La búsqueda del objeto amoroso no responde a planteamientos racionales.
Lo que sí es evidente es que la elección de objeto en la relación amorosa emerge desde dentro de cada cual y todo condicionamiento social de la misma -condicionamiento que está presente siempre, desde luego- es una interferencia impertinente, que sólo en contador casos, y por azar, deja de constituirse en decisivo estorbo.
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