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Paz y Ciencia

viernes, 22 de enero de 2016

Joyce McDougall: Perversión y crítica a través del psicoanálisis



Las relaciones pasionales entre analistas y pacientes que protagonizaron los pioneros del psicoanálisis hicieron imprescindible la necesidad de establecer las reglas de la cura analítica. No sólo para diferenciar el amor de transferencia del amor-pasión sino también del amor filial. En esa época no estaba prohibido analizar a los propios hijos, como lo hicieron Freud con su hija Anna, o Ferenczi con la hija de su amante. En respuesta a estos enredos transferenciales, Freud escribe en 1915 El amor de transferencia , donde junto a la atención flotante plantea la "regla de abstinencia". El analista no debe confundirse, porque el amor que se pone en juego en la transferencia es una consecuencia del supuesto saber que le atribuye el analizante. No se trata del amor por su persona sino por su función y es imprescindible que el psicoanalista no se aproveche del poder que le otorga la transferencia. Según la interesante hipótesis que Joyce McDougall desarrolló en su conferencia "La pasión en la historia del psicoanálisis", dictada en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, en la que habló de la relación de Breuer con Ana O., de Jung con Sabina Spielrein, de Ferenczi con Gisela y con Elma, hoy ya no se producen esos embrollos pasionales ligados a la transferencia, pero habrían sido reemplazados por los amores y odios entre las escuelas analíticas.
En sus libros, Joyce McDougall plantea con una claridad implacable las dificultades del "viaje analítico" de ambos lados del diván, lo que seguramente ha influido en el respeto que le tienen los analistas de todas las tendencias y también muchas importantes figuras de la cultura que acuden a su consulta. Al igual que Winnicott, Joyce McDougall piensa las sesiones analíticas como un espacio de juego y de creación, pero además muestra, con una sencillez y un estilo inconfundibles, que la aventura analítica exige un compromiso muy serio por parte del analizante y del analista.
Sus numerosos escritos reflejan ese compromiso en la exploración de la sexualidad arcaica, traumática, y su frecuente relación con inhibiciones en el proceso creativo o con serios problemas psicosomáticos (no sólo con los síntomas de la vida sexual actual).
Joyce McDougall representa un pensamiento humanista, sin prejuicios y liberador
Joyce McDougall representa un pensamiento humanista, sin prejuicios y liberador.Foto:Natacha Pisarenko
Joyce McDougall no habla de perversiones sino de "neo-sexualidades", entre otras razones para evitar la connotación moral o de desvío con respecto a las normas establecidas que comporta el término "perversión". Los títulos de algunos de sus libros: Alegato por cierta anormalidad o el reciente Las mil y una caras de Eros son en este sentido altamente elocuentes.
Joyce McDougall nació en Nueva Zelanda en 1920. Se formó como psicoanalista en Londres con Melanie Klein, Anna Freud y Winnicott. Reside en París desde 1952, donde encontró otros maestros, como Sacha Nacht y Jacques Lacan. La Universidad de Buenos Aires le ha otorgado en septiembre último el título de profesora honoraria, en reconocimiento a su trayectoria.
Durante su breve paso por Buenos Aires mantuvo el siguiente diálogo con La Nación :
-Empecemos por un tema candente. ¿A qué se deben las ardorosas peleas entre las escuelas analíticas?
-Se trata siempre de la transferencia, que comporta tanto idealizaciones como denigraciones de los maestros, de los analistas personales, de los supervisores, que siempre están tan investidos de un aura especial. Cuando esto no se analiza, deja un enorme caudal de idealización y de denigración. También es cierto que hay escuelas de psicoanálisis de las que se puede decir que han dejado a un lado la importancia de la sexualidad. Hay un artículo de André Green sobre este tema: "¿Qué hace el psicoanálisis hoy con la sexualidad?". En algunas escuelas americanas existe una tendencia a no hablar sino del yo (del sí mismo).
-¿Este olvido del origen sexual de muchos síntomas influiría en la crisis actual del psicoanálisis? Se habla mucho de crisis, y poco o nada de la sexualidad en su relación con lo inconsciente y con la agresividad.
