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Paz y Ciencia

domingo, 19 de junio de 2011

Planchar

Esta actividad semiolímpica, cuando se acumulan varias lavadoras, debería ser un fenómeno más reconocido.
Se puede escuchar la radio, ver la televisión o escuchar música mientras la plancha deja a la ropa en un estado de revista. Se trata de una tarea que tengo que hacer los fines de semana, muchas veces sin la pasión debida por lo aburrido del asunto.
Considero que esta tarea debe ser realizada con mesura y adoro a las personas que dedican su tiempo a realizar profesionalment este menester. Muchas veces no son personas contratadas para tal fin, son mujeres y hombres que hacen esta labor mientras sus parejas realizan otra actividad, otro trabajo.
Experimentando este fin de semana (y otros) esta actividad conozco que puede ser muy relajante, tal y como rezaba un anuncio de cerveza de La Zaragozana.
Debo decir, en este espacio de confidencia macerada de autocompasión que felizmente me iría en bicicleta o a dar un largo paseo, pero las camisas me esperan, llamando mi atención de forma feroz, como un lobo que observa a su presa.
Así que ahora tengo que finalizar este breve comentario autobiográfico al margen de tecnicismos y reflexiones psicoterápicas para degustar la vida, como es el planchar, esa forma de pasatiempo que puede ser entretenida o un pesaroso trabajo. Desde aquí, lanzo un grito de feliz complicidad con otros y otras que hoy tengan que pasar en la tabla de planchar algunas horillas de su tiempo.
Que la fuerza les acompañe.

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