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Paz y Ciencia

viernes, 24 de septiembre de 2010

Tecnocracia para los sentimientos


"La vida me enseñó que a veces no es posible seguir agarrado a las cosas hasta que duelan las manos, hay que saber soltar a tiempo, antes que el dolor sea caro para las manos y las cosas." Sammy Szusterman (1951-)


Hace poco, hablando con Veronica, una mujer diagnosticada de Trastorno Límite de Personalidad me explicaba que en el hospital había procurado hacer todo lo que le indicaban. Hasta el punto en el que las profesionales, una psiquiatra y una psicóloga le dijeron que "nunca habían tenido una paciente tan dedicada".
Profundizando con ella me dijo que estas personas se preocupaban de que su conducta fuera adaptada, normal, esto es que no fuera impulsiva, no tuviera intentos de suicidio, tuviera un trabajo y una autonomía donde poder regular sus emociones.
Sin embargo, ella apuntaba algo importante, existe algo inaprehensible desde ese modelo, me refiero al mundo interno, la cara interna del sujeto, la experiencia interna, las vivencias, el mundo privado. Todo ello queda para la intimidad de la persona que al mismo tiempo, según explicaba Verónica: "es difícil de explicar con palabras porque no lo entiendo ni yo misma".
El trabajo en una psicoterapia es precisamente ese. Dar sentido y profundizar en los sentimientos y actitudes de la persona, en su historia, en su memoria, en los aspectos que la hacen singular. Antes de hablar con ella me había mandado un mensaje en el que ponía: "cada vez que estoy con la gente quiero más a mi gato".
Por un lado está el interés feroz y vehemente de Verónica de desatarse del régimen hospitalario, las visitas y la medicación. Por otro, el sentimiento de que sólo unos pocos y con la puerta entreabierta, pueden acceder a sus sentimientos más profundos.
En este tratamiento, tal como ella lo expresaba se parecía a una especie de "domesticación", según el cual, si tienes un comportamiento adaptado estás bien.
No dan cobertura a lo que ha formado esa estructura, a sus circunstancias, a su medio ambiente, a su entorno, a su vida de niña, de adolescente, a la separación de sus padres. Ella vive en Madrid y sus padres en Chile. No dan sentido a los desamores vividos, a las separaciones y al trágico sentimiento de soledad, vacío, incomprensión y enojo que el contacto con su mismidad le produce.
Ha conseguido algo muy importante, aceptarse, ahora sabe mejor quien es, cómo funciona (así se expresaba ella) y qué hacer para atajar las tempestades. Ahora bien, es esto un tratamiento o una forma de "normalización", de búsqueda de no cumplir unos criterios patológicos.
Con Verónica se podría realizar lo que André Green llama el trabajo de lo negativo, que consiste en analizar y dar cobertura y sostén emocional a sus carencias, a sus pérdidas y a los ataques que se han hecho a su herida autoestima.
Ella se fue del hospital sin fármacos y sin ningún tratamiento para ver su evolución en un par de meses. Pero también se fue sin poder hablar, o desarrollar la confianza y la textura suficiente para entender la ebullición de sus sentimientos, el odio a la gente, el sentido de ser "rara", distinta, y esto último según la escuchado es en un tono peyorativo no de forma que se pueda sentir orgullosa de ser alguien singular, especial y con una gran y brillante proyección personal y laboral.
Se fue con la etiqueta de Trastorno Límite de Personalidad, y yo me pregunto, cómo pueden zanjar un tratamiento sabiendo que esa persona tiene un trastorno de la identidad tan severo, una forma de autodesprecio y vergüenza tan cruel consigo misma. Considero que el amaestramiento que se produce en algunas consultas e instituciones donde prima la modificación de conducta y la burocracia pierde sentido, para este tipo de personas, con profundidad y cargadas de un profundo sentimiento de culpa, con síntomas molestos de tristeza y ansiedad no creo que se pueda dar el alta, así como así, por mucho que ella se convierta en la paciente perfecta. Se trata de ayudarla, no de hacerle entrar en un lecho de Procrusto para que estén conformes los criterios de salud. La diversidad, palabra mencionada por ella es riqueza biológica y psicológica, sacar lo mejor de Verónica está por descubrir y sólo unos pocos se pueden asomar parcialmente a la cálida, tierna y miedosa mujer que ha sufrido tanto a lo largo de su vida.

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