-Sin duda esa crisis se relaciona con la sexualidad, pero también con un desinterés global en el psicoanálisis como cura. Cada vez hay menos demandas de curas psicoanalíticas en todo el mundo, tal vez porque se piensa que los problemas de la sexualidad son menos graves que en la época de Freud. El discurso social hoy es mucho más libre en lo que concierne a la sexualidad, lo que no deja de ser un prejuicio basado en la creencia de que la sexualidad ya no es un problema, cuando en verdad se puede constatar que la angustia de castración siempre está presente, en los dos sexos, además de las angustias narcisísticas. Podemos cuestionarnos si todo este discurso que se pretende liberador -pienso en algunos casos de adolescentes cuyos padres hablan todo el tiempo de sexualidad- no empuja a los chicos hacia la sexualidad para complacer a sus padres.
-En lo que respecta a la pérdida de interés del psicoanálisis por la sexualidad, ¿ésta sería entonces una de las principales causas de la agresividad que reina entre las distintas escuelas o entre los analistas de una misma escuela?
-Ese olvido de la sexualidad se encuentra especialmente en algunas escuelas americanas de psicología del yo, donde la sexualidad parece no tener ningún lugar. Es un fenómeno interesante, sobre todo norteamericano. En Francia se da algo similar, en algunos circuitos centrados exclusivamente en los significantes verbales.
-Ciertas figuras importantes de la cultura pidieron analizarse con usted, o bien la invitaron, como el Dalai Lama, a hablar sobre psicoanálisis.
-Cuando recibí la invitación para hablar con el Dalai Lama y pregunté por qué me había elegido, me dijeron que yo tenía un punto de vista humanista, sin ningún tipo de prejuicios contra ninguna religión, y que el Dalai Lama quería hablar de psicoanálisis con una mujer.
Tal vez no sea sólo por su humanismo y su falta de prejuicios, sino por la libertad de pensamiento y de estilo con la que usted trasmite los ejes fundamentales del psicoanálisis, sin perder nunca de vista el sufrimiento derivado de las conductas humanas que se ajustan coercitivamente a esquemas preestablecidos.
-Para mí es fundamental el concepto de Freud de libido como energía sexual, y por lo tanto, energía de vida. También hablo del teatro del cuerpo, del mundo objetal, de todos los personajes que representamos. Nunca pensé que mi perspectiva se centrara sólo en la sexualidad. Eso sí, jamás la omito. Cuando el Dalai Lama me invitó a la India, donde vive en el exilio, era porque quería ante todo saber qué es el psicoanálisis, qué buscan, qué hacen los analistas. Le respondí que la gente recurre al análisis a causa de sus sufrimientos. El fin del análisis es ayudar a cada analizante a descubrir sus verdades, lo que es verdadero para él, sea o no aceptable para los otros. El Dalai Lama me dijo: "¡Pero es el mismo objetivo de la meditación yoga!" Hablamos de la sexualidad en el proceso de meditación, y él dijo: "No piense que nosotros vivimos fuera de esta época, la sexualidad también es muy importante para nosotros, los yogui le dan mucha importancia e incluso creen que gracias a la meditación el erotismo está mucho más despierto". A lo que agregó : "Bueno, yo de eso no sé demasiado".
-Louis Althusser también quiso analizarse con usted
-Pero no llegó a ser mi analizante. Quería continuar conmigo su análisis pero su primer analista no quiso. Creo que esperaba de mí que lo ayudara a comprender la pasión que le hizo matar a su mujer.
-Varios pacientes de Lacan continuaron sus tratamientos con usted. ¿A qué lo atribuye?
-A la libertad que yo les doy de expresar su afectividad. Al menos eso es lo que ellos dicen. Cuando comenzaban a llorar o a lamentarse, Lacan cortaba la sesión. O cuando expresaban algún afecto transferencial, "Hoy cuando lo vi sentí... tal o cual cosa...", punto, fin de la sesión. "Es todo por hoy", decía Lacan.
¿Hay pacientes con los que, de entrada, se puede saber que no vale la pena emprender la experiencia psicoanalítica?
-La demanda auténtica de análisis es el deseo de descubrir qué es lo que en el inconsciente de cada uno crea los síntomas, el sufrimiento que impide vivir mejor la vida. La mayoría de la gente no viene porque tiene un problema con respecto a su identidad sexual. Por cierto, hay pacientes con consultas específicas sobre temas sexuales. La gente viene a mi consultorio por problemas muy variados, pensando que yo tengo una escucha muy abierta sobre "su" sexualidad, que no quieren cambiar, en general. Me consultan mucho, también, artistas o escritores que han leído lo que yo escribí sobre el bloqueo creativo y que dicen: "ya no puedo crear, actuar, escribir". En una palabra, la gente viene por su sufrimiento.
Silvia Fendrik

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