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Paz y Ciencia

jueves, 23 de agosto de 2012

A Orillas del Río Piedra me senté y lloré




El espíritu que arrastra al Ser Humano fuera de la vida, buscando completarse solo en si mismo es un falso espíritu, aunque es al Ser Humano a quien hay que culpar, ya que él puede elegir si entregarse a éste espíriritu o no. Carl Gustav Jung



A orillas del río Piedra me senté y lloré. Cuenta una leyenda que todo lo que cae en las aguas de este río -las hojas, los insectos, las plumas de las aves- se transforma en las piedras de su lecho. Ah, si pudiera arrancarme el corazón del pecho y tirarlo a la corriente; así no habría más dolor, ni nostalgia, ni recuerdos.
A orillas del río Piedra me senté y lloré. El frío del invierno me hacía sentir las lágrimas en el rostro, que se mezclaban con las aguas heladas que pasaban por delante de mí. En algún lugar ese río se junta con otro, después con otro, hasta que -lejos de mis ojos y de mi corazón- todas esas aguas se confunden con el mar.
Que mis lágrimas corran asi bien lejos, para que mi amor nunca sepa que un día lloré por él. Que mis lágrimas corran bien lejos, así olvidaré el río Piedra, el monasterio, la iglesia en los Pirineos, la bruma, los caminos que recorrimos juntos.
Olvdaré los caminos, las montañas y los campos de mis sueños, sueños que eran míos y que yo no conocía.

Me acuerdo del instante mágico, de aquel momento en el que un "sí" o un "no" puede cambiar toda nuestra existencia. Parece que sucedió hace tiempo y, sin embargo, hace apenas una semana que reencontré a mi amado y lo perdí.
A orillas del río Piedra escribí esta historia. Las manos se me helaban, las piernas se me entumecían a causa del frío y de la postura, y tenía que descansar continuamente.
- Procura vivir. Deja los recuerdos para los viejos -decía él.
Quizá el amor nos hace envejecer antes de tiempo, y nos vuelve jóvenes cuando pasa la juventud. Pero ¿cómo no recordar aquellos momentos? Por eso escribía, para transformar la tristeza en nostalgia, la soledad en recuerdos. Para que, cuando acabara de contarme a mí misma esta historia, pudiese jugar en el Piedra; eso me había dicho la mujer que me acogió.
Así -recordando las palabras de una santa- las aguas apagarían lo queel fuego escribió.
Todas las historias de amor son iguales.

Paulo Coelho: "A orillas del río Piedra me senté y lloré". Booket, 2011, Barcelona. Pp.: 13-14

"Solamente pasaba diez minutos con el amor de su vida, y miles de horas pensando en él" Paulo Coelho

http://youtu.be/zKXBYS5fmQM Paulo Coelho y El Loco de la Colina en la Catedral de Santa María de Vitoria
Coelho: "La catedral es el espacio vacío... tener este espacio vacío... las cosas más intersantes en mi vida son los espacios vacíos. El espacio vacío de la Catedral es lo que somos. Yo siento a Dios en todas las partes. Mi Dios es un verbo no es un sujeto. Es y Es Hombre y Mujer... La Verdad es lo que nos hace libres. El hombre que no sufre no vive. Hay que sufrir, el problema es no gozar en el sufrimiento. La gente se complace en el sufrimiento. "

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