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Paz y Ciencia

lunes, 27 de septiembre de 2010

El Guardián entre el centeno. J.D. Salinger

-Oiga, Horwitz -le dije-. ¿Pasa usted alguna vez por el lago de Central Park?¿El que está en Central Park South?
- ¿El qué?
- El lago, ya sabe. Ese lago pequeño que hay ahí. Donde están los patos. Ya sabe.
-Sí, ¿Qué pasa con ese lago?
-¿Sabe? ¿Esos patos que hay siempre nadando por ahí? En la primavera y eso. ¿Sabe por casualidad adónde van en invierno?
-Adonde va, ¿quién?
-Los patos. ¿Lo sabe por casualidad? Quiero decir, ¿viene alguien a llevárselos a alguna parte en un camión, o se va ellos por su cuenta, al sur o algo así?
El tal Horwitz se volvió en redondo para mirarme. Era uno de esos tíos que no tienen ninguna paciencia. Pero no era mala persona.
-¿Cómo demonios quieres que lo sepa? -dijo- ¿Cómo demonios quieres que sepa una estupidez así?
-Bueno, no se enfade por eso -dije. Estaba enfadado o algo así.
¿Quién se enfada? Nadie se enfada.
Dejé de hablar con él ya que se tomaba las cosas tan a pecho. Pero fue él quien empezó otra vez la conversación. Se volvió otra vez en redondo y dijo:
-Los peces no van a ningún sitio. Se quedan donde están. Ahí, en el maldito lago.
-Lo de los peces es diferente. Los peces son diferentes. Yo hablo de los patos-dije.
-¿Cómo que es diferente? No es nada diferente -dijo Horwitz. Siempre que decía algo sonaba como si estuviera enfadado por algo-. Es peor para los peces, el invierno y todo eso, que para los patos. A ver si pensamos un poco, rediós.
Durante un minuto no dije nada. Luego dije:
-Buen. ¿Qué hacen los peces cuando todo el lago es un bloque de hielo y la gente patina encima y todo eso?
Horwitz se volvió otra vez:
- ¿Cómo que qué demonios hacen? -me gritó-. Se quedan donde están, rediós.
-No pueden hacer como si no hubiera hielo. No pueden hacer como si nada.
-¿Quién hace como si nada? Nadie hace como si nada -dijo Horwitz. Estaba tan excitado que me dio miedo que fuera a estrellar el taxi contra una farola o algo así-. Viven dentro del puñetero hielo. Es la naturaleza de ellos, Santo Dios. Se quedan helados en la postura que sea para todo el invierno.
-¿Sí? ¿Y qué comen entonces? Quiero decir, que si están congelados del todo no pueden nadar por ahí para buscar comida ni nada.
-Sus cuerpos, a ver si pensamos. Sus cuerpos se alimentan de algas y todo eso y de la porquería que hay en el hielo. Tienen sus poros abiertos todo el tiempo. Es la naturaleza de ellos, rediós. ¿Entiendes?
Se volvió otra vez en redondo para mirarme.
-Ya -le dije-. Lo dejé correr. Tenía miedo de que fuera a estrellar el maldito taxi o algo así. Además,era un tío tan susceptible que no era ningún placer hablar de nada con él-. ¿Le gustaría parar y tomar una copa conmigo en alguna parte? -le dije.
Pero no me contestó. Supongo que aún estaba pensando. Volví a preguntárselo. Era un tío bastante decente. Muy divertido y todo eso.
-No tengo tiempo para copas, chico -dijo-. Además, ¿cuántos años tienes? ¿Por qué no estás en casa en la cama?
-No estoy cansado.
Cuando me bajé delante de Ernie´s y le pagué, Horwitz volvió a sacar el tema de los peces. Desde luego se le había quedado grabado.
-Oye- me dijo-. Si fueras un pez la Madre Naturaleza cuidaría de ti, ¿verdad? ¿O no? No creerás que los peces se mueren así como así cuando llega el invierno, ¿no?
-No, pero...
-¡Pues eso! -dijo Horwitz, y se largó como un murciélago huyendo del infierno. Era el tío más susceptible que he conocido en mi vida. A la mínima que dijeras, se enfadaba.

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