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Paz y Ciencia

martes, 21 de junio de 2011

Control esfinteriano


La educación esfinteriana debe de inciarse cuando el niño siente que se puede incorporar al mundo de los seres humanos independientes y la madre debe de expresar expectación respecto a lo que va a hacer, y confianza en él y sus medios, limitándose a evitarle los peligros ciertos. Esto lleva al niño a renunciar a la omnipotencia mágica por el placer hallado en el ejercicio de sus funciones y en la experiencia de la propia autonomía y su creciente autoestima.
El niño debe de haber logrado:
a) Cierta confianza en sí mismo.
b) Adecuado control neuromuscular.
c) Comprensión del lenguaje hablado.
d) Capacidad de emitir señales verbales inteligibles.
e) Un mínimo de confianza básica.
f) Una renuncia  de la omnipotencia mágica por los éxitos obtenidos.
g) Y sobre todo cuando comienza a manifestar el deseo de hacerlo.

La actitud de la madre es vital, su disponibilidad emocional, su paciencia y su aceptación de la autonomía del niño son muy importantes.
El control debe de iniciarse en el momento en que el niño es capaz de tener éxito; debe de poseer  la madre el tacto y el timing necesarios, como para establecer las normas sin hacer peligrar la autonomía del hijo sin humillarlo. El control esfinteriano se logrará entonces y se abrirá el camino hacia la madre como objeto de amor y hacia el Edipo.
Si el control exterior, por medio de un entrenamiento demasiado rígido o demasiado precoz, se empeña en quitarle al niño su posibilidad de ir controlando gradualmente sus intestinos y otras funciones en forma espontánea, éste se verá enfrentado una vez más con una doble rebelión y una doble derrota. Se sentirá tan impotente frente a su propio cuerpo que no le responde, como frente al medio que no le comprende.

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