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Paz y Ciencia

jueves, 22 de diciembre de 2016

Trastorno Límite de la Personalidad Psicoterapia basada en la Mentalización



La psicoterapia basada en la mentalización para el trastorno límite de la personalidad, borderline,(Bateman y Fonagy) fue desarrollada en la Universidad de Londres.
Está diseñada para ser aplicada a pacientes de ambos géneros con trastorno límite grave. En programas de hospitalización completa un hospital de día.
El tratamiento se hace en una comunidad terapéutica e incluye sesiones de terapia individual, terapia de grupo, medicación y terapias auxiliares, trastornos alimentarios, habilidades sociales y otras.
El equipo de terapeutas está formado por psicólogos clínicos, enfermeras psiquiátricas, trabajadores sociales psiquiátricos y residentes con supervisión de expertos. Esta psicoterapia ha probado ser más efectiva y menos costosa que el tratamiento psiquiátrico usual para pacientes con TLP (borderline). El tratamiento puede ser aplicado por profesionales de la salud mental con amplia experiencia en los tratamientos psiquiátricos y psicológicos que tengan interés y formación sobre técnicas psicoanalíticas.

Bases teóricas



Alrededor de 1990, Fonagy et al. empezaron a estudiar de manera empírica el tipo de apego de niños y padres en distintas situaciones clínicas, entre ellas con pacientes con trastorno límite de la personalidad (borderline).
Encontraron que el tipo de apego es del tipo preocupado, confuso, temeroso y ansioso y que, además, no habían resuelto los conflictos del maltrato que habían recibido. Además, observaron que la mayoría de estos pacientes tenían dificultades en la regulación emocional, el control de atención y la Mentalización.
La Mentalización es el proceso mental explícito e implícito con el que un individuo interpreta las acciones propias y de los otros, en base a estados mentales intencionales tales como deseos, necesidades, sentimientos, creencias, motivos y razones personales. Es una función de la corteza prefrontal.
La capacidad de Mentalización es el resultado de la función reflexiva, que a su vez es la interpretación plausible del comportamiento propio y de los demás en términos de estados mentales subyacentes.
La función reflexiva se adquiere con los padres y cuidadores cuando estos son capaces de reflexionar, en forma tranquila y distendida, los estados emocionales, cognitivos y conductuales del bebé, de manera que este pueda reconocerlos como propios y aprender a regularlos y a utilizarlos en el entendimiento de sí mismo y de los demás.
El control atencional sobre las respuestas emocionales muy intensas, la impulsividad y la desorganización cognitiva, es indispensable para aprender a regular esas reacciones. Igual que la función reflexiva, el control atencional es un requisito para que el niño y luego el adulto puedan mentalizar sus experiencias y las de los demás.
Cuando falla la función reflexiva de los padres o cuidadores, lo que el niño internaliza es una representación de sí mismo como "no válido", "no digno de ser amado".
Esta autoimagen ajena se mantiene escindida de la autoimagen real del sujeto por lo que no es útil para entenderse a sí mismo y a los demás y lo más importante desde un punto de vista psicopatológico es que esa autoimagen ajena se convierte en una fuente de afectos, impulsos y conductas no reguladas y que son las manifestaciones impulsivas (acting-out): autolesiones, intentos suicidas, pleitos físicos, abuso de sustancias), de inestabilidad emocional (tormentas afectivas, ira intensa) y desorganización cognitiva (alteración de la identidad, ideas paranoides, episodios disociativos, episodios micropsicóticos) de estos pacientes.
Durante el desarrollo, una vez internalizada esa autoimagen distorsionada y que distorsiona, el niño constantemente hace esfuerzos desesperados por expulsarlos y colocarlo en la mente de sus padres o cuidadores. A veces, se coloca en situación de víctima y permite el maltrato de forma masoquista o por imposibilidad de defenderse. Estas dinámicas continúan activas en la adolescencia y edad adulta y se escenifican en contextos de salud mental.
Los mecanismos de defensa utilizados fueron trabajados por Melanie Klein: escisión, identificación proyectiva, negación, idealización, devaluación y otros.
Reseñar que en la clínica el paciente con TLP (borderline) tiende, a menudo, a subir a las alturas al terapeuta (idealizar) y luego transmitir rechazo y odio (devaluación).
Estos pacientes (TLP,  borderline) tienen "mala prensa", y eso, en gran medida, se debe a los prejuicios de base histórica y los pre-textos.

Rodrigo Córdoba Sanz.
Psicólogo y Psicoterapeuta
Especialista en tratamiento del TLP o trastorno borderline

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