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Paz y Ciencia

lunes, 19 de diciembre de 2016

Los consejos a los profesionales



Cuando se trata de consejos, Freud es a la vez generoso y preciso.
La técnica de la cura se basa en dos mecanismos: uno de ellos supone la "ayuda" que el psicoanalista le presta al paciente, el otro involucra a la transferencia.
En primer lugar tenemos lo que el psicoanalista escucha y lo que hace saber a este, tras lo cual el paciente ha entendido se realizan interpretaciones o la intervención del psicoanalista. ("Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica").
A continuación está la transferencia, con su doble polaridad: el hecho de ser la palanca más poderosa y, a la vez generar la más fuerte de todas las resistencias al psicoanálisis. La transferencia produce una actualización y hace que se manifiesten mociones de amor ocultas u olvidadas, gracias a esta actualización resulta posible el análisis de estas últimas.
El análisis, sin embargo, es un combate contra las resistencias, escribe Freud. En este punto es necesario el poder de la actualización de la transferencia para que haya un combate que "en definitiva nadie puede ser "ajusticiado" in absentia o in effigie, precisa aquel.  ("Sobre la dinámica de la transferencia").
Freud también daba consignas a sus pacientes, la regla fundamental, ("El método psicoanalítico de Freud"): "Antes de exhortarlos a los enfermos" a que relaten en detalle su historial clínico, recomienda participarle todo cuanto se les pase por la cabeza, aunque les parezca que no es importante, o que no viene al caso, por el contrario les recomienda participarle todo, les pide con especial énfasis que no excluyan pensamiento u ocurrencia alguno por más que les avergüence o les resulte penoso hacerlo".
Prescribe, asímismo, exigir al psicoanalista que "discierna [ la contratansferencia] dentro de sí y le domine" ("Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica"), y "no dar por verdadero sin más todo lo que los pacientes (...) refieren a su psicoanalista. Y luego es un hecho triste, pero característico, que tales inculpaciones en ninguna parte encuentren más credulidad que entre los demás analistas ("Sobre el psicoanálisis 'silvestre').
En cuanto a la manera adecuada de interpretar, las consignas son precisas. Deben respetarse dos condiciones: "que el enfermo (...) mismo ya esté cerca de lo reprimido por él, y (...) que su apego al analista (transferencia) haya llegado al punto en que el vínculo afectivo con él le imposilite una nueva fuga". No respetar estas consignas es caer en el psicoanálisis "silvestre"). Para Freud es necesario hacer un diagnóstico positivo y un diagnóstico etiológico porque sobre esa base pueden plantearse o recusarse las indicaciones del tratamiento.
En cuanto a "La interpretación de los sueños", Freud se muestra más imperativo. En "El método psicoanalítico de Freud", especialmente en lo atinente a la integración y articulación de la "técnica de interpretar los sueños" con las "reglas técnicas que en general gobiernan la cura" ("El uso de la interpretación de los sueños en el psicoanálisis"). "Los consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico") constituyen por sí solos un verdadero catálogo de prescripciones y recomendaciones sobre "la atención parejamente flotante".
La toma de notas en la sesión, la suspensión de la curiosidad  y la actitud científica de investigación durante el tiempo de tratamiento, el deber del psicoanalista de no hablar de sí mismo y mantener su opacidad frente al paciente, la cesación de toda intención educativa y el deber de no apelar a la actividad intelectual del paciente y sí a su pensamiento asociativo y ocurrencias.
En lo fundamental, es una búsqueda  de lo verdadero, o sea, de lo que está en el principio mismo de la "realidad psíquica".
En ("Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica"), Freud explícita el papel que les cabe respectivamente en la cura de análisis y síntesis. "Hemos analizado al enfermo, vale decir, que hemos descompuesto su actividad anímica en sus ingredientes elementales, pesquisando en él los elementos pulsionales separados y aislados. Parecería entonces natural exigirnos que lo ayudáramos también a obtener una nueva y mejor composición de ellos (=síntesis). "La psicosíntesis se consuma en el analizado", se responde el propio Freud, "sin nuestra intervención, de manera automática e inevitable". No se puede ser más claro y más radical: "no puedo creer que esa psicosíntesis constituya en verdad una nueva tarea para nosotros. De permitirme ser sincero y descortés, diría que se trata de una frase hueca".

Cristophe Dejours "Los consejos a los profesionales". La técnica psicoanalítica
Rodrigo Córdoba Psicólogo y terapeuta psicodinámico

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