Freud a la luz de Carlos Castilla del Pino -Super-Yo-
La indiferencia como valor que la insatisfacción de tales instancias poder inicialmente, ha de transformarse en "buenas" y "malas", de acuerdo a la estructura de esa realidad, que se concreta en "instituciones sociales". Pero estas formaciones sociales no aparecen primariamente al niño sino sino a través de la socialización parental. De este modo, el Super-Yo del niño no es edificado, en realidad, conforme al modelo de los padres mismos, sino al Super-Yo parental; recibe el mismo contenido, pasando a ser el substrato de la relación de todas las valoraciones permanentes que por tal camino se han transmitido a través de generaciones.
El componente diacrónico en la génesis del Super-Yo es, pues, decisivo para Freud. Por eso, a su entender, la concepción materialista de la historia peca probablemente en no estimar bastante este factor. Lo aparta a un lado con la observación de que las "ideologías" de los hombres no son más que el resultado y la superestructura de sus circunstancias económicas presentes. Lo cual es verdad, pero probablemente no toda la verdad. La humanidad no vive jamás por entero el presente; en las ideologías del Super-Yo perviven el pasado, la tradición racial y nacional, que sólo muy lentamente cede a las influencias del presente y desempeña, en la vida de los hombres, mientras actúa por medio del Super-Yo, un importantísimo papel independiente de las circunstancias económicas.
Así, pues, la génesis del Super-Yo procede, para Freud, de la internacionalización de las normas que componen la realidad social estructurada. Para él, en determinadas circunstancias, allí donde la masa se asegura en un sólo jefe, el conjunto de la misma posee, con referencia a éste, un mismo y sólo Super-Yo.
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