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Paz y Ciencia

miércoles, 23 de junio de 2010

Un padre desolado

Resulta impactante ver el rostro de un padre desolado porque su hijo o hija le ha retirado el afecto que otrora tuvo. Es un serio problema el hecho de que los niños y los adolescentes expresen su queja, su malestar, a través de conductas airadas. Detrás de todo ello existe una profunda tristeza, una vivencia de ser un "chico raro". Esto se intensifica más en familias de padres separados, en cuyo caso a veces el hijo se convierte en el objeto a partir del cual se devuelven los golpes madre y padre. En ese tumulto emocional va creciendo la criatura privada de un afecto sincero y genuino, de una urdimbre afectiva donde encuentre una señal de esperanza que le proporcione un medio estable y previsible. Esto produce privaciones emocionales que se manifiestan con serios problemas en el romper de la adolescencia.
Los padres también sufren y se sienten "perplejos" al poder hacerse una idea de lo que su hijo vivencia en el vínculo. La adolescencia deja abierta una puerta a la soledad y a la búsqueda de identidad a través del grupo con los iguales, eso distancia aún más de los padres a los hijos, y mientras tanto los padres ponen el grito en el cielo al sentir que su hijo se les escurre entre los dedos, algo que ya pasó tiempo atrás.

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