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Paz y Ciencia

martes, 30 de junio de 2009

Blanco y Negro


Hoy, tomando como eje la dimensión que da la clínica psicopatológica y las ideas de Winnicott, quien nos invita a ser creativos se me ocurre hablar de un elemento frecuente dentro de los consultorios, que se plasman fuera significando el malestar.
Me refiero a la alternancia entre el amor y el odio. A como puede darse una vida desconcertante acompasada por un humor cicloide que acompaña a las imágenes de objeto bueno y objeto malo.
Dice Klein algo poético, literario y que resulta difícil de creer desde la distancia del no vivirlo o bien, de la rigidez teórica. Esta mujer nos explicó la posición esquizoparanoide y la depresiva. En los primeros meses el bebé fragmenta los objetos en partes, en objetos parciales. Algunos son totalmente buenos y otros totalmente malos y por ende persecutorios. El bebé ataca al objeto malo, mordiendo el pecho, pongamos por caso.
En la siguiente posición, en la segunda mitad del año de vida, el bebé se da cuenta de que ese objeto que ha amado y odiado es un objeto completo, un objeto total y que es pecho bueno y el pecho malo pertenecen al mismo objeto. De ahí surge la culpa y por eso se justifica el nombre de posición depresiva, un tránsito hacia la salud y la integración de las relaciones de objeto en objetos totales.
Esta disociación se da en determinadas patologías que alternan la idealización con el odio, lo que se llama pensamiento dicotómico también y escisión. Un "buen" día ese objeto es totalmente bueno, lo amamos y se quiere poseer y retener, conservar para siempre bien cerca. Otro día se le ataca, se le cuestiona y evoca imágenes y sentimientos desagradables. Ese objeto siempre es el mismo (en líneas generales) pero en el mundo interno reside esa doble mirada que tiende a contemplar ese pecho como bueno o malo, dando mantenimiento a una vida de blanco y negro, donde las emociones viran de un lado a otro, la imagen de aquellos que son queridos puede ser denostada y se actua en relación a ese impulso del que se siente atacado, perseguido o tal vez de forma más suave, cuestionado.
Por tanto hay una dualidad que siendo propia de la naturaleza humana trasciende los límites de lo adaptativo dando problemas en las relaciones interpersonales, en el control de los impulsos, en la imagen inconsciente del self.
Y claro que esta dualidad parece ser casi innata pero hablamos de aquella en la que hay un sufrimiento por no existir una continuidad de las relaciones objetales, en particular lo que Kernberg dice "estable inestabilidad".
Un proceso psicoterápico tiene como papel, entre otros, construir una imagen integrada del self y del mundo, una manera estable y creativa de estar-en-el-mundo.
En estos escenarios hay que soportar cierta cuota de dolor, como dice Winnicott y tolerar la parajoda, aceptarla, esa persona que ama y odia es la misma pero cabe pensar que existe una quiebra que dificulta el pensar con claridad y el sentir con continuidad. Claudio Naranjo lo enfoca desde patologías del amor y es nueva revisión de la clásica teoría de las relaciones objetales y de la experiencia que aporta la clínica, donde la agresividad y el amor componen los arpegios del día a día.

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