analítica. El concepto de transicional define las transiciones que pueden ocurrir en el espacio potencial. Su lenguaje es la sensación y experiencia.
Por último, quisiera manifestar que mi impresión es que Winnicott, a través de una transgresión llena de coraje auténtico, basado en la calidad de su vínculo con él y con el paciente, trasmite y comunica algo creativo, genuino, íntimo, vital y real.
CONSULTAS TERAPEUTICAS HOY EN DIA
por A. H. Brafman
Abraham Brafman es un psicoanalista muy serio y consistente y con una integridad, honestidad y ética incuestionables. Un clínico de polendas y una persona maravillosa, confiable.
Su trabajo "Consultas terapéuticas hoy en día" no va a hacer sino confirmar todo lo que he dicho.
Cuando algunos colegas manifestaban, luego de las presentaciones científicas de Winnicott acerca del tema que sus historias eran fascinantes, pero que no eran realmente análisis, es una manera muy respetable de percibirlo. Fue el mismo Winnicott que explicitó al decir que su trabajo representaba la aplicación de sus conocimientos psicoanalíticos al campo de la psiquiatría infantil.
Para mí, como dice Abraham, él le daba al psicoanálisis la extensión no sólo limitada a sus casos de análisis usuales, sino que ampliaba y enriquecía el conocimiento de todas las profesiones que asisten a las personas y elemento vital en ayudarlos, como una expresión del valor terapéutico de la teoría y de la praxis psicoanalítica.
Para cualquiera de nosotros que ha utilizado lo que aprendimos, hemos verificado plenamente su efectividad. La importancia del ambiente parental facilitante y suficiente es indudable dentro del desarrollo del proceso de la dependencia a la independencia saludables.
Desde la perspectiva psicoanalítica es natural ofrecer tratamiento individual a un niño o a un adolescente, como dice Abraham, pero yo quisiera manifestar lo que Freud nos enseñó desde Juanito y Winnicott desde sus Consultas Terapéuticas, que los analistas también ofrecemos un espacio para los padres y para el vínculo en un espacio terapéutico o en un espacio analítico de relación con sus hijos. Comparto lo que dijo Ackerman, analista, que el niño como individuo estaba siendo negado y señaló la dificultad que encontraban los que trabajaban con ellos en contactarse como la causa probable de esta negación. Y sobresale lo dicho por Winnicott que era indispensable considerar a la madre y al bebe, ya que de otra manera, éste no sobreviviría.
Brafman hace una revisión muy selecta de contribuciones importantes, de aproximaciones a los niños, padres y familias. Yo encuentro que tanto la contribución de Winnicott como la de Anna Orstein que menciona Abraham que ve a los padres de manera separada para evaluar sus experiencias y su percepción del niño, para luego trasmitirles lo que ella está aprendiendo con respecto al niño en el juego que se da en el setting, son valiosas.
Para Anna Orstein era indispensable un contacto empático con los padres y ayudarlos a comprender a su niño problema, reconociendo sus propios potenciales terapéuticos a nivel de las experiencias subjetivas del niño. Igualmente, me parece valiosa la contribución de Selma Freiberg: se concentró en descubrir los fantasmas de la infancia, insistiendo en que el bebe debe estar presente en las reuniones, ya que esto permite adquirir conocimiento de las influencias entre el niño y los padres. Freiberg y Orstein describen al terapeuta como traductor o facilitador, mientras que Winnicott y Bion se refieren a la transferencia, al ambiente contenedor y contenedor. Personalmente pienso que lo más útil es que cada uno de nosotros elija el camino, la actitud o aproximación que la siente más próxima a sí mismo y a la problemática del niño, de los padres y de la familia. Es por eso que respeto a los tres mencionados por Abraham y a sus métodos y estoy seguro que todos ellos tienen logros y hallazgos tremendamente importantes. La experiencia de Winnicott demostró que a veces, a mi entender, responden a una breve intervención. Abraham describe lo que para él son los hallazgos fundamentales de Winnicott. a) El descubrimiento de la ansiedad inconsciente del niño lleva a la desaparición del síntoma. b) Este descubrimiento puede ocurrir en la primera entrevista con el niño. Yo pienso incluso que un analista podría considerar en su experiencia y discriminativamente en su evaluación, los métodos tanto de Winnicott como de Freiberg y de Orstein. Yo personalmente, en mi experiencia, empiezo viendo al niño primero que a nadie, luego a los padres, por separado o juntos y luego a los padres y al niño juntos. A veces la madre con el niño y el padre con el niño y luego ambos. Luego de este proceso evaluatorio, recién elijo si trabajar con el niño, el niño con sus padres o con ambos. A veces, incluso, incluyo a otros miembros de la familia central, como son hermanos o personas, o familiares que están muy involucrados dentro del ámbito familiar.
