CITAS DE JACQUES LACAN
«Normalmente, el sujeto da a los objetos de su identificación primitiva una serie de equivalentes imaginarios que aumentan los engranajes de su mundo: esboza identificaciones con otros objetos, etc. Cada vez, la ansiedad detiene la identificación definitiva, la fijación de la realidad. Pero estas idas y venidas proporcionarán su marco a ese real infinitamente más complejo que es el real humano. Después de esa fase durante la cual los fantasmas son simbolizados, aparece el estadio llamado genital, en que la realidad entonces es fijada.»
J. Lacan, Seminario 1. Los escritos técnicos de Freud, p. 114.
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«Para el sujeto, la desinserción de su relación con el otro hace variar, espejear, oscilar, completar y des-completar la imagen de su yo. Se trata de que la perciba en su completitud, a la cual nunca tuvo acceso, para que pueda reconocer todas las etapas de su deseo, todos los objetos que aportaron a esa imagen su consistencia, su alimento, su encarnación. Se trata de que el sujeto constituya mediante reposiciones e identificaciones sucesivas, la historia de su yo.»
J. Lacan, Seminario 1. Los escritos técnicos de Freud, p. 269.
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«El punto donde se focaliza la identificación del sujeto a nivel de la imagen narcisista es lo que, en el análisis, llamamos la transferencia. Transferencia, no en el sentido dialéctico que les explicaba, por ejemplo, en el caso de Dora, sino transferencia tal como se la entiende habitualmente, en tanto fenómeno imaginario.»
J. Lacan, Seminario 1. Los escritos técnicos de Freud, p. 270.
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«(…) que el yo es la suma de las identificaciones del sujeto, con todo lo que esto puede implicar de radicalmente contingente. Si me permiten ponerlo en imágenes, el yo es algo así como la superposición de los diferentes mantos tomados de lo que llamaré el revoltijo de su guardarropía.»
J. Lacan, Seminario 2. El yo en la teoría de Freud, p. 236.
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«Si hay algo que nos muestra de la manera más problemática el carácter de espejismo del yo, es sin duda la realidad del sosia y, más aún, la posibilidad de la ilusión del sosia. En síntesis, la identidad imaginaria de dos objetos reales pone a prueba la función del yo (…)»
J. Lacan, Seminario 2. El yo en la teoría de Freud, p. 385.
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«El sujeto mismo no es más que un ejemplar segundo de su propia identidad. Tiene en determinado momento la revelación de que el año anterior tuvo lugar su propia muerte, que fue anunciada en los periódicos. Schreber recuerda a ese antiguo colega como a alguien con mayores dotes que él. Él es otro. Pero él es de todos modos el mismo, que se acuerda del otro. Esta fragmentación de la identidad marca con su sello toda la relación de Schreber con sus semejantes en el plano imaginario.»
J. Lacan, Seminario 3. La psicosis, p. 141.
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«Hace cinco años abordé por primera vez esta observación y, de acuerdo con la estructura de las histéricas, indicaba, lo siguiente −la histérica es alguien cuyo objeto es homosexual− la histérica aborda este objeto homosexual por identificación con alguien del otro sexo. Se trataba de un primer planteamiento, en cierto modo clínico.»
J. Lacan, Seminario 4. La relación de objeto, p. 141.
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«Este Edipo invertido nunca está ausente en la función del Edipo, quiero decir que el componente de amor al padre no se puede eludir. Es el que proporciona el final del complejo de Edipo, su declive, en una dialéctica, también muy ambigua, del amor y de la identificación, de la identificación en tanto que tiene su raíz en el amor. Identificación y amor, no es lo mismo −es posible identificarse con alguien sin amarlo y viceversa−, pero ambos términos están, sin embargo, estrechamente vinculados y son absolutamente indisociables.»
J. Lacan, Seminario 5. Las formaciones del inconsciente, p. 175
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«A fin de cuentas, el problema es saber cómo puede ser que la función esencialmente interdictora del padre no conduzca en el niño a lo que es la conclusión muy neta del tercer plano, a saber, la privación correlativa de la identificación ideal, que tiende a producirse tanto para el niño como para la niña. En la medida en que el padre se convierte en el Ideal del yo, se produce en la niña el reconocimiento de que ella no tiene falo. Pero esto es lo bueno para ella −por el contrario, para el niño sería una salida absolutamente desastrosa.»
