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Paz y Ciencia

domingo, 26 de agosto de 2012

Su ex-amor es seminarista




[...]
- Para un seminarista, es una actitud valiente -prosiguió la mujer, esta vez mirándome a mí, en busca de apoyo.
Yo no entendía nada, no abrí la boca y la mujer desistió. La joven sentada a mi lado me guiñó un ojo, como si yo fuese su aliada.
Pero yo estaba quieta por otra razón. Pensaba en lo que había dicho la señora.
"Seminarista"
No podía ser. Él me habría avisado.

Comenzó a hablar, y yo no conseguía concentrarme del todo. "Tendría que haberme vestido mejor", pensaba, sin entender la causa de tanta preocupación. Él me había descubierto en la platea, y yo intentaba descifrar sus pensamientos: ¿cómo estaría yo? ¿Qué diferencia hay entre una muchacha de dieciocho y una mujer de veintinueve?
Su voz era la de siempre. Pero sus palabras habían cambiado mucho.

Es necesario correr riesgos, decía. Solo entendemos del todo el milagro de la vida cuando dejamos que suceda lo inesperado.
Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. Todos los días tratamos de fingir que no percibimos ese momento, que ese momento no existe, que hoy es igual que ayer y será igual que mañana. Pero quien presta atención a su día, descubre el instante mágico. Puede estar escondido en la hora en que metemos la llave en la puerta por la mañana, en el instante de silencio después del almuerzo, en las mil yuna cosas que nos parecen iguales. Ese momento existe: un momento en el que toda la fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros.
La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista. El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sueños. Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles, vamos a afrontara muchas desilusiones..., pero todo es pasajero, y no deja marcas. Y en el futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo y fe.
Pobre del que tiene miedo de correr riesgos. Porque ese quizá no se decepcione nunca, ni tenga desilusiones, ni sufra como los que persiguen un sueño. Pero al mirar hacia atrás -porque siempre miramos hacia atrás- oirá que el corazón le dice: "¿Qué hiciste con los milagros que Dios sembró en tus días? ¿Qué hiciste con los talentos que tu Maestro te confió? Los enterraste en el fondo de una cueva, porque tenías miedo de perderlos. Entonces, esta es tu herencia: la certeza de que has desperdiciado tu vida."
Pobre de quien escucha estas palabras. Porque entonces creerá en milagros, pero los instantes mágicos de su vida ya habrán pasado.

Paulo Coelho: "A orillas del río Piedra me senté y lloré". Booket, 2011, Barcelona. Pp.: 20-22.




http://youtu.be/OmnVNxEmBn4 Doro -All we are-
http://youtu.be/cbFFh3GluQg The Rolling Stones -Soul Survivor-

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