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Paz y Ciencia

domingo, 6 de junio de 2010

Del Bipolar a la Salud

El paciente bipolar tiene una clínica muy distinta a la del TLP, aunque a veces se descubran diagnósticos de comorbilidad.
Con un paciente en fase maníaca hay que entender que eso que ahora se llama trastorno bipolar se llamaba psicosis maniacodepresiva. Por lo tanto, años y años de esa nomenclatura, por otra parte quizá más estigmatizante aunque también más descriptiva de la sintomatología.
En un foro con personas que trabajan con TLP, teníamos el debate de si promover un programa estandarizado tipo Diamantes en Bruto II de Dolores Mosquera o realizar un trabajo psicoanalítico. Los defensores de ese programa comentan que en el programa entran aspectos psicodinámicos como los mecanismos de defensa, las relaciones objetales y aspectos relacionados con las fantasías.
El paciente bipolar del que hablábamos es un paciente que en fase maníaca o depresiva no se puede trabajar en ese nivel de programa, sí en un encuadre psicoanalítico, donde la labor es dar significado a la producción verbal del paciente y a su vivencia.
Los nuevos enfoques cognitivo-conductuales adolecen a mi juicio de ciertos matices más humanistas, enfocar en la relación terapéutica el punto de trabajo. Lo bonito de este trabajo es poder compartir un camino junto a un otro que quiere superar unos puntos ciegos, un sufrimiento, un modo de pensar, una forma de construir el mundo.
Esto se hace escuchando e interviniendo en dosis medidas para no producir yatrogenias, o interpretaciones inteligentes, si seguimos el discurso de Winnicott.
El paciente bipolar, el borderline, el psicótico son pacientes que con dificultad se pueden aprehender desde el enfoque cognitivo-conductual, estas medidas son del tipo de intentar mejorar la funcionalidad del paciente partiendo de una cierta cronicidad. La finalidad del psicoanálisis es compensar esos síntomas, contener (Bion) y sostener (Winnicott), para ello necesitamos un marco especial, un encuadre firme y flexible que se adecue a las características y necesidades del paciente.
No hay paciente difícil ni pacientes imposibles, es la contratransferencia lo que provoca esos problemas de manejo al terapeuta. Por tanto que cada uno trabaje bajo un esquema conceptual de referencia operativo (Pichon Riviere) es lo más saludable para la relación terapéutica. Es fundamental ser auténtico y genuino, sentirse cómodo con el estar en consulta, con la atmósfera, con el otro.

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