La persona con TLP puede llevar una vida donde mantenga un empleo, tenga una red social, mantenga una buena relación con las amistades, es decir, una vida adaptada.
Existen niveles de TLP, hay personas más o menos funcionales. Cuanto más pronto debuta el trastorno más virulento se muestra, probablemente porque la etiología es de origen medioambiental. Los tratamientos familiares o las consultas puntuales para contener e informar a la familia pueden ser importante para que entiendan el problema del paciente.
La persona que sufre dicho trastorno tiene una constante inestabilidad, los psiquiatras biológicos la sitúan dentro del espectro de los trastornos afectivos, los psicodinámicos lo sitúan como modelo de trauma que disocia el yo o como una patología entre la neurosis y la psicosis. Estudios indican que puede pasar a formar parte de los trastornos clínicos en lugar de ser un trastorno de personalidad.
En cuanto a la psicoterapia hay que decir que toda la información y experiencia de Gunderson, Kernberg, Kohut indican que el tratamiento debe estar centrado en el aquí y ahora, preferiblemente en un marco de cara a cara. El psicoanálisis ortodoxo puede producir reacciones psicosomáticas, de despersonalización y de pérdida de contacto con la realidad.
Estas personas tienen un gran componente de ansiedad, fluctúan con rapidez hacia estados emocionales intensos y sufren por agotamiento la "ruleta rusa emocional" en la que se encuentran inmersos.
Ha sido y recalco el "ha sido" un trastorno maldito, en las asociaciones de enfermos están muy descontentos con el trato recibido en las consultas médicas y psicológicas. Esto se debe a las fuertes reacciones emocionales que se precipitan en el terapeuta debido al intenso sufrimiento del paciente y a las amenazas de suicidio, así como las llamadas fuera de horario y otras situaciones desesperadas que piden una contención y un sostén emocional.
Cada vez se sabe más de este trastorno, aunque a veces pueda no resultar incapacitante, el nivel de desasosiego y pesar que el afectado siente es tremendo, el monto de angustia es elevado y necesita casi siempre un tratamiento integral psicoterápico y farmacológico.
Es importante que ambos profesionales, el psicoterapeuta y el psiquiatra estén trabajando con sintonía para que no se produzcan interferencias y no se genere más confusión en el paciente.
Pese a lo que se desprende de la literatura médica la persona que sufre un TLP puede llevar una vida muy digna asumiendo que existe una vulnerabilidad ante el estrés y riesgo de descompensarse con situaciones de la vida cotidiana: una discusión con un amigo o un jefe, una sesión con el psicoterapeuta, un cambio de medicación, etc.
El tratamiento hoy por hoy de este trastorno es mucho más optimista del que era hace unos años, se conocen cuales son los focos de trabajo y dolor del paciente, que, no obstante, varían de forma singular. La existencia de un diagnóstico transversal de TLP no obsta para poder aliviar mucho el sufrimiento y llevar una vida creativa.
La relación emocional con el psicoterapeuta es fundamental para entroncar la evolución, la maduración emocional y el crecimiento mental del afectado, a partir de allí se podrán construir nuevos esquemas cognitivos y reestructurar los esquemas cognitivos, así como historizar y dar sentido a la experiencia vivida.
Recalco que ante estos pacientes es más útil el enfoque en el aquí y ahora, con un soporte claro. El psicoanálisis ortodoxo suele ser ridiculizado por estos pacientes que interpretan el silencio del profesional como un "no saber qué decir". Estos pacientes no toleran el silencio, tienen dificultades para estar con ellos mismos a solas y sienten un profundo vacío que hay que trabajar durante tiempo. La experiencia puede ser muy grata, pero también dura, la baja tolerancia a la frutración hace que las intervenciones de los terapeutas puedan ser vividas como regañinas y esto lastima al sujeto, que es hipersensible a la crítica.
mailto: rcordobasanz@gmail.com
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