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Paz y Ciencia

martes, 13 de diciembre de 2016

1930 El malestar en la cultura



"Homo homini lupus". ¿quién, en vista de las experiencias de la vida y de la historia, osaría poner en entredicho tal apotegma?"
Sigmund Freud


"Cuadro sombrío, El malestar en la cultura tiene el color de su tiempo, el odio, la agresión y el autoaniquilamiento marcan su tónica psicoanalítica. Siniestro presagio, Freud entrega su manuscrito al editor en 1929, justo una semana después del "martes negro" en Wall Street [29 de octubre]. Las últimas palabras de la primera edición testimoniaban, no obstante, una vaga esperanza en los esfuerzos del "Eros Eterno", el gran agrupador. Un año más tarde, en la segunda edición -los 12.000 ejemplares de la primera se vendieron con rapidez e hicieron de Freud un hombre célebre-, la última frase agregada ensombrece la perspectiva: entre los dos adversarios, Eros y la pulsión de muerte, "quién puede prever el desenlace".
"Queridísima Lou (...) este libro se ocupa de la cultura, del sentimiento de culpa, de la felicidad y de otras cosas elevadas del mismo género, y me parece, seguramente con justa razón, del todo superfluo cuando lo comparo con mis anteriores trabajos anteriores, que procedían siempre de alguna necesidad interna. Pero, ¿qué otra cosa podría hacer?  No es posible fumar y jugar a las cartas todo el día. Ya no puedo hacer largas caminatas, y la mayoría de las cosas que se leen han dejado de interesarme. Escribo y de ese modo el tiempo pasa de manera muy agradable. Mientras me entrego a ese trabajo, descubro las verdades más banales". Carta a Lou Andreas-Salomé.
Para la posteridad, El malestar en la cultura ha quedado, a justo título, como el símbolo del pesimismo freudiano.
En contrapunto con el tono acerbo de su crítica de la religión, El porvenir de una ilusión (1927) proclamaba aún una esperanza: la de la primacía futura del intelecto, el reino esperado de la razón científica. Esta vez no hay nada parecido, como si todas esperanzas, todavía permitidas dos años atrás, no hubieran resistido a los últimos sucesos de la época contemporánea. Aquí, la amenaza aria. Allá, el triunfo de la ilusión socialista, a la espera de los mañanas que cantan. Sobre el comunismo, Freud dirá con tono de ironía que el encuentro con un ardiente militante lo había convertido a medias: ese militante afirmaba que el advenimiento del bolchevismo algunos años de miseria y caos, pero los seguiría la paz universal. Él le respondió que creía en la mitad del programa...
Amenaza otro peligro cultural: "la miseria psicológica de la masa" que pueda esperar algún consuelo.
Entre una versión y otra está septiembre de 1930, la entrada en masa de los nazis al Reichstag. Azar o ironía de la geografía, Berchtesgaden, donde se concibió El malestar en la cultura, nos recuerda ante todo, en nuestros días al "nido del Águila" y a su bárbaro anfitrión.
Cuadro sombrío, El malestar en la cultura tiene el color de su tiempo.
En el comentario psicoanalítico posfreudiano ha sido objeto de prolongaciones -el agravamiento del "malestar", hasta tornar irrisoria la palabra, invita a ello- y, con menos frecuencia, de discusiones pormenorizadas. La obra, empero, no carece de recursos desde el punto de vista analítico, ya que plantea más preguntas que las que puede responder y abre más caminos que los que es capaz de seguir. Constituye, en particular, un ejemplo de las modificaciones impuestas por el "viraje de 1920" y la introducción de la pulsión de muerte en aspectos esenciales, ya se trate de la angustia, el superyó o, claro está, el dualismo pulsional.


Jaques André
Rodrigo Córdoba

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