Que tus hechos se correspondan con tus palabras. Si eres coherente no transmitirás mensajes contradictorios.
Cuanto más en conflicto estés contigo mismo, menos accesible estarás.
Puede que algunas veces la cuestión suscitada por el cliente provoque en ti emociones incómodas.
Tener tu propio analista es saludable para ti, y, por ende, para los pacientes que acudan a tu consulta.
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