Abraham dice que Winnicott ha sido el analista que ha influido más en su trabajo. Es posible que así sea; sin embargo, que hay otra persona que estoy seguro compite muchísimo en esta influencia. Es indudable que el interés apasionado que tenía Winnicott por el niño nos tocaba poderosamente. La otra persona que menciono era también muy apasionada. Trabajo igual que Abraham con la palabra, los juguetes, dibujos, al mismo tiempo que dándole mucha importancia al afecto, a los gestos, al silencio y a los juegos, con una libertad estando preparado a la inesperado y con gestos espontáneos, por un lado, y discriminativos por otros. Me parece muy pertinente que la evaluación determine en profundidad si los síntomas son orgánicos, que no excluyen la ayuda analítica, ni mucho menos, pero deben ser igualmente tratados desde esa perspectiva por un especialista competente en esa área, paralelamente a nuestro trabajo.
Mi punto de vista es que dentro de la determinación de la patología hay múltiples factores, en los que e stán incluidos indudablemente los padres, la familia, el ambiente, pero al mismo tiempo el niño desde momentos muy tempranos, aunque no necesariamente, excluyendo o minimizando experiencias posteriores.
Abraham nos presenta con toda nitidez la prioridad que le da a la experiencia actual que es la que va a contener aquello que está profundamente en el inconsciente, lo cual, a mi entender, es muy válido, sin excluir necesariamente otras. Me interesa aprender de ese específico niño, de estos específicos padres, de esta específica familia y de este específico ambiente. Y no mantener una direccionalidad teórica previa sino responder y aprender de lo inesperado sin excluir el reconocimiento a la teoría inconsciente y personal que todos llevamos dentro.
Confirmo que muchas veces al ver a los padres y al niño juntos, ambos se pueden sorprender de los otros y participo mucho, con Abraham, de explorar el desacuerdo y entender las consecuencias del probable malentendido. Los padres, como bien dice Abraham comienzan a entender que están descubriendo cosas con respecto a sus hijos que no se habían dado cuenta antes y lo mismo sucede con los niños respecto a sus padres.
Los casos que presenta Abraham tan ilustrativos, muestran primero la sensibilidad del inconsciente del niño y la forma como éste relaciona y vincula situaciones que en un determinado momento pueden presentarse como síntomas e incluso generar actitudes sobreprotectoras de los padres que perpetúan estas manifestaciones, pero que con un espacio de escucha tanto a unos como a otros se percibe que las manifestaciones o dificultades de aprendizaje, de conducta o psicosomáticas como dolores o pesadillas están muy vinculadas a sentimientos conflictivos de miedo, de temor, etc. como en el caso de David.
Otro caso muestra cómo los síntomas pueden ser expresiones de identificación con los síntomas de los padres, como fatigas físicas y emocionales. Agregado a estos malestares se entiende cómo a veces se teme el éxito y cómo este temor puede estar vinculado a experiencias reprimidas de hechos, por ejemplo, que son muy significativos para los niños, como es en este caso particular que esta niña tuvo dos hermanitos que la madre perdió antes de nacer ella. De tal manera que les es posible sentir culpa y al mismo tiempo identificarse con el dolor de uno o de ambos padres, cosa que en este caso específico, Daniela, lo había hecho.
Otro caso muestra cómo un pánico, en este caso a la tina, fue descubriéndose a través de un dibujo que la pacientita no quería manifestárselo al psicoanalista, pero él con una intuición espontánea acertada le dijo que ella se lo diría a la madre si él salía del cuarto. La madre le comunicó que el dibujo representaba una pecera y que la primera línea roja era un pez dorado que la chica había ganado en una feria el pez dorado, pero que éste murió y la niña estuvo apenada, no dándole los padres ninguna importancia al asunto. Abraham dijo que recién entendía el misterio: que Joana tenía miedo de morir en la tina. Ella mostró claramente que había entendido lo que sucedía. Incluso, Joanna había tenido el sentimiento frente a la persistencia, impaciencia y desesperación de su madre que ella quería matarla. Todo esto llevó a la desaparición del pánico y de la fobia.
Otro caso fue el de Eva de una enuresis diurna y nocturna. El hecho sustantivo fue que una pareja les había dejado un bebe para que ellos se hicieran cargo de él y otro importante era el embarazo de su ama que ella sabía que tenía algo dentro de su cuerpo. Igualmente que ella sentía que como mujercita le faltaba algo que los hombrecitos tenían. Tenía miedo de ir al baño porque no sabía qué podía salir de adentro de ella.
Otro caso era por estreñimiento y diarrea ocasional; se rehusaba ir al baño. Ambos padres manifestaron tener problemas de disciplina con respecto al control de esfínteres. Ambos padres tuvieron problemas similares. Manifestaron que Penny no sabía acerca de la concepción o la inseminación. Abraham les explicó que un niño puede expresar a través de las palabras o por medio de dibujos la confusión que tenemos dentro del cuerpo. Este caso mostró claramente que el problema de esta niñita era que ella mostraba una fantasía inconsciente de estar embarazada. La madre le dijo a Abraham que hubiese deseado que alguien la hubiese ayudado así cuando tenía la edad de Penny, quien estaba tratando de entender qué pasaba con su cuerpo. Este caso muestra que las fantasías inconscients de padres e hijos se juntan para componer un patrón que se perpetúa.
Como bien dice Abraham, él nos presenta consultas terapéuticas que podríamos titular de Winnicott-Brafman en que el resultado terapéutico residió en el entendimiento de las ansiedades del niño. No solamente tiene que enfrentar muchas veces el síntoma o el miedo o el temor, sino el sentimiento de estar desaprobado, condenado o no querido que lo puede llevar a una pérdida de autoestima y a consecuencias y remordimientos a largo plazo. No solamente las consultas terapéuticas, como señala Abraham, son efectivas en liberar al niño de sus síntomas, sino que conducen a una interacción más saludable entre el niño y sus padres.
Cuando ellos no pueden aliviar a sus hijos de sus conflictos, se encuentran luchando ellos mismos con sus conflictos, frustraciones y autoestima y estos casos muestran claramente cómo fueron descubriendo el obstáculo que los detenía.
Winnicott, como bien dice Abraham, basó sus consultas terapéuticas en el supuesto de que el síntoma indica una dificultad en el desarrollo del niño como individuo. Sus intervenciones fueron descubiertas a partir de la visión psicoanalítica que tenía la formación del síntoma y de sus técnicas personales para contactarse con el niño. El avance del niño en su crecimiento representa un proceso gradual que lo lleva a desligarse de sus padres quienes son vistos como los agentes primarios responsables de permitirle al niño ser independiente. De ahí que se muestre que muchos síntomas indican el deseo de mantenerse y perpetuarse como bebes y niños.
Yo simplemente agregaría que en este proceso gradual de lograr autonomía e independencia, no es desligarse de los padres en una forma extrema y absoluta sino mantenerlos vivos dentro de uno, pero no como perseguidores u obstruccionistas de la libertad, sino como compañías dialogantes, facilitantes y estimulantes.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta
Zaragoza. Gran Vía 32, 3° izquierda. Tfno : 653 379 269
Instagram: @psicoletrazaragoza
Página: Página Web Rodrigo Córdoba
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