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Paz y Ciencia

martes, 30 de junio de 2020

Carl Gustav Jung. Un científico singular


Lo mínimo que puede decirse de C. Gustav Jung es que ha sido uno de los axis mundi del siglo XX.

   Por axis mundi se entiende, en la literatura que estudia el fenómeno religioso, el árbol o el eje alrededor del cual gira el mundo -o incluso el Universo-. Utilizamos esta expresión para hablar de Jung porque este autor ha sido uno de los más notables representantes del siglo XX de la recuperación de la importancia del mundo anímico, de la significación de lo espiritual, de la religión y el simbolismo para el ser humano. Pero la importancia de Jung no ha sido sólo el reivindicar a grito pelado la validez y necesidad de atender este mundo invisible de símbolos y significados, sino que sobretodo condujo su labor sin abandonar una perspectiva científica, que ha sido la visión dominante del mundo occidental durante los últimos siglos. Así pues, sin convertirse en un outsider o en un rebelde sin causa, Jung logró que importantes sectores de la intelligentsia científica y cultural de la época aceptaran la revalorización de lo espiritual desde el mismo epicentro de la visión del mundo que había desplazado su validez: el científico.

   Jung nació en Suiza a finales del s. XIX. Siendo un estudiante más o menos desastroso, encontró su vocación repentinamente al escoger sus estudios universitarios: optó por la psiquiatría, rama de reciente creación y que se anunciaba en los folletos universitarios como el oficio del 'médico que cura el alma enferma'. Terminó sus estudios con uno de los grados más altos de su promoción, y pronto entabló contacto con el 'padre' de la psicología: S. Freud.

   La relación de Jung con Freud ha sido uno de los culebrones más estudiados y comentados en la historia de la psicología. Si Freud representó el descubrimiento de la mente inconsciente, de los traumas reprimidos y las obsesiones sexuales, Jung abrió paso al conocimiento y sanación del alma por la vía de experiencias numinosas, al descubrimiento de la dimensión espiritual y trascendente en el ser humano. Ya de pequeño Jung había tenido de forma espontánea experiencias religiosas -o arquetípicas- y, según relató en su biografía, este tipo de visiones e incursiones al mundo de los símbolos fue una constante a lo largo de toda su vida. Así pues, ambos personajes llevaban en sí una potente semilla que tarde o temprano, al desarrollarse y madurar, había de acabar representando una un elemento de discordia que separaría sus carreras.

   Esta ruptura se produjo después de una crisis que atravesó Jung, con visiones y sintomática neurótica, que dio como fruto un libro en el que se sugería que las tesis de Freud eran equivocadas: los problemas del hombre no eran fundamentalmente sexuales, sino religiosos. En esa época Freud ya había nombrado a su discípulo 'mi príncipe heredero' y, curiosamente, esperaba de él que acabara por demostrar que en cierto modo el fenómeno religioso no era más que una neurosis sexual mal llevada...

   En cierta manera puede considerarse que estos dos personajes fueron los dos pilares sobre los que se ha edificado el corpus psicológico del siglo XX. Freud ha pasado a la historia representando el enfoque personal y biográfico a los problemas psicológicos, mientras que Jung despertó el mundo de la psicología a la problemática de la búsqueda de significado de la existencia. Quizá la síntesis de ambas carreras la expresó de forma sucinta y preclara el mismo Jung, al afirmar que 'la primera mitad de la vida es dominada por el objetivo de la reproducción, mientras que la segunda mitad esta búsqueda es reemplazada por el dar con un sentido a la vida'.

   Pero Jung no se quedó sólo con el aspecto de la búsqueda personal en el hombre como indivíduo, sino que podemos considerar que su principal interés se valió de este estudio para profundizar en la psique de la colectividad, de una cultura, y en última instancia de la humanidad. Si del estudio de la psique individual nació el concepto del proceso de individuación (la persona nace, crece y se desarrolla hasta llegar a ser ella misma -la realización del sí-mismo-), en el campo de la psicología de culturas Jung aportó dos de los más conocidos conceptos que llegaron a incorporarse incluso al lenguaje popular: el inconsciente colectivo, y los arquetipos. El primero de ellos, el inconsciente colectivo, apunta a una ampliación de la mente inconsciente individual, abarcando lo que pueden llamarse símbolos de una colectividad, procesos numinosos que acontecen en el reino de lo transcendente y que son apercibidos por la psique de los indivíduos de una cultura, de una sociedad. Aunque este 'proceso' no sea algo consciente o voluntario, sí que opera a un nivel real, pues los símbolos de la cultura se nutren de ello, crecen en este sustrato.

   En cuanto al concepto de los arquetipos, vienen a ser una actualización de lo que anteriormente se denominaron 'dioses': entidades que si bien en un principio Jung pensó que eran la representación de los deseos y aspiraciones de los seres humanos, más tarde concibió como entidades autónomas que más bien reflejaban en las sociedades humanas los principios de los reinos arquetípicos.

   Otro concepto que Jung aportó al vocabulario y concepciones del siglo XX fueron el de sincronicidad, o sea, la conexión signifitaciva entre dos hechos que acontecen en lugares distintos o en tiempos distintos: la premonición, la visión anticipada, la adivinación...

   La lista de aportaciones que realizó Jung a la cultura occidental, una cultura que en el siglo XX había perdido gran parte de su conexión y comprensión del mundo del espíritu, es infinita. Entre otras cosas el impulso al conocimiento del I Ching, el Libro de las mutaciones chino, cuya primera traducción rigurosa fue llevada a cabo por su amigo R. Wilhelm; o bien su insistencia de que la astrología es una rama del estudio de la psique humana de un gran valor y ayuda para la psicología; también el concepto de la sombra, aquello que uno deja sin integrar en su vida, en su psique, y que sigue operando conduciendo nuestras vidas desde 'atrás' -desde la oscuridad-, de una forma enfermiza, al ser esta una parte de nuestra personalidad que se ha negado y ha sido ocultada.

   Aunque puede discutirse si el análisis jungiango, aplicado strictu sensu, es la forma más efectiva de terapia, sí que puede considerarse a Jung como una especie de chamán -alguien que antes de convertirse en sanador de almas, se cura primero a sí mismo-, y sobretodo como un hombre que aportó para la cultura occidental materialista una gran puerta abierta para reconsiderar el lenguaje del espíritu, del que todos estamos emergemos.

   «One does not become enlightened by imagining figures of light, but by making the darkness conscious.»

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Zaragoza Psicoterapeuta N°Col.: A-1324 

Teléfono: (+34) 653 379 269

Instagram: @psicoletrazaragoza

Página Web: www.rcordobasanz.es


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