J. Lacan, Seminario 5. Las formaciones del Inconsciente, p. 178.
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«La cuestión de qué es la identificación debe aclararse a partir de las categorías que desde hace años promuevo aquí ante ustedes, a saber, las de lo simbólico, lo imaginario y lo real (…) Atengámonos a los primeros aspectos, los más evidentes, de la experiencia del duelo. El sujeto se abisma en el vértigo del dolor y se encuentra en cierta relación con el objeto desaparecido que de alguna manera nos es ilustrada por lo que ocurre en la escena del cementerio. Laertes se arroja a la tumba y, fuera de sí, abraza al objeto cuya desaparición es causa de ese dolor. Es obvio que el objeto resulta entonces tener una existencia tanto más absoluta cuanto que ya no corresponde a nada que exista».
J. Lacan, Seminario 6. El deseo y su interpretación, p. 371.
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«Si el sujeto da vuelta en su camino, ¿quién ansía entonces el proceso de esta inversión? Acerca de este punto, encontramos en el análisis una respuesta, más motivada −es la identificación con el otro, se nos dice, la que surge en el extremo de tal de nuestras tentaciones. Extremo no significa para nada que se trate de tentaciones extraordinarias, sino del momento de percatarse de sus consecuencias. ¿Frente a qué retrocedemos? Frente al atentar contra la imagen del otro, porque es la imagen sobre la cual nos hemos formado como yo.»
J. Lacan, Seminario 7. La ética del psicoanálisis, p. 236.
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«Quien emprende el ascenso hacia el amor procede por una vía de identificación y, también, si ustedes quieren, de producción, con la ayuda del prodigio de lo bello. Acaba viendo en ese bello su finalidad última, y lo identifica con la perfección de la obra de amor.»
J. Lacan, Seminario 8. La transferencia, p. 162.
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«(…) en el narcisismo, el ideal del yo desempeña el papel de resorte que introdujo el texto de Freud sobre la Introducción al narcisismo. Es a este papel de resorte a lo que se le da tanta importancia cuando nos dicen que el ideal del yo es también el eje de la clase de identificación cuya incidencia fundamental se encontraría en la producción del fenómeno de la transferencia.»
J. Lacan, Seminario 8. La transferencia, p. 386.
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«De este Otro, en la medida en que el niño frente al espejo se vuelve hacia él, ¿qué puede llegarle? Nosotros decimos que no puede llegarle sino el signo imagen de a, esa imagen especular, deseable y destructiva al mismo tiempo, efectivamente deseada o no. He aquí lo que ocurre con aquel hacia quien el sujeto se vuelve, en el lugar mismo donde en ese momento se identifica, en la medida en que sostiene su identificación con la imagen especular.»
J. Lacan, Seminario 8. La transferencia, p. 393.
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«Aquí podemos medir la distancia que hay entre dos clases de identificaciones imaginarias. Está la identificación con i(a), la imagen especular tal como la encontramos en la escena dentro de la escena, y está la identificación más misteriosa, cuyo enigma empieza a desarrollarse aquí, con el objeto del deseo en cuanto tal, a, designado en cuanto tal en la articulación shakespeariana sin la menor ambigüedad, pues es en tanto objeto del deseo como Hamlet ha sido ignorado hasta un determinado momento, y es reintegrado a la escena por la vía de la identificación.»
J. Lacan, Seminario 10. La angustia, p. 47
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«La función del objeto cesible como pedazo separable vehicula primitivamente algo de la identidad del cuerpo, antecediendo en el cuerpo mismo en lo que respecta a la constitución del sujeto.»
J. Lacan, Seminario 10. La angustia, p. 339
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«En el mundo del Real-Ich, del yo, del conocimiento, todo puede existir como ahora, influyéndonos a todos ustedes y a la conciencia, sin que ello entrañe para nada, dígase lo que se diga, un sujeto. Si el sujeto es lo que afirmo en mi enseñanza, el sujeto determinado por el lenguaje y la palabra, esto quiere decir que el sujeto, in initio, empieza en el lugar del Otro, en tanto es el lugar donde surge el primer significante.»
J. Lacan, Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, p. 206.
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«La discontinuidad es, pues, la forma esencial en que se nos aparece en primer lugar el inconsciente como fenómeno –la discontinuidad en la que algo se nos aparece como vacilación. Ahora bien, si esta discontinuidad tiene ese carácter absoluto, inaugural, en el camino que tomó el descubrimiento de Freud, ¿habremos de colocarla –como después tendieron a hacerlo los analistas– sobre el telón de fondo de una totalidad?
¿Es el uno anterior a la discontinuidad? No lo creo, y todo lo que he enseñado estos años tendía a cambiar el rumbo de esta exigencia de un uno cerrado, espejismo al que se aferra la referencia a un psiquismo de envoltura, suerte de doble del organismo donde residiría esa falsa unidad. Me concederán que el uno que la experiencia del inconsciente introduce es el uno de la ranura, del rasgo, de la ruptura.»
J. Lacan, Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, p. 33.
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«Tomando el cuadro de Las Meninas de Velázquez, J. Lacan hace referencia a la identificación especular, al modelo óptico, en el siguiente párrafo: ‘¿A qué pertenece este esquema? A la batería de lo que concierne al sujeto aquí, en tanto que está interesado en la formación de este yo ideal encarnado en el jarrón de la identificación especular, donde el yo tomará su asiento, o bien alguna otra cosa.’»
J. Lacan, Seminario 13. El objeto del psicoanálisis (Inédito).
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«Lo inanimado. Punto de fuga, punto ideal, punto fuera de plano, pero cuyo sentido capta el análisis estructural. Queda perfectamente indicado en lo que constituye el goce.»
J. Lacan, Seminario 17. El reverso del psicoanálisis, p. 48.
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«Lo que en un discurso se dirige al Otro como un Tú hace surgir la identificación con algo que puede llamarse el ídolo humano (…) En todo discurso que apela al Tú, algo incita a una identificación camuflada, secreta, que no es más que esa con ese objeto enigmático que puede no ser nada en absoluto, el pequeñito plus-de-gozar de Hitler, que quizás se limitaba a su bigote.»
J. Lacan, Seminario 18. De un discurso que no fuera del semblante, p. 29.
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«La identidad de género no es otra cosa que lo que acabo de expresar con estos términos, el hombre y la mujer (…) en la edad adulta el destino de los seres hablantes es repartirse entre hombres y mujeres. Para comprender el hincapié que se hace en estas cuestiones, en esta instancia debe percibirse que lo que define al hombre es su relación con la mujer, e inversamente.»
J. Lacan, Seminario 18. De un discurso que no fuera del semblante, p. 31.
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«Para el muchacho, se trata en la adultez de hacerse hombre. Esto es lo que constituye la relación con la otra parte (…) Uno de los correlatos esenciales de este hacerse hombre es dar signos a la muchacha de que se lo es. Para decirlo todo, estamos ubicados de entrada en la dimensión del semblante.»
J. Lacan, Seminario 18. De un discurso que no fuera del semblante, p. 31.
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«En la medida en que hay cortejo, se sitúa algo llamado copulación, que es sin duda sexual en su función pero que tiene su estatuto de elemento particular de identidad.»
J. Lacan, Seminario 18. De un discurso que no fuera del semblante, p. 31.
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«La verdad a la que no hay ninguno de estos jóvenes seres hablantes que no deba hacer frente es que hay quienes no tienen el falo (…) La identificación sexual no consiste en creerse hombre o mujer, sino en tener en cuenta que hay mujeres, para el muchacho, que hay hombres, para la muchacha. Y lo que importa (…) es una situación real, permítanme. Para los hombres, la muchacha es el falo y es lo que los castra. Para las mujeres, el muchacho es la misma muchacho ni la muchacha corren riesgo en primer lugar más que por los dramas que desencadenan, son el falo durante un momento.»
J. Lacan, Seminario 18. De un discurso que no fuera del semblante, p. 33.
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«Ese Uno con los que todos se llenan la boca es de la misma índole de ese espejismo del Uno que uno se cree ser. Esto no quiere decir que no tenga más horizonte. Hay tantos Unos como se quiera; que se caracterizan cada uno por no parecerse en nada, véase la primera hipótesis de Parménides.»
J. Lacan, Seminario 20. Aún.
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«Del Uno, en tanto que no está allí, es licito suponer, sino para representar la soledad: el hecho que el Uno no se anuda verdaderamente con nada de lo que al Otro le parece sexual. »
J. Lacan, Seminario 20. Aún.
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Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Zaragoza. N° Col.: A-1324
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