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Paz y Ciencia

sábado, 28 de febrero de 2009

Angustia Impensable, di-versiones.

Es el alambicado discurso de la ciencia psi lo que produce desconcierto.
Para entender un mundo tan complicado como la realidad psíquica debemos utilizar un metalenguaje que va más allá de lo manifiesto, esta es la razón por la que parecen inaccesibles los textos psicológicos. No obstante, aquellos que han pasado por los estados del ser que se describen saben entender qué es lo que escribimos personas como yo, que tratamos de aprender mientras escribimos, mientras leemos, o mientras respiramos la clínica.
Hoy estoy pensando en el “proceso originario” de Piera Aulagnier, en el “pictograma”. Esto guarda relación con la relación madre-bebé, con Winnicott, con Anzieu, con otros muchos que dijeron de una manera u otra la misma idea explicada de un modo distinto. Para ello compartiré una lectura muy estimulante que he tenido en el autobús mientras me dirigía a dar clases a unas personas muy cariñosas y especiales.

Winnicott llama al concepto de Piera “miedo al derrumbe” o “irrupción de estados de desintegración”; José Bleger (1967) describe el estado de indiferenciación yo-mundo como un núcleo que es previo a la posición esquizo-paranoide y que llama glischro-cárica. Bion habla del “terror sin nombre”, Anzieu (1987) de “significantes formales”, Bollas (1987) de “lo sabido no pensado que necesita ser figurado”. Joyce McDougall (1989) habla de las “expresiones actuadas” como descargas frente al dolor mental que exceden la capacidad de absorción de las defensas.
Thomas Ogden (1992) formula la hipótesis de una posición más primitiva, la “posición autista contigua”, C. y S. Botella (1997) designan “huellas perceptivas”, “restos puros de elementos sensoriales” a las inscripciones que no reúnen la cualidad de representación. Kristeva (1989) se ocupa de “lo fuera de tiempo”, Marucco (1999) habla de las repeticiones de vivencias tempranas sin ligadura en términos de “huellas anémicas ingobernables”. Guy Rosolato (2000) propone el “significante analógico de demarcación”, a diferencia del “significante lingüístico”. Rodolfo D´Alvia (2002) reflexiona sobre lo irrepresentable en psicoanálisis y presenta la “clínica de los fenómenos residuales”. Para todos ellos, concluye Said, se trata de la actualización de fragmentos psíquicos no reprimidos.

Ante esta maravillosa descripción no exhaustiva está la definición de “representaciones pictográficas”, esto es, manifestaciones fugitivas del afecto enunciadas en palabras no habitadas por el sujeto; alucinaciones sensoriales ocasionadas en el encuentro con un acontecimiento al que no se le pueden adjudicar otras significaciones… [El sostén del ser, Paidós, pág. 147].

Algunas de las descripciones son muy elocuentes, una forma de acting out que se “presentifica” por no poder haber encontrado una representación, un vació de significante, un hueco, la ausencia, lo impensable winnicottiano.
Cuando estos estados emergen en la conciencia, en lo fenomenológico encontramos confusión, alteración en el curso del pensamiento, trastornos afectivos, paranoidia, vacío existencial y un sinfin de síntomas y expresiones del yo que está por “advenir”, castrado, desidentificado o violado en su espontaneidad.
La falta de sentido en la representación de la angustia viene brindada por un maternaje suficientemente bueno. Cuestión que parece algo dudosa por la sobredeterminación del síntoma, en cualquier caso la ayuda en la identificación y la angustia tiene mucho que ver con el deseo del otro y en el espacio intersubjetivo, en esa matriz relacional, se debe originar esa pauta de entrelazamiento en el espacio potencial donde poder tener la ilusión (concepto que Piera emplea de Winnie) para crear el mundo. En ese juego de ilusión-desilusión la realidad deviene y el yo renace, aunque sea parcialmente, pudiendo contener esa angustia impensable que se presenta en consulta con un síndrome florido. Ese trabajo de dar sentido y contenido a la angustia es el que debe hacer la madre para que aquel infante con una dependencia relativa no se sienta caer, despavorido, asustado y traumatizado ante la presencia de un acontecimiento vital estresante, sea real o imaginario.

Reflexiones del viernes noche, como balance de una semana fructifera que ha tenido como colofón un encuentro-seminario con unos amigos y un equipo de trabajo.
Atentamente, Rodrigo Córdoba Sanz. Rcordobasanz@gmail.com

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