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Paz y Ciencia

lunes, 5 de diciembre de 2016

Freud. Contribuciones a la psicología del Amor



"En efecto, nadie posee más que una madre, y el vínculo con ella descansa sobre el fundamento de un suceso a salvo de cualquier duda e irrepetible". Sigmund Freud

Las "Contribuciones a la Psicología del Amor" agrupan tres textos cuya reunión era un anhelo constante de Freud. ¿Qué dicen ellos del amor? 

Paradójicamente, que es una cuestión de escisión: escisión del objeto del amor entre las figuras  [aunque no son exactamente figuras] de la mamá y la "puta", y falta de conjunción de las corrientes tierna y sensual, de la cual resultan, en el hombre, la impotencia psíquica, y en la mujer, la compleja negación con la prohibición. Toda paradoja responde a una doble lógica. Por un lado, la escisión del amor está presa en otro clivaje, de mayor alcance, que separa las "exigencias de la sexualidad" de los "requerimientos de la cultura". 

Por el otro, se pregunta con insistencia por qué ha sido necesario incurrir a la paradoja, lo que esta dice sólo puede aprehenderse mediante la inmersión en el propio texto que la pone en ejecución: la difícil y sublime escritura de Freud.

En efecto, nadie posee más que una madre

Las contribuciones a la psicología del amor. 1910. 1912. 1917.

Freud siempre quiso verlos reunidos bajo ese título. 

1. El primero de estos trabajos, que aborda "un tipo particular de elección de objeto en el hombre", gira en torno al hombre que escoge una mujer ya comprometida (hace falta un "tercero perjudicado" y una moción de hostilidad hacia él), 2.  "cuya conducta sexual merezca de algún modo mala fama" y que suscite (salvo con respecto al tercero perjudicado) celos intensos, pero 3. queda sea tratada por "los amantes del tipo considerado (...) como objeto amoroso de supremo valor". Un vínculo de amor que colme la vida amorosa, sino en la "formación de una larga serie", 4. y a quien se procura rescatar, y los dos últimos, al comportamiento del amante, forman una "conjunción [que] no se entiende" pero que admite un "ahondamiento psicoanalítico". El ahondamiento psicoanalítico "fácil" va a asociar esta "constelación materna". No obstante, por fácil que ello sea, su producto no deja de ser un texto de extrema complejidad.
El punto de partida de la segunda de las "contribuciones" es la "afección" que motiva con mayor frecuencia la apelación a un psicoanalista: la impotencia psíquica. Este es el resultado de la falta de la falta de conjunción de la corriente "tierna" y la corriente "sensual", que son las dos grandes corrientes de la vida amorosa: "Cuando aman no anhelan, y cuando anhelan no pueden amar". Esto permite comprender, asimismo, los motivos que impulsan al "tipo de hombre" del primer texto a degradar a la madre al rango de "prostituta". Sin embargo, esta "doctrina" de la impotencia psíquica "deja subsistir el enigma de que otras personas puedan escapar a este padecimiento". De echo muy pocos hombres escapan por completo a él, así como son pocos los que se hallan totalmente exentos de la polaridad entre la mamá y la puta que determina la división de su amor.
Lo patológico hace ver una condición que es, igualmente, la ley de la vida normal. Esta condición también rige, por lo tanto, la vida amorosa de las mujeres: la frigidez es en ellas el equivalente de la impotencia psíquica, pero la diferencia entre hombre y mujer radica en que no hay en esta ni sobrestimación ni tendencia a degradar el objeto amoroso. La condición de la vida amorosa femenina es que halla prohibición, y la frigidez es la falta de conjunción de la "corriente tierna" y la "corriente sensual" que aparece bajo esa condición. 

La investigación de Freud radica en la escisión entre las "exigencias de la sexualidad" y los "requerimientos de la cultura", un conflicto acerca del cual él parece poco inclinado a pensar que pueda resolverse... Las hipótesis con que concluye el texto se ponen bajo el signo de la fórmula que reza "La anatomía es el destino".

El tercer texto parte de un dato antropológico desconcertante: el hecho de que, en algunas sociedades primitivas contemporáneas, la desfloración de la desposada y la primera relación sexual con ella quedan a cargo de alguien que no es el esposo. Este dato resulta desconcertante para una cultura en la cual es evidente que "la exigencia de que la novia no traiga al matrimonio el recuerdo del comercio sexual con otro hombre no es más que la aplicación consecuente del derecho de la propiedad exclusiva sobre una mujer, es la esencia de la monogamia: la extensión de ese monopolio hacia el pasado".

Freud extiende la hipótesis formulada por Krafft-Ebing. Propuestas, también antropológicas. Y un tercero supone que "el tabú de la virginidad pertenece a una vasta trama en la que se incluye la vida sexual entera". Freud extiende la hipótesis a "nuestra época": el tabú de la virginidad expresaría, entonces, un "horror básico a la mujer. Acaso se funde en que ella es diferente al varón, pertenece eternamente incomprensible y misteriosa, ajena y por eso hostil". Empero, en estas explicaciones no hay nada que incumba con exactitud a la cuestión examinada por él: la base del tabú "es, evidentemente, el propósito de denegar o ahorrar precisamente al futuro esposo algo que es inseparable del primer acto sexual, aunque, de ese mismo vínculo no podría menos que "derivarse una particular ligazón de la mujer con ese hombre e especial".

"¿Cuáles son los elementos -las mociones- ligados al primer coito que hace que la mujer no se sienta dichosa?
1) El dolor de la desfloración y, sobre todo, la afrenta narcisista y la degradación del valor sexual de la mujer desflorada.
2) El hecho de que "expectativa y cumplimiento" no puedan coincidir. La prohibición hace que "el comercio legal y permitido no se sienta la misma cosa", y la mujer, a veces, "sólo reencuentra su sensibilidad tierna en una relación ilícita".
3) A causa de la regularidad y la potencia de las "primeras colocaciones de la líbido", es la intensidad de la fijación al padre o al hermano lo que condiciona el rechazo del esposo, que no puede ser más que un sustituto.
4) Finalmente, "la envidia del pene", que corresponde al complejo de castración. "La sexualidad inacabada de la mujer se descarga en el hombre que le hace conocer por primera vez el acto sexual".
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta:
Es obvio el contexto
psicológicosocial y antropológico de este ensayo de Freud, donde, como todos vemos, sitúa a la mujer como una persona incompleta. 

Freud: "Contribuciones a la psicología del Amor".

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