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Paz y Ciencia

sábado, 16 de enero de 2016

La época de Charcot



Jean Marie Charcot fue un médico notable, un hombre de su tiempo como diríamos hoy. Hijo de un rico comerciante estudió medicina y se especializó en Neurología, cambiando la faz del asilo de la Salpetrière que pasó de ser un antro manicomial a uno de las catedrales de la ciencia europea. Pero nada de esto hubiera sido posible sin la concurrencia de un determinado estado de cosas que hemos venido en llamar modernidad.

Allí acudieron a estudiar los grandes médicos de su tiempo, los que cambiarían nuestra comprensión de lo humano y de sus sufrimientos y todo gracias a una “epidemia” de casos clinicos que se conociían con el nombre de histeria, las grandes histéricas vivían allí en la Salpetrière. Allí fue donde Charcot hizo su principal aportación a la medicina: la histeria, una enfermedad incomprensible con sintomas mudables e inexplicables segun los criterios anatómicos de la época, tenia una génesis psicológica. No era pues una enfermedad orgánica sino psicógena. Charcot lo demostró induciendo, provocando y deteniendo histéricos a través de la sugestión y la hipnosis. Los síntomas histéricos podían ser removidos a través de ciertas tecnologías puramente psicológicas y no sólo eso sino que se podían construir y modelar a través de la sugestión.

Pero Charcot pasó por alto lo más importante y seguramente fue porque su interés no estaba focalizado en las enfermas concretas sino en la histeria en sí misma, en la definición y nosotaxia de la misma; elaboró grandes listados de síntomas que catalogó como histéricos y puso a punto una propedéutica para su discriminación. En sus sesiones de los martes todo París acudía a la Salpetrière a observar como sus histéricas convulsionaban o dejaban de hacerlo siguiendo las instrucciones del maestro. Boquiabiertos, los espectadores de aquel teatro de la mente aplaudían, vociferaban o asistían impertérritos a aquellas sesiones precoces de “reality shows” en versión francesa ilustrada que daba a las asiladas cierta expectativa de fama y notoriedad.

Médicos venidos de todos los puntos de Europa como Freud o el propio Janet, sin embargo, se planteaban otra cuestión: ahora que ya sabíamos el carácter psicogenético de la histeria ¿cual era su causa?
A Charcot no le interesaba hallar la causa de la histeria y se alineaba con la tradición de pensar que era una enfermedad típicamente femenina, que estaba en la base de su misma condición: una tendencia al emotivismo, la falsificación, la manipulación y la fácil sugestionabilidad.
Pero a Freud y a Janet, médicos ambiciosos y de profundo intelecto no les bastaba con esa explicación y pretendieron ir más allá. Ambos fueron en la misma dirección durante cierto tiempo y ambos concluyeron y publicaron una teoría que con el tiempo resultaría muy controvertida: la causa de la histeria es traumática. Y más concretamente -según Freud- se debe a un trauma sexual.

Francia vivió desde 1789, año de la revolución y la toma de la Bastilla hasta 1870 -año en que se consolida la República- un periodo de crisis institucional, de desastres, guerras y calamidades políticas que dejaron un lastre de atrocidades que aun resuenan en la memoria de los franceses de hoy. Fue en este convulso periodo donde Charcot y la psiquiatria francesa alcanzazaron la hegemonía cientifica mundial. Lo que estaba en juego en aquella época era una guerra entre el “ancien regime“, aristocratas y eclesiásticos frente al poder republicano civil y laico. Ni que decir que las ideas de aquellos médicos se alienaban con el progreso que representaban las nuevas ideas que pretendían imponerse en Francia y arrinconar a los antiguos poderosos a lo que son hoy, un poder marginal.
Es posible decir que las ideas laícas de la revolución francesa se impusieron por fin, no solamente en Francia sino en toda Europa. La izquierda (por asi decir) le ganó la batalla a la derecha. Aunque debo decir en este momento que las ideas de izquierda y derecha se hallaban muy lejos de los contendientes de aquel tiempo, se trataba de otra guerra. El conflicto izquierda-derecha es un conflicto más bien del siglo XX.

Pero sea como fuere lo cierto es que en aquella batalla entre laícos y aristócratas hubo dos perdedores muy claros: las mujeres y los niños. Es curioso que ninguno de los contendientes recordaran las condiciones de miseria moral, política y sexual que las mujeres de aquel tiempo arrastraban, cercenadas y amputadas en sus derechos civiles tanto por los antiguos como por los modernos poderes; tan solo las sufragistas emergieron públicamente para llamar la atención de sus gobernantes de que las mujeres no podían votar en aquella sociedad civil, laica y republicana. Es curioso señalar que hasta 1848 Francia no concedió el derecho al voto a las mujeres, España aun tardaría 20 años más.

Es en este contexto histórico donde la histeria adquiere visibilidad y acapara el interés de aquellos médicos progresistas de entonces.
Pero para entender algo de esta historia es necesario que el lector entienda quién o quienes vivian en aquel lugar llamado la Salpetrière.
Seguramente ustedes pensaran que alli habitaban sobre todo “enfermos mentales” pero esta idea no es cierta. En aquellos lugares se daban cita tanto “enfermos mentales verdaderos” como maleantes, oligofrénicos, dementes, alcohólicos, psicoapatas, ladrones, holgazanes diversos, prostitutas, huérfanos, mujeres repudiadas por su maridos o criadas repudiadas por sus amos. El pabellón que atendia Charcot albergaba a las histéricas que no eran sino mujeres campesinas, analfabetas que habían sufrido enormes malos tratos, abusos sexuales, explotación y toda clase de atrocidades en su vida hasta llegar a aquel lugar de asilo. Vivir allí, era para ellas un seguro de vida dado que el alta de aquella institución era una condena a muerte segura. No es de extrañar que estas mujeres se hallaran tan dispuestas a prestar sus servicios al teatro de Charcot.

Y es también curioso que Charcot nunca hablara con ellas y se limitara a anotar sus síntomas tratando de definir nosológicamente aquella curiosa enfermedad. Charcot carecía de interés personal en sus historias. Fue con Janet y con Freud cuando estas mujeres comenzaron a hablar, a tener horas y horas de paciente escucha y fue asi como tanto Janet como Freud llegaron a la conclusión de que la histeria era un conjunto de síntomas -reminiscencias- que remitían a un trauma sexual pues la casi totalidad de aquellas mujeres habían sido abusadas sexualmente. Fue asi que en “La etiología de la histeria” Freud hace una contribución esencial a la medicina al descubrir que la causa de la histeria es el trauma y que trauma es igual a histeria.
Fue la primera vez en la historia de la medicina en que se habla de traumatismo psíquico y donde se hace un emparejamiento entre ciertos acontecimientos psíquicos y una enfermedad posterior.

Lo cierto es que Freud sólo estuvo un año en París y luego volvió a Viena donde ejercía la medicina privada y por tanto el perfil de sus observaciones cambió de repente: las muchachas burguesas de Viena desarrollaban también casos de histeria y de síntomas inexplicables pero no habían sufrido abusos sexuales en su infancia. ¿Qué había sucedido? ¿Era falsa su teoría del trauma?
Para terminar de enmascarar el asunto Freud se dio cuenta de que en su búsqueda de traumas sexuales de la infancia, las pacientes trataban de complacerle ofreciéndole -bajo hipnosis- sugerentes historias verdes totalmente falsas e inventadas. Freud abandonó la hipnosis cuando se dio cuenta de que durante sus efectos las pacientes “le decían lo que quería oír